Egoísmo positivo…egoísmo sano
Gente Today, Houston
¿Te sorprende el título del artículo? ¿Te preguntas que cómo es
posible que el egoísmo sea positivo y sano? Es normal que se produzca
este conflicto, hemos aprendido que toda forma de egoísmo es negativa y
censurable. Nuestra sociedad castiga a todo aquel que muestra una
conducta egoísta, se censura a alguien que prioriza sus deseos o
necesidades antes que los de los demás.
Reflexionemos: En realidad, ¿es más egoísta el que mira por sí mismo o
el que te pide que mires por él, aún sin importar lo que sientas? ¿Tan
censurable es que uno piense en sí mismo? Para ser buenas personas
tenemos que velar antes por los sentimientos de los otros que por los
nuestros ¿esto es justo? ¿Tiene algún sentido? Si eres una persona
religiosa, ¿en la Biblia no se predica que quieras a tu prójimo tanto como a ti mismo? ¿No sería más razonable respetarnos a nosotros mismos, en primer lugar, procurando respetar a los demás?
Asociamos egoísmo al hecho de anteponer los propios intereses,
necesidades y deseos a los de los demás; aún por encima del bien común.
Esto ha sido considerado desde siempre como un pecado, causa de
conflictos y sufrimiento. Pocos se sienten orgullosos de admitir
públicamente cualquier tendencia egoísta, pues la educación formal y
religiosa nos insta a ayudar al otro, a desarrollar solidaridad, empatía
y sentido de sacrificio. Sin embargo, para poder cargar el peso de
otros, es preciso aprender a cargar primero nuestro propio peso. Y,
¿Cómo ayudamos a otros si no sabemos encargarnos de nosotros mismos?
Nunca hablamos del egoísmo positivo.
El egoísmo positivo o constructivo es aquel que obtiene resultados
para uno mismo sin producir perjuicio a las personas o entornos que se
interponen en su camino. Redunda en un beneficio no sólo individual
sino colectivo.
El egoísmo negativo o destructivo es una ambición moralmente
perniciosa, pues parte de una rutina que conduce al éxito, en la cual
sólo la persona más beneficiada es uno mismo perjudicando a otros.
Que una persona piense en resolver sus problemas antes que los de
otros, que atienda a su salud en primer lugar, que dé prioridad a sus
necesidades y que quiera obtener de la vida lo mejor, no tiene nada de
reprochable.
Aquél que sólo piensa en sí mismo, evidentemente no es una persona sana ni evolucionada en su mundo emocional. El egoísmo narcisista
es propio de la primera infancia y, en la adultez, es el indicio de un
trastorno. Pero una extrema disposición a entregarlo todo sin reservas,
tampoco en algo sano. Es preciso encontrar un balance exacto.
La mayoría de las personas viven completamente bajo el capricho de
los demás. Les mueve la culpa, la búsqueda de amor y aceptación
incondicional. ¿Has pensado en lo agotador que es intentar complacer a
todo el mundo todo el tiempo cuando todos desean cosas diferentes? Es
imposible. Aunque es positiva la imagen de una persona abnegada y
entregada por entero a los demás, puede ser totalmente negativo para
ella y para quienes la rodean. Es importante plantearse que el “egoísmo sano” es necesario, pues “el yo” también necesita reconocimiento.
¿Comprendes la importancia de no prestar atención a todo lo que
piensan, dicen y hacen los otros? Cuando aprendes a dejar de escuchar
sus comentarios negativos, cuando aprendes a amarte, es cuando eres
libre. Aceptarse y amarse a uno mismo es lo que permite amar a los
demás.
El “Egoísmo positivo” está relacionado con la autoestima, es
el respeto hacia uno mismo, la capacidad de participar en diversos
contextos sociales, sin perder nuestra identidad. Aprender que lo mejor
es ser absolutamente fiel a uno mismo. No pensar y actuar como otros
desearían que lo hicieras, no buscar la aprobación de terceros.
El egoísmo, bien entendido, puede salvarnos de dejar que los demás
decidan por nosotros lo que por derecho nos pertenece. Pensar en ti
mismo significa que sabes quién eres y lo que necesitas para ser feliz. Recuerda
que el egoísmo se transforma en virtud cuando uno es consciente de
pensar en su bienestar primero para, después, poder estar bien con los
demás.
No se trata de convertirnos en personas frías y crueles. Te invito a
pensar en ti primero, porque la única manera de ayudar realmente a
alguien es cuando nosotros estamos fuertes. Y creo que los demás también
se merecen ver lo mejor de nosotros, si somos felices, inevitablemente
contagiaremos esa energía a los otros, estaremos tan complacidos con
nuestra vida que esa sabiduría fácilmente podrá ser trasmitida a los
demás.
La autora es psicóloga clínica.
- 23 de julio, 2015
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