Ausencia y Vigencia de Alberdi
Por Armando Ribas
Mi
amigo García Hamilton escribió una biografía de Alberdi que tituló:”Historia de
un Ausente”. Voy a tomar ventaja de ese título ilustrativo de una realidad de
vida, para adoptarlo a una realidad de ideas. La ausencia de Alberdi durante su
vida y su aparente soledad durante su auto exilio europeo que pudo y
seguramente fue triste. Desde el punto de vista humano. Pero como yo no intento
una biografía vital sino política he llegado a la siguiente conclusión: La
ausencia física de Alberdi no impidió que su pensamiento trascendiera las
distancias. Fue así que influenciaron a los hombres de la generación del 37 que
lograron el milagro de sacar a la Argentina de la Edad Media y proyectarla por
las cimas de la historia liberándola asimismo del supuesto Iluminismo europeo
que como creo fue la fuente filosófica del totalitarismo racionalista
europeo.
El
progreso y adelanto relativo de un país respecto a los demás se prueba con lo
que se ha denominado el voto con los pies. Eran entonces los europeos los que emigraban
a la Argentina en busca de libertad de la que carecían en La
Francia del Segundo Imperio y las Comunas de París así como en la Alemania
Bismarckiana , a la que el propio Hitler consideró el Segundo Reich. Y por
supuesto no olvidemos a la Madre patria que logró llevar la Edad Media hasta el
siglo XX.
El
drama en la actualidad es la ausencia del ausente en Argentina por más de
setenta años Esa ausencia se ha traducido en una Argentina decadente,
empobrecida y oprimida por la mano de la vigencia de un nacionalismo
fascistoide y de un socialismo terrorista, cuyas figuras descollantes siguen
siendo por una parte Perón y Evita y por la otra la presencia post morten del
Che Guevara propulsor del amor al odio. Pero antes de seguir hablando de Alberdi
permítanme dejarlo hablar a el. Así voy a comenzar con una cita que deja a las
claras la lucidez de su visión sobre la libertad. Y más aun de su percepción
histórica de las facetas del totalitarismo que surgido de Europa pondría al
mundo en el siglo XX al borde del Apocalipsis.
Las
palabras que siguen fueron parte de una observación hecha a Sarmiento respecto
al concepto mismo de la barbarie. Esa palabras no descalifican en modo alguno
la figura ni la labor eximia de Sarmiento respecto a la educación sino que
reflejan la aguda percepción de Alberdi sobre el perjuicio histórico que habría
de sobrevenir como consecuencia del racionalismo surgido de la llamada
Ilustración. Así dice:” Tenga cuidado señor Sarmiento, en vista de los ejemplos
célebres que acaban de probar ante el mundo aterrorizado que se puede ser
bárbaro sin dejar de ser instruido, y que hay una barbarie letrada mil veces
más desastrosa para la civilización verdadera que la de todos los salvajes de
la América desierta”.
En
ese pensamiento Alberdi, observando los desastres de las Comunas de París,
cuando los primeros marxistas quemaban la Ciudad Luz, preveía el futuro de los
totalitarismos europeos que hicieran eclosión en el siglo XX. Era evidente para
el que las comunas representaban los prolegómenos de ese proceso filosófico que
derivara en lo que he denominado el oscurantismo de la razón y que produjera
por tanto el terror racional, que es otra forma de fanatismo occidental.
Alberdi
asimismo había percibido el peligro que engendraba la democracia de masas, y
así lo manifiesta como lo había hecho igualmente James Madison, que lo
comparaba con el estado de naturaleza donde el individuo más débil se
encontraba a merced del mas fuerte(SIC) Escribió así en “El Sistema Económico y
Rentístico”: “ No participo del fanatismo inexperimentado , cuando no hipócrita
que pide libertades políticas a manos llenas para pueblos que sólo saben
emplearlas en crear sus propios tiranos”. Así predecía el advenimiento de
Hitler, Mussolini y porqué no decirlo Perón y más recientemente Chávez. Eso no
significa estar en contra de la democracia sino a favor de la república en la
cual existe la limitación del poder político a través de la separación de los
poderes del Estado y la defensa irrestricta de los derechos individuales.
Particularmente el derecho de propiedad y que adelantándose a los tiempos
incluyó la propiedad intelectual.
Pasando
entonces a la prédica demagógica de la libertad Alberdi reconoce y explica la
diferencia sustancial entre la libertad interna y la libertad externa. O
sea entre el respeto y defensa de los derechos individuales y la independencia,
y en ese sentido escribe: “La Patria es libre cuando no depende del extranjero,
pero el individuo carece de libertad cuando depende del Estado de una manera
omnímoda y absoluta”. En esta observación ya Alberdi debatía con Hegel según
quien el individuo no tenía más razón de ser que su pertenencia al
Estado. (La divina idea tal como se manifiesta sobre la tierra) Y asimismo discrepaba
con el concepto de soberanía tal como había sido definido por Rousseau en el
Contrato Social.
Vemos
así que había tomado en cuenta el principio fundamental de Locke del que surge
la razón de ser de la limitación del poder político y que lo expresa cuando
dice: “Los monarcas también son hombres”. La importancia de este
principio la reconoce Alberdi y así sigue diciendo: “La omnipotencia del Estado
o el poder omnímodo de la Patria respecto a los individuos que son sus
miembros, tiene por consecuencia necesaria la omnipotencia del gobierno en que
el Estado se personifica, es decir el despotismo puro y simple”.
Alberdi
había tomado conciencia de que la diferencia entre la libertad interna y
externa no era conocida en Europa y por tanto tampoco entre nosotros y al
respecto dice:” América del Sur se liberará el día que se libere de sus
liberadores.” Y ahondando en el tema se refiere al carácter de lo que
denomina la libertad latina y dice: “¿Cuál es la índole de la libertad latina?
Es la libertad de todos refundida y consolidada en una sola libertad
colectiva y solidaria, de cuyo ejercicio exclusivo está encargado un libre
emperador o un Czar liberador. Es la libertad del país personificada en su
gobierno, y su gobierno todo entero personificado en un hombre”. Y cita
sin nombrarlo a Luis XIV: El Estado soy yo.
Igualmente
Alberdi había comprendido la falacia que entraña la entelequia del Estado, y
consecuentemente aceptado el nominalismo de los universales (pueblo, nación,
estado, humanidad). Por tanto descreía de la supuesta eticidad de
aquellos que pretendían actuar por el bien público descalificando moralmente
los intereses particulares como la expresión del egoísmo frente a la virtud de
la solidaridad. Y al respecto dice:” El egoísmo bien entendido de los
ciudadanos sólo es un vicio para el egoísmo de los gobiernos que personifican a
los Estados”: Por ello Alberdi cree en la empresa privada basada en el derecho
de propiedad, y denigra la mera idea del socialismo al que califica de hipócrita
y así dice en El Sistema Económico y Rentístico:”Pero no bastaba reconocer la
propiedad como derecho inviolable. Ella puede ser respetada en principio y
desconocida y atacada en lo que tiene de más precioso- en el uso y
disponibilidad de sus ventajas… El socialismo hipócrita y tímido ha empleado el
mismo sofisma, atacando el uso y disponibilidad de la propiedad en nombre de la
organización del trabajo”. Por ello concluye: “El ladrón privado es el más
débil de los enemigos que la propiedad reconozca…Ella puede ser atacada por el
Estado en nombre de la utilidad pública”. En estas palabras percibimos hoy más
que nunca la problemática planteada en La Argentina por el gobierno de turno.
Sigamos
el análisis de la filosofía alberdiana, cuya ignorancia a nuestro juicio ha
sido determinante de la decadencia argentina. Nos referiremos entonces al
problema de la seguridad y de la justicia. Y comienza diciendo Alberdi: “He
vivido veinte años en el corazón del mundo civilizado, y no he visto que la
civilización signifique otra cosa que la seguridad de la vida, de la persona,
del honor y de los bienes”. Ya pues conocía la esencia de los derechos
individuales y por ello continuáis: “Pero así como toda la civilización
política de un país está representada por la seguridad de que disfrutan sus
habitantes, así también toda su barbarie consiste en la inseguridad, o lo que
es igual en la ausencia de la libertad de ser desagradable al que gobierna sin
riesgo de perder por eso su vida, su honor o sus bienes como
culpable de traición al país”. Esta es la barbarie de la tiranía y del
totalitarismo surgido del racionalismo moral.
Consecuentemente
Alberdi se refiere a la importancia decisiva de la justicia, que por supuesto
no la confunde con la justicia social y dice: “La propiedad, la vida, el honor
son bienes nominales donde la justicia es mala. No hay aliciente para trabajar
en la adquisición de bienes que han de estar a merced de los pícaros… La ley,
la Constitución, el gobierno son palabra vacías sino se reducen a hechos por la
mano del juez, que en último resultado es quien lo hace ser realidad o
mentira”.
Es
evidente que esta situación prevista por Alberdi se vive hoy en Argentina donde
la justicia depende del Ejecutivo que es lo mismo que decir que no existe. Ya
se han levantado algunas voces exponiendo esta realidad oprobiosa que de hecho
significa la dictadura y la falta de libertad. Es a causa de estas
circunstancias que el campo se ha rebelado, poniendo de manifiesto el estado de
indefensión judicial que vive la ciudadanía en general por más que pocos se
hayan atrevido a cuestionarla. Las retenciones son la forma hipócrita de violar
los derechos de propiedad tal como lo había dicho Alberdi y así se expresó: “Hasta
aquí el mayor enemigo de la riqueza del país es la riqueza del fisco”
En
otro ámbito del quehacer político conforme al proyecto de Alberdi de que
gobernar es poblar, se refirió al extranjerismo o sea al odio al extranjero. Al
respecto dice en Las Bases:” La prensa, la historia preparada para el pueblo
deben trabajar para destruir las preocupaciones contra el extranjerismo por ser
obstáculo que lucha de frente con el progreso de este continente. La aversión
al extranjero es barbarie en otras naciones; en las naciones de América del Sur
es algo más, es causa de ruina y de disolución de la sociedad de tipo
español.”. Alberdi pues nos había advertido de lo que habría de pasar como
consecuencia de la enseñanza nacionalista iniciada a principios del siglo XX,
que se apoderara del pensamiento ilustrado argentino a través del nacionalismo
católico-acólito indiscutible del fascismo mussoliniano y que definitivamente
alcanzara el poder con el advenimiento de Perón.
Los
resultados están a la vista y ya Alberdi había previsto la incongruencia del nacionalismo
y sus implicaciones económicas y escribió.”Toda ley que atribuye al Estado de
un modo exclusivo, privativo o prohibitivo, que todo es igual, el ejercicio
de operaciones o contratos que pertenecen esencialmente a la industria
comercial, es ley derogatoria de de la Constitución en la parte que esta
garantiza la libertad de comercio a todos y cada uno de los habitantes de la
Confederación”. Es evidente que a partir de la llegada de Perón y continuando
con sus sucesores la Argentina ha violado la Constitución de 1853. Y al
respecto Alberdi advertía:” La idea de una industria pública es absurda y falsa
en su base económica”. Así ya en 1853 Alberdi se oponía al comunismo que habría
de llegar en 1917 y preveía lo que finalmente hasta el propio Lenín llegó
a comprender cuando escribió su ensayo “La Nueva Política Económica”
Desafortunadamente en la actualidad se han olvidado estas advertencias y se ha
vuelto al pensamiento de Lenín contenido en Imperialismo Etapa Superior del
Capitalismo, donde se oponía a la inversión extranjera por considerarla una
forma de explotación de los países ricos a los pobres.
Alberdi
igualmente predicó la libertad religiosa y así Argentina a partir de 1853 se
convirtió en el segundo país en el mundo donde hubiera libertad de cultos. Todo
parece indicar que en este aspecto Alberdi estaba influenciado por el
pensamiento de Locke contenido en su Carta Sobre la Tolerancia, y así al
respecto escribió:” Querer el fomento de la moral en los usos de la vida y
perseguir iglesias que enseñan la doctrina de Cristo ¿Es cosa que tenga
sentido?” De la misma forma también defendió la separación del Estado de la
Iglesia aun cuando en la Constitución de 1853 se llegó a una transacción por la
cual el Estado debía sostener el culto católico y el presidente debía ser
católico.
Creemos
igualmente que el pensamiento de Alberdi estaba influenciado por David Hume así
como denigraba a Rousseau. Por esa razón se pronunció contra el principio de
que la ley era la voluntad general, y citando a Rivadavia dice: “Fatal es la
ilusión en que cae un legislador –decía Rivadavia- cuando pretende que su
talento puede modificar la naturaleza de las cosas o suplir a ella sancionando
y decretando creaciones”. Es por ello que asimismo defiende la función esencial
de la oposición en el gobierno como garantía de la libertad.
Por
último Alberdi al igual que James Madison estaba en contra de la guerra y
consideraba la paz como un requisito indispensable del progreso y libertad de
los pueblos. Así escribió en Las Bases:” Reducir en dos horas a una gran masa
de hombres a su octava parte por la acción del cañón; he ahí el heroísmo
antiguo y pasado. Por el contrario, multiplicar en pocos días una población
pequeña, es el heroísmo del estadista moderno; es grandeza de creación en lugar
de grandeza de exterminio”. Pero Alberdi adelantándose a su tiempo y en forma
mucho más esclarecida que Kant en su Paz Perpetua prevé las causas
determinantes de que las guerras fueran más raras. Así en El Crimen de la
Guerra, prohibido por Perón Alberdi escribe:” Pero indudablemente las guerras
serán más raras a medida que la responsabilidad de sus efectos se hagan
sentir en todos los que las promueven y suscitan”. Indudablemente que la
existencia de las armas nucleares produjo el efecto previsto por Alberdi y por
ello la Guerra Fría no derivo en la tercera guerra mundial. Este hecho fue más
tarde reconocido por el Papa Juan Pablo I antes de su muerte.
Por
todo lo dicho anteriormente me atrevería a decir que la Argentina hoy más que
nunca necesita el reencuentro con el pensamiento del gran ausente cuyas idea
produjeron el milagro argentino de la Constitución de 1853.
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