Una prensa servil y anticuada
La prensa oficial cubana llama ahora “Comandante
Supremo” al fallecido Hugo Chávez, no sólo como una copia servil de la
expresión poschavista sino en una muestra más de perversión del
lenguaje, y en lo que también es un ejemplo de retroceso ideológico: la
superstición y el oscurantismo como remedo burdo a un socialismo que se
fue.
No es algo nuevo en la sociedad establecida por el régimen
cubano. Desde un principio, éste adoptó la propaganda política como el
patrón a seguir. Antes que informar, la función fundamental de la prensa
era “orientar”. Sólo que esta orientación nunca fue tal, y se limitó a
poner en práctica una pauta de dominación, que iba de la aceptación
ciega al acatamiento aunque no se creyera.
En sus primeros años la
ideología castrista propuso la imagen de una sociedad mejor pero
futura. El discurso de ataque político estaba dirigido fundamentalmente
contra varios grupos. La personalidad del enemigo se diluía en su
supuesta permanencia a una clase social. El terror apuntaba hacia el
exterminio o la segregación. El método no era nuevo. De forma similar y
diversa el comunismo y el fascismo habían empleado el mismo recurso, y
con anterioridad los imperios coloniales y esclavistas, aunque con
distintos argumentos.
La deformación del lenguaje se producía de
dos formas. La abstracción servía como un medio para despersonalizar y
tergiversar las palabras. Se hablaba de la “liquidación” de la
explotación, el “ajusticiamiento” de los traidores y la “recuperación”
de las propiedades del “pueblo”. Al mismo tiempo, se deshumanizaba a los
opositores: “gusanos”, “escoria” y “parásitos” en Cuba; “perros
rabiosos del capitalismo” en China y “vampiros”, “bastardos” y “piojos”
en la desaparecida Unión Soviética. Gracias a estos recursos, el
lenguaje ideológico del castrismo nace deforme por naturaleza.
Como
contrapartida, se igualaban los conceptos de gobierno, Estado y patria,
lo que en última instancia no era más que la glorificación del
caudillo, sin manchas ni errores. Basta visitar hoy el sitio en internet
del diario Granma y encontrar una sección bajo el título Fidel siempre
tuvo la razón: la justificación imperfecta para no celebrar elecciones
libres, cambiar sólo lo permitido y seguir eternamente en un presente
constante y de miseria. Si debido a las circunstancias e incluso
características personales, en lo político y lo económico el gobierno de
Raúl Castro no es por completo igual al de su hermano mayor, desde hace
años –incluso con Fidel Castro en el pleno ejercicio del poder– la isla
vive bajo un limbo ideológico.
En lo que podría llamarse un
“posfidelcastrismo” en marcha, poco a poco se relega la ideología y se
impone una realidad simplemente económica.
No importa que, de
momento, continúe la ayuda venezolana y que se siga proclamando el
nacionalismo como razón de ser del país. Cuba avanza –o retrocede– hacia
un país donde cada vez más la sustentación doctrinaria se encuentra en
una especie de limbo o se encierra en la burla.
Sin embargo, los
antiguos métodos de propaganda continúan moviendo esa maquinaria
arcaica, ya sea por temor, una orden desde arriba o simplemente porque
no tienen una forma mejor de hacerlo.
Tras la agresión reciente a
parlamentarios opositores en la Asamblea Nacional de Venezuela, Prensa
Latina, la agencia del gobierno cubano produjo un cable con este
encabezamiento:
“El Gobierno venezolano expresó hoy pesar por
actos violentos ocurridos el martes en la Asamblea Nacional, tras
difundir imágenes donde se observa la actitud hostil de parlamentarios
de la bancada opositora, que conllevó a la suspensión de la sesión
ordinaria”.
Al hablar de “actos violentos” y mencionar la “actitud
hostil de parlamentarios de la bancada opositora”, el cable de Prensa
Latina quiere dar a entender que se produjo una trifulca, “que conllevó a
suspender la sesión ordinaria”. No se habla de agresión a los
legisladores opositores, de golpes incluso a legisladoras, de violencia y
de sangre por parte de los chavistas. La intención queda clara desde
este primer párrafo: presentar a quienes critican a Maduro como unos
revoltosos.
Esfuerzo hasta cierto punto vano, en una época en que internet hace cada vez más difícil el monopolio de la información.
Desde
hace algún tiempo se habla en Cuba de incrementar las denuncias de lo
mal hecho, así como publicar y dar a conocer ineficiencias, sobre todo
en el campo económico y administrativo. Si bien este esfuerzo –de llegar
a producirse realmente– resultaría beneficioso, en el mejoramiento de
algunas deficiencias administrativas locales y hasta nacionales, no deja
de eludir el problema fundamental: la noticia surge o se descubre, pero
no se fabrica. Al incurrir en esto último se cae en la tergiversación y
el engaño. Con el empleo recurrente de frases altisonantes se cae en el
ridículo.
Medios noticiosos anticuados y ridículos. Esas son las
características principales de la prensa oficial cubana, que entre el
bostezo y el engaño sigue sobreviviendo en un vacío informativo.
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