Los europeos no cruzan fronteras, a pesar de la crisis
The Wall Street Journal Americas
En Estados Unidos, casi 30% de los ciudadanos viven fuera del estado
en el que nacieron. En la Unión Europea, la cifra está apenas por encima
de 3%, a pesar de que el bloque permite a los ciudadanos emigrar
libremente entre sus 27 países miembros.
La falta de movilidad dentro de la Unión Europea —y dentro de la zona
euro de 17 países— es una de las razones principales por las que Europa
ha tenido problemas para salir de su miseria económica.
Países como España y Grecia se encuentran en el lodo más profundo de
la crisis, con uno de cada cuatro trabajadores en busca de empleo. El 30
de abril se supo que el desempleo en los 17 países de la zona euro
alcanzó un nuevo récord en marzo, al situarse en 12,1%, el nivel más
alto desde que comenzaron a registrarse las tasas en 1995. Además, el 25
de abril, nuevos datos revelaron que la tasa de desempleo en España
llegó a 27,2% en el primer trimestre, su mayor nivel desde que
comenzaron a documentarse las cifras en los 70.
En tanto, en Alemania y Austria las
empresas están nadando en un mar de crédito barato y se quejan de que no
pueden encontrar suficientes trabajadores capacitados cuando sus tasas
de desempleo rondan 5%.
La canciller alemana Angela Merkel
y otros se han dado cuenta de esta discrepancia. Los jóvenes españoles
desempleados deberían solicitar empleo en Baviera, que atraviesa un
apogeo, ha dicho Merkel. Para la canciller alemana, una mayor movilidad
laboral es mejor respuesta a los grandes desequilibrios dentro de la
zona euro que las transferencias fiscales de países ricos a pobres.
Pero hasta ahora, existe poca evidencia de que los problemas
económicos estén impulsando a muchos ciudadanos de la UE a mudarse.
"El impacto de la crisis es muy interesante", apunta László Andor, el
comisionado de empleo de la UE. "Por un lado, ha creado una necesidad
mucho mayor de movilidad en la UE. Por el otro, ha resultado en una
caída en la cantidad de personas que van de un país a otro para
trabajar".
A medida que los trabajadores migrantes salieron de España o Irlanda,
el número de ciudadanos de la UE que viven en Alemania, Austria o
Finlandia, pero que nacieron en otros países, aumentó marginalmente pero
no lo suficiente para compensar el declive general. Incluso esos
pequeños aumentos, entre 0,1 y 0,2 puntos porcentuales entre 2009 y
2011, han generado reacciones negativas en algunos países.
La crisis "muy claramente suscitó algo de incomodidad, animosidad y a
veces incluso xenofobia contra personas que vienen de otro país",
apunta Andor.
Esta tendencia se confirmó hace poco cuando Alemania, el Reino Unido,
Holanda y Austria pidieron mayor poder para mantener fuera a personas
que ellos aseguran están aprovechándose de sus prestaciones sociales.
Luego el 24 de abril, Suiza, que no es miembro de la UE pero forma
parte de su zona para viajar sin pasaporte, invocó una cláusula especial
de protección para poner limite al número de trabajadores procedentes
de 28 países europeos.
No es probable que ninguna de estas gestiones haga que los ciudadanos
de la UE se sientan más bienvenidos en un país extranjero.
Pero existen otros obstáculos para mudarse a otro país de la UE para
trabajar. La mayor barrera es por supuesto el idioma, y Andor indica que
los países como España e Italia fueron lentos en enseñarles a los
jóvenes idiomas como el alemán, que les pudieran ayudar a encontrar
trabajo.
Esto no es todo. Muchos estados siguen sin reconocer los títulos
profesionales obtenidos en el exterior, y los sistemas tributarios y de
seguridad social siguen siendo nacionales y difíciles de comprender,
especialmente en un idioma extranjero, señala Alex Lazarowicz del Centro
de Políticas Europeas, un centro de investigación basado en Bruselas.
Los ciudadanos de la UE pueden recibir sus beneficios de desempleo en
otro país por tres a seis meses, pero pocas personas conocen o usan
este sistema. De cualquier forma, los pagos de desempleo de Grecia
difícilmente alcanzan para vivir en una ciudad cara como Munich.
El 26 de abril, Andor presentó medidas para mejorar la movilidad
laboral en la UE. Pero como admite, se trata principalmente de una mejor
implementación de las reglas existentes, por ejemplo haciendo que los
países instalen agencias para informar a los trabajadores migrantes
sobre sus derechos.
Esto dista mucho de los planes ambiciosos que la comisión promocionó a
fines del año pasado, cuando delineó ideas para un relanzamiento de su
unión monetaria.
Entre ellas: seguro de desempleo a nivel de toda la zona euro para
complementar los beneficios nacionales cuando las crisis económicas
golpean a unos países con más fuerza que a otros. Eso le restaría
presión a los presupuestos nacionales y, al impulsar pagos generales,
facilitaría el traslado de un país a otro en busca de empleo.
Mientras que obtuvo apoyo de los franceses, el seguro de desempleo
central fue rápidamente rechazado por Alemania, que lo consideró una
transferencia fiscal por la puerta trasera. Desde entonces, el debate
público se ha silenciado en torno a esa idea, en parte porque las
promesas del Banco Central Europeo de comprar bonos gubernamentales han
disminuido la urgencia de las iniciativas para reformar la zona euro.
Y a pesar de que el desempleo en la zona euro ahora está más alto que
nunca, una vez más las divergencias entre ricos y pobres está teniendo
consecuencias.
"La gente no ve el nivel promedio de desempleo. Sino que ven su
ambiente local", indica Andor. "Y alguien en Baviera…o alguien en
Finlandia tendrá un nivel mucho menor de emergencia".
A pesar de estos reveses, Andor sigue creyendo que un fondo de
desempleo para la zona euro algún día se hará realidad. "Los pasos que
son necesarios para estabilizar la situación no ocurren porque la gente
sueña con ellos, sino porque al final de cuentas la gente comprende que
simplemente no hay alternativa", asevera.
- 31 de octubre, 2006
- 23 de enero, 2009
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