La gasolina casi gratuita le puede salir cara a Venezuela
The Wall Street Journal Americas
CARACAS. – En esta dilapidada capital, los precios de casi todo suben
todos los meses y cuesta encontrar productos básicos como la leche y la
harina. Pero hay algo que nunca falta y es prácticamente gratuito: el
combustible.
La gasolina de alto octanaje en Venezuela cuesta 1,5 centavos de
dólar por litro, al cambio oficial del bolívar. Al cambio no oficial que
prevalece en la mayoría de las transacciones, el precio es aún más
barato: 0,4 centavos de dólar por litro.
Octavio Fernández llena el tanque de su taxi Nissan
Sentra por menos de la mitad de lo que le cuesta un marroncito, una
pequeña taza de café con un toque de leche. Algunas veces deja más en
propinas a los empleados de la gasolinera que lo que paga por el
combustible. "Eso es lo único barato que tenemos acá", dice el
inmigrante gallego de 77 años.
Durante los 14 años de gobierno del fallecido Hugo Chávez, Venezuela
mantuvo los precios de la gasolina congelados incluso cuando un
incremento en el gasto fiscal disparó la inflación. La gasolina pasó de
ser barata a prácticamente gratuita.
El subsidio es emblemático del populismo económico de Chávez. A
través de políticas que implicaban prácticamente regalar gasolina y
diésel, consiguió hacerse enormemente popular aunque perjudicó las
perspectivas a largo plazo de la economía venezolana.
Ahora, Venezuela está a punto de elegir un nuevo presidente. Las
distorsiones económicas causadas por la gasolina regalada sobresalen
entre las diversas crisis que enfrentará quien triunfe en las elecciones
del 14 de abril.
El subsidio del combustible ayuda a
explicar por qué Venezuela se encuentra en una situación inusual: un
gran exportador de crudo con problemas crónicos de caja. El déficit
fiscal de Venezuela alcanzó 12% de su Producto Interno Bruto el año
pasado, según Moody's
MCO +0.26%
Investors Service, superando el de las economías atribuladas de la zona
euro. La falta de dólares ha desencadenado una grave escasez de
productos importados en Venezuela al tiempo que los controles de precios
desalientan la producción muchos bienes dentro del país.
La
escasez de efectivo significa que el gigante petrolero estatal Petróleos
de Venezuela SA no invierte lo suficiente para desarrollar todo su
potencial. La producción de crudo ha caído un tercio desde 1998, un año
antes de que Chávez asumiera el poder.
Al mismo tiempo, el uso de gasolina y otros productos refinados por
parte de los venezolanos subió 65% entre 1998 y 2011, según la Oficina
de Información Energética de Estados Unidos. Los venezolanos usan siete
veces más gasolina per cápita que sus vecinos colombianos, donde
prevalecen los precios del mercado.
Esta situación sumada a la precaria red de refinerías de Venezuela
hace que el país con las mayores reservas de crudo del mundo necesite
importar gasolina.
La Agencia Internacional de Energía calcula que los subsidios de
energía le costaron a Venezuela US$27.000 millones en 2011, una cifra
que refleja las ganancias perdidas por no vender el combustible al
precio del mercado. Eso equivale a 8,6% del PIB. El gasto gubernamental
en salud fue apenas de 3,25% del PIB ese año, y el de educación 5,1%.
El subsidio de la gasolina reduce el gasto en servicios básicos como
las reparaciones de infraestructura y el control del crimen, señala
Michael Shifter, presidente del Diálogo Interamericano, un centro de
estudios en Washington. La política "se contradice completamente con
proyectos estatales de infraestructura, que es lo que Venezuela necesita
desesperadamente", indicó.
Eso no quiere decir que la situación vaya a cambiar. Muchos
venezolanos ven la gasolina barata, que ha sido de una manera u otra una
política de gobierno desde mucho antes de Chávez, como una porción de
la riqueza petrolera de su país que les corresponde por derecho. Es un
beneficio poco común en medio de un panorama marcado por una inflación
galopante, la escasez de bienes básicos y una de las peores tasas de
delincuencia del mundo.
Aunque algunos funcionarios critican la política, ninguno de los
candidatos en las elecciones para reemplazar a Chávez —el presidente
interino Nicolás Maduro y el líder de la oposición Henrique Capriles— ha mencionado cambiarla.
PDVSA, la petrolera estatal y la entidad que maneja el subsidio, no respondió a pedidos de comentarios.
Venezuela no es el único país que practica el populismo del
combustible. Muchos países en desarrollo han adoptado políticas
similares en un esfuerzo por mejorar la calidad de vida de sus
ciudadanos, impulsar industrias internas dependientes de la energía o
mantener satisfecha a la población.
La AIE estima que gobiernos alrededor del mundo gastaron US$523.000
millones en subsidios de combustibles fósiles en 2011, liderados por
países de Medio Oriente como Arabia Saudita y gigantes en desarrollo
como China e India. El Fondo Monetario Internacional llegó a una cifra
similar, US$481.000 millones, en un informe reciente. Los datos se basan
en la brecha entre los precios del mercado y los precios subsidiados.
Los subsidios tienen su lado positivo. Han ayudado a proveer energía a
poblaciones pobres en países en desarrollo. En Yemen, estos subsidios
redujeron el nivel de pobreza en 8 puntos porcentuales entre 2005 y
2006, concluyó un informe de 2010 llevado a cabo en conjunto por varios
grupos, incluida la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económico. Los subsidios colocan más dinero en los bolsillos de los
consumidores, quienes pueden gastarlo en otras cosas.
Los detractores de los subsidios del combustible dicen que sólo
benefician a la clase media y que los bajos precios artificiales
alientan el despilfarro. Los subsidios también son un tema candente en
las cumbres de medioambientalistas. Un estudio de la OCDE concluyó que
si se eliminaran los subsidios de combustibles fósiles, el uso excesivo
se reduciría, con lo cual las emisiones de gases de efecto invernadero
podrían caer 10% para 2050.
Irán, que registra un descenso en sus exportaciones petroleras y un
aumento del consumo interno, ha intentado limitar la adicción al
combustible barato alimentada por los subsidios. El país incrementó los
precios de la gasolina a alrededor de US$2,15 el galón, frente a los 30
centavos de dólar en 2010, lo que tuvo como consecuencia una caída de 6%
en el consumo interno, afirma Elham Hassanzadeh, un consultor de
energía de la Iniciativa Global de Subsidios. Pero el gobierno de Irán
tomó esta medida a la vez que concedió pagos directos de alrededor de
US$45 al mes a sus ciudadanos, lo que le acabó costando más que lo que
ahorró con los recortes a los subsidios, indicó Hassanzadeh.
En Venezuela, parte del derroche
petrolero se filtra por las fronteras. La gasolina en Colombia cuesta
unos US$1,2 el litro, 100 veces más que el precio venezolano a la tasa
de cambio oficial, y más de 400 veces la tasa informal.
Como consecuencia, todos los días en la ciudad venezolana fronteriza
de San Antonio del Táchira, miles de autos, buses y motocicletas con el
tanque recién cargado se dirigen al puente sobre el río Táchira hacia
Colombia, y soportan horas de embotellamientos para cruzar la frontera.
En Colombia, ese combustible es extraído de sus tanques por
pimpineros —término que deriva de la palabra usada para referirse al
recipiente de la gasolina— que pagan hasta US$0,5 por litro y revenden
la gasolina o diésel en el país por unos centavos de dólar más.
Muchos de los autos que cruzan el puente son modelos grandes, como
Fords o Chevrolets de los años 70 y 80. Para un auto con capacidad de 76
litros de combustible, es una ganancia rápida de US$40.
Para cubrir la brecha de ingresos que dejan los subsidios de
combustible, Venezuela ha asumido más y más deuda. A pesar de su bonanza
petrolera, el pasivo total del Estado se disparó de US$28.000 millones
cuando Chávez asumió el poder a más de US$167.000 millones a fines de
2012, según datos del banco central y el Ministerio de Planificación y
Finanzas. La cifra incluye deuda externa y deuda interna y un pasivo por
entregarle petróleo a China que Beijing pagó por adelantado.
Si los precios del petróleo siguen en su nivel actual y Venezuela no
realiza ajustes importantes, el gobierno podría encontrarse en un
callejón sin salida financiero en unos dos años, afirma Asdrúbal
Oliveros, economista de la consultora Ecoanalítica. El estancamiento de
la producción petrolera, la inflación y una disminución de las reservas
extranjeras podrían paralizar la capacidad del Estado de operar,
advierte.
El gobierno devaluó 32% el bolívar en febrero. Eso apuntaló las
finanzas estatales al lograr que los dólares provenientes de
exportaciones petroleras valieran más en el país. Pero la medida
empobreció al venezolano promedio. Muchos productos que usan los
ciudadanos son importados y la devaluación oficial los encarece. Además,
el gobierno está restringiendo el flujo hacia el sector privado ya que
los necesita para cumplir con sus compromisos. Esto hace que los dólares
sean prohibitivos en el mercado negro para los importadores
desesperados.
Eso alimenta la inflación venezolana, que crece pese a los controles
de precios sobre productos como la leche y la harina. Estos precios
también se reajustan a menudo para evitar la escasez. Moody's prevé que
la inflación venezolana alcance 28% este año.
Maduro, el presidente interino, parece estar en ventaja para ganar,
según las últimas encuestas. Si triunfa, Maduro tendrá que hacer un acto
de equilibrismo entre la necesidad de atacar los crecientes problemas
económicos y la de pulir sus credenciales revolucionarias con el
chavismo, el movimiento político del presidente fallecido.
Si ganara Capriles, le resultaría difícil tocar los subsidios sin
desatar la ira de millones de chavistas, que probablemente se mostrarían
abiertamente hostiles a su gobierno. "No tenemos planes de subir los
precios de la gasolina", dijo el director de campaña de Capriles, Carlos
Ocariz.
—Kejal Vyas y Ezequiel Minaya contribuyeron a este artículo.
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