Policía de la lengua
En Alemania un
editor sacó de un libro infantil clásico la palabra “negro” y levantó
polvareda. El tema no es nuevo, de otras obras para niños se están queriendo
quitar personajes considerados “incorrectos” para una sociedad de buenas
relaciones. En Bruselas debatieron sobre Peter Pan, el oso Paddington y otros
personajes de cuentos acusados de desfasados, perjudiciales e intolerantes ante
la visibilidad de la diversidad.
El control del
lenguaje es peligroso. Imagínense si los periodistas tuviéramos que escribir
todos nuestros textos correctamente –léase según la política de la
globalización– y, por cumplir con género femenino y masculino, apenas quedaría
espacio para la noticia; sería un tipo de texto en nada diferente de las
gacetillas oficiales o institucionales. Mucho peor les iría a los escritores y
oradores que perderían la potestad de hacer y deshacer con la virtud de su
herramienta, que es la palabra en libertad.
Una radio
pública alemana afinó la puntería y llamó a esta corriente de control “policía
de la lengua”, fuerte pero muy descriptivo. El editor que sacó la palabra
“negro” de un cuento infantil clásico dijo que sencillamente estaba readaptando
la obra por considerarla racista. El presidente de la federación de profesores
alemanes, respecto al caso, dijo: “Las obras hay que aceptarlas tal y como
fueron creadas”. Yourcenar dice en alguno de sus textos que sustituyendo la
denominación “negro” por “de color” solo se acentúa más el racismo.
En tiempos en
que se defiende la libre expresión, tenemos problemas con las palabras.
Inconscientemente vamos incorporando modismos dictatoriales en el hablar.
Parecemos políticos queriendo captar votos. La @, que no es una letra del
alfabeto, es mal usada por muchísimas personas en internet para especificar que
se alude a hombres y mujeres.
El tema
ocurrido en Alemania no excluye a otras sociedades de nuestro continente.
En el 2010 en
Costa Rica una abogada presentó un acto de inconstitucionalidad en contra de la
letra del himno nacional de ese país, acusándolo de discriminar a la mujer
costarricense. Las partes causantes de su furia fueron: “Que enrojece del
hombre la faz”, “conquistaron tus hijos labriegos sencillos”, “verás a tu
pueblo valiente y viril”. La letra de este himno fue compuesta en 1903 por el
poeta José María Zeledón. El conflicto acabó cuando otra mujer, la presidenta
del alto tribunal, rechazó el recurso alegando que “no se puede realizar un
análisis de constitucionalidad de una obra literaria por sí misma, mucho menos
es posible modificarla por ser una manifestación individual de su creador, que
debe ser respetada”. Por esta vez, la ley defendió al autor, ¿qué ocurrirá más
adelante en muchos países?, ¿serán respetados los creadores en su tiempo o se
los “adaptará pedagógicamente” como alega el editor alemán (que no es
antropólogo)? Los negros siguen existiendo, como los blancos, los amarillos,
rojos y pardos.
Al ritmo que
crecen la violencia y la confusión no sería raro que surja una demanda contra
La Piedad (de Miguel Angel) por mostrar una imagen de “sometimiento machista”,
o mancillar tantísimas obras universales en todas las disciplinas creativas.
Una nueva ola
de palabra y pensamiento se gesta sobre el mundo a una velocidad que aterra,
porque no permite analizar ni discernir, menos respetar lo que otras
generaciones aportaron. Es mejor respetar cada tiempo y no intervenir
policialmente sobre las obras clásicas con el dudoso discurso de desear un
mundo mejor. Si la libertad es respetada nadie escarba buscando con lupa lo
ofensivo en el arte universal. Volviendo al idioma, nada más triste que
nosotros mismos censuremos el buen hablar y escribir. Nada más preocupante que
nos vayamos convirtiendo en policías de la lengua.
- 23 de julio, 2015
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