Percepción ‘versus’ realidad
La Prensa, Panamá
Lo que más le duele a la izquierda criolla es tener que aceptar que el comunismo fue el mayor
fracaso social del siglo XX. Después de 100 millones de muertos producto
de una visión del “cielo terrenal”, el experimento colapsó junto con
los escombros del Muro de Berlín; muestra patética de la necesidad de
enjaular a todo un país para evitar la emigración hacia un mejor
destino. Una gráfica llamativa es la que demuestra el ingreso per cápita
del mundo, desde la caída de Roma hasta aproximadamente 1750, cuando se
inicia un desarrollo que hoy día llamamos la Revolución Industrial
(https://visualizingeconomics.com/blog/2007/11/11/two-thousand-years-of-growth-world-income-population).
La curva vertiginosamente ascendente demuestra cómo Inglaterra dejó
atrás el mundo de los monarcas y el clero para abrirle paso a los
innovadores y mercaderes en beneficio de toda una sociedad.
La
escritora Deirdre McCloskey lo describe en su libro Bourgeois Dignity
como la aceptación, en la sociedad, de que el comerciante tiene un
papel fundamental que jugar y merece estar en la mesa junto a los
actores tradicionales. La evolución hacia una cultura de mercado en la
que, paradójicamente, el deseo de mejorar mi situación resulta en un
beneficio colectivo, fue admirado por el economista francés Bastiat,
cuando se maravillaba de cómo era posible que la población se alimentara
a diario del mercado de París, sin una coordinación visible. Adam Smith
lo dijo: “No es por la benevolencia del carnicero, del cervecero y del
panadero que podemos contar con nuestra cena, sino por su propio
interés”.
La muerte de Bastiat, en 1848, también es la fecha en
que Karl Marx publica su obra El Manifiesto Comunista. Podemos decir que
el marxismo, como antítesis a un Estado compuesto por un colectivo de
individuos bajo un gobierno Laissez Faire, es la presentación de una
tesis de que unos (o un) sabios tienen el conocimiento suficiente como
para decidir qué es lo mejor para sus ciudadanos. Lenin, Stalin, Mao y
la constelación menor de Castro, Pol Pot y Chávez todos se han
estrellado con la dura realidad de que una sociedad es demasiado
compleja como para dirigirla y mucho menos predecir qué es lo que se
requiere en inversión para beneficio de cada uno de sus ciudadanos. Una
simple mirada alrededor de nuestro continente demuestra que a los
países de corte socialista les va peor que a los Estados que han ido
desarmando el pesado andamiaje erigido alrededor del Estado. Percepción
versus realidad significa que debemos analizar lo que funciona y no lo
que suena bonito.
Ahora bien, el mundo atraviesa los peores
momentos económicos producto de lo que se denomina como la Gran
Recesión, para no usar la misma palabra que describió la debacle de
los años 20 y 30 del siglo pasado. Increpan al capitalismo como
responsable de lo que ocurre en Europa y Estados Unidos. El gran defecto
del socialismo es que, inevitablemente, se vuelve insostenible en la
medida de que las necesidades son superiores a los ingresos, como decía
lady Thatcher “El problema del socialismo es que, al final, el dinero
de los demás se acaba”. Lo que está pasando en Grecia, sencillamente, es
el colapso de una burocracia estatal insostenible. El discurso ya no es
de “izquierda versus derecha”, sino cuál es el tamaño correcto del
Estado. A la izquierda criolla le da roncha escuchar la palabra
eficiencia que no significa más que ser juicioso con el uso de los
recursos escasos. El Estado no produce ingresos propios, los toma
mediante gravámenes a la sociedad para luego gastarlos en obras y
empleos. No es posible seguir cargando con el lastre de un Estado que
mucho pide y poco aporta para resolver las tres grandes necesidades del
colectivo al que se debe: Seguridad, salud y educación.
La
izquierda criolla, ante los desastrosos resultados del experimento
marxista para desviar la conversación sobre su propio desastre, apunta
hacia el capitalismo como responsable de la crisis económica que vive el
mundo. Incapaces de aceptar sus errores, señalan a otros modelos como
igual de incapaces en resolver las necesidades de una sociedad. No
pueden aceptar que la liberalización de la China del modelo maoísta y de
la India de un modelo de economía cerrada ha sido responsable de sacar a
cientos de millones de la pobreza absoluta. Las razones del porqué
estamos viviendo una nueva crisis económica global son muy numerosas
como para detallarlas en esta nota, pero una de las mayores es cómo
ciertos intereses económicos han aprendido que estar cercano al poder y
poder servirse del Estado es mil veces más rentable que competir en el
mercado abierto, con un buen producto a un precio competitivo, del gusto
de los millones de consumidores representados en el tan mentado
mercado. Convencer a unos cuantos es infinitamente más rentable.
- 17 de enero, 2025
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