Gérard Depardieu
El actor Gérard Depardieu, que devolvió su pasaporte francés y
solicitó el belga luego de ser acusado de mezquino por mudarse al pueblo
de Nechin, en Bélgica, a un par de kilómetros de la frontera con
Francia, para beneficiarse de las ventajas impositivas, aseguró que ha
“pagado €145 millones en impuestos en 45 años… yo no he matado a nadie”.
El
devolver su pasaporte, también entregó la tarjeta de su seguro social,
“Nunca me ha servido”, aclaró. Pero la verdad es que, mezquino no es el
que no paga impuestos, mezquino e inmoral es el que los manda a cobrar
por la fuerza.
El impuesto es dinero retirado del mercado -de las
personas- para que, supuestamente, el gobierno pueda hacer aquello que
los particulares no harían. Cosas como asistencia social, seguridad,
educación, etc. Pero la realidad lo desmiente.
Por caso, luego de los huracanes Katrina, Rita y Wilma, las
donaciones privadas de los estadounidenses llegaron a $6,470 millones
demostrando que el asistencialismo privado supera a las ayudas
estatales.
Cáritas española es famosa por los problemas sociales
que atiende. En cuanto a seguridad, es obvio que las personas la
requieren y por ello existen agencias privadas, que pueden contratar, y
que son más eficientes y económicas que las estatales que se pagan más
caras (por la vía impositiva). La educación privada es superior: en
Buenos Aires, por caso, las escuelas no gubernamentales contienen al 65
por ciento de los alumnos
Además, los impuestos son injustos
porque a mayor capacidad económica de una persona, más los traslada
hacia abajo: los empresarios bajan salarios, suben precios, etc. En
definitiva, las cargas fiscales son fondos coactivamente retirados por
el gobierno (mayormente de los pobres) y utilizados en lo que el mercado
podría hacer por su cuenta, pero luego de derrochar buena parte en
burocracia y corrupción que beneficia a los políticos y amigos. Dicho de
otro modo, de no existir los impuestos, los pobres tendrían suficiente
dinero para pagar mejores servicios que los que recibe del gobierno.
El mercado se maneja con acuerdos voluntarios entre las partes,
satisfaciendo las necesidades de todos, vía precios que son los que
dirigen las inversiones y dirimen las diferencias (los potenciales
conflictos). Mientras que el Estado es la imposición coactiva -vía
monopolio de la violencia- que, como toda violencia, termina destruyendo
los recursos sociales porque -además del despilfarro en burocracia-
deriva los gastos en función política ignorando la eficiencia que define
el mercado.
En Europa, los países cuyos mercados están menos
coaccionados por el gobierno tienen mejores rentas. Según Eurostat, el
ingreso promedio de un luxemburgués representa 2.71 veces el promedio
europeo. Para Austria, el índice es de 1.29; Suecia 1.27; Alemania 1.21;
Italia 1 y, debajo de la media europea, España 0.98; Chipre 0.94;
Portugal 0.77;
Grecia 0.79 y Bulgaria 0.46. Insisto, el mercado es
el acuerdo pacífico entre las partes y el Estado es la imposición
violenta. Así, los más estatistas son los más militarizados, como Corea o
Cuba y como quedó claro en la Venezuela del comandante Chávez, en cuyas
recientes elecciones, el oficialismo ganó en 20 estados, 11 de los
cuales quedaron entre manos castrenses, compañeros de armas de Chávez y
participantes del intento de golpe de Estado de 1992.
El autor es miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity en el Independent Institute, de Oakland, California.
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