Desarrollo en subasta en Guatemala

¡Se abrió paca política! Es la paca que contiene
más leyes que prometen acabar con la pobreza en el campo. Primero fue
la ley de “desarrollo rural” impulsada por el partido oficial. Ahora
surge la ley de “productividad rural” como contrapropuesta del partido
Líder. El desarrollo está en subasta. ¡Quién ofrece más! “La de Líder
sí está buena” -dice la publicidad por radio. ¿Cómo no va a estar buena?
La ley ofrece créditos blandos y capacitación agrícola, material de
labranza y fertilizantes gratis, seguro para las cosechas, créditos para
mujeres y, por supuesto, las tierras que provengan de las
confiscaciones a los narcotraficantes.
La competencia por ofrecer una distribución de la
riqueza “justa y equitativa” está dura y se pone cada vez más creativa.
La nueva iniciativa 4629 está lista… la productividad rural está“sólo
ganas”.
Ya hemos pasado por todo esto; sólo que de diferentes
maneras y con diferentes nombres. No sólo estamos cometiendo los mismos
errores, sino que estamos condenados a la pobreza si no nos damos
cuenta de ello. ¿En dónde quedaron todos los experimentos
redistributivos pasados? El Instituto Nacional de Transformación
Agraria, el Fondo Nacional de Tierras, etcétera, etcétera, etcétera. Y
¿qué diferencia puede hacer ahora un Ministerio de Desarrollo Integral?
Aparte de un elegante nombre, más burocracia y clientelismo político no
es la senda del desarrollo.
Dicen que no quieren monocultivos,
latifundistas, agroexportadores. Quieren minifundios y “soberanía
alimentaria”. Como quien dice, es mejor tener una parcela de milpa de
donde se pueda comer el maíz que se produzca a tener un salario de donde
se pueda comprar la comida para alimentar a la familia. Allí anda el
personal de la ONU alcahueteando semejantes sandeces. Con un salario de
funcionario internacional y una corta estadía en el país, no tendrá que
quedarse a vivir las consecuencias de sus recomendaciones.
El
“tema agrario” tiene que ver, fundamentalmente, con la pobreza de las
personas. Dicha pobreza es un síntoma de la baja inversión de capital en
el campo. Mientras que el CUC y el resto de sopa de letras, que
incluyen partidos políticos, ofrecen redistribución y burocracia, la
solución está en más inversión privada. Claro que esta es la solución
para las condiciones de pobreza de los campesinos; no para mantener el
estilo de vida de la dirigencia que vive de preservar esas mismas
condiciones de pobreza.
A manera de ilustración, una empresa
agrícola paga un salario mínimo de Q2,040 al mes; pero sólo una fracción
de los campesinos trabaja en empresas formales. El odio irracional que
los promotores de la ley de desarrollo rural tienen por el sector
privado, hace preferible mantenerlos anclados al minifundio. Es una
pésima opción porque allí tienen pocas expectativas de superar el
ingreso del salario mínimo. Por ello es más importante ver cómo se
mejora el ingreso de los ciudadanos. La forma más rápida es que más
empresas agrícolas inviertan. El socialismo del siglo XXI es la ruta
equivocada. Tiene cáncer y nos terminará matando a todos.
- 23 de julio, 2015
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