Recordando a Roy Childs

Quienes escriben quedan inmortalizados en el
papel. Unamuno consignó la idea en conocidos versos: “Cuando me creaís
más muerto/ retemblaré en vuestra manos/Aquí os dejo mi alma,
libro/hombre, mundo verdadero/Cuando vibres todo entero/soy yo, lector,
que en ti vibro”. Leonard Read solía decir que como la amistad verdadera
y perdurable se basa en la comunión de ideales, uno no necesita haber
conocido personalmente a alguien para sentirse su amigo, y Thomas Szasz,
refiriéndose a Childs, escribió que “hay dos formas de conocer
íntimamente a una persona. Una es convivir en el mismo espacio de vida
durante un largo período, la otra es a través de un proverbial encuentro
de mentes. Mi intimidad con Roy fue del segundo tipo”. Szasz lo conoció
personalmente de modo fugaz a Childs, yo no tuve ese privilegio, sin
embargo, siento que comparto la misma amistad a través de sus escritos.
Somos nuestros pensamientos reza el dictum bíblico, de modo que nada
mejor que conocer los pensamientos de alguien para conocer a la
persona…y cuanto más se exprima sus pensamientos en todos los órdenes,
más nítida resulta la radiografía.
Como todo buen escritor, Roy A.
Childs, Jr sigue existiendo entre nosotros porque están bien presentes
sus obras que es en realidad lo sustancial que deja de una persona en su
paso por esta tierra. En este caso, envuelve a todos los que tienen
acceso a sus trabajos y los que recuerdan a quien fue uno de los más
destacados exponentes libertarios de los setenta y ochenta y el centro
de atención de los jóvenes de esas generaciones, a pesar de su efímera
vida entre los mortales puesto que murió a los 43 años de edad, en 1992.
Reconocer,
recordar y resaltar los méritos y la fertilidad de quienes nos
precedieron, no solo constituye un acto de justicia sino que forma parte
del natural agradecimiento por los desvelos intelectuales de personas
que han contribuido a convertir el mundo en algo mejor respecto a la
situación que hubiera tenido lugar sin su presencia.
Como ha
escrito Giovanni Papini en una ilustrativa metáfora, si a uno le
abrieran el cerebro para espiar las influencias que ha recibido se
encontrará con infinidad de cartelitos con los respectivos nombres. A
Childs lo influyó especialmente Rose Walder Lane, Robert LeFebre, Ludwig
von Mises, Tibor Machan, Floyd Harper, Murray Rothbard, Walter Block y
Hans Sennholz. Enseñó en Rampart College y pronunció celebres
conferencias en la Universidad de New York. Como relata Joan Kennedy
Taylor en su jugoso escrito biográfico sobre este autor, era, además de
su primordial interés filosófico, un apasionado de la música clásica
(especialmente del compositor Sgambati y del pianista Bolet) y de la
literatura de ficción y, en su métier, fue editor del Libertarian
Review, colaboró en Cato Institute y en el Center for Libertarian
Studies, fue comentarista principal de libros en Laissez-Faire Books,
editó libros como National Economic Planning. What is Left? de Don
Lavoie, mantuvo nutrida correspondencia con Milton Friedman y con su
amigo Robert Nozick (quien, agregamos nosotros, hizo uso de la palabra
en el funeral de Childs), pensador al que también criticó por un aspecto
de su tesis en uno de sus afamados libros, y fue muy conocida y
difundida su refutación a algunas de las reflexiones de Ayn Rand. En un
artículo inconcluso, encontrado entre sus papeles cuando murió, parece
retractarse de algunas de sus posturas, pero como dice la editora de esa
publicación póstuma “nunca se sabrá” ya que no argumenta su cambio de
posición.
En cualquier caso, es necesario reproducir algunas de
las ideas que defendió en sus múltiples ensayos con maestría didáctica y
convicción durante su corta y muy activa y prolífica vida. En esta nota
periodística me circunscribo a dos de sus trabajos.
En primer
lugar, escribe en su “Liberty against Power” que “no puede haber duda de
que lado se ha ubicado el siglo veinte en el viejo conflicto entre la
libertad individual y el estado respecto a los asuntos humanos. El siglo
veinte es el siglo del poder, un siglo en el que la coerción estatal ha
constituido un lugar común. Todas las formas concebibles de estatismo
han sido aplicadas: fascismo, comunismo, social-democracia, estado
corporativo y dictaduras militares. Los frutos de ese poder también se
han puesto en evidencia. Hemos visto más miseria humana causada por el
salvaje poder político, más crueldad y destrucción de vidas humanas que
lo visto hasta el momento en nuestra historia.” Y luego de lo cual se
refiere al desmoronamiento de la educación estatal, los elevados gastos
públicos, deudas, déficit y aumentos siderales de impuestos junto con la
quiebra de los sistemas estatales de seguridad social y el creciente
desempleo, en cuyo contexto lo cita a Albert J. Nock quien consigna que
“lamentablemente no se comprende bien que del mismo modo que el estado
no tiene recursos propios, tampoco tiene poder propio. Todo el poder
estatal es lo que la gente le otorga”.
En otro se sus ensayos
Childs titualado “Big Buisness and the Rise of American Statism” afirma
que la connivencia entre el poder gubernamental y las empresas
prebenarias ha sido una catástrofe para la economía estadounidense y que
las legislaciones de “antitrust” y “antimonopólicas” han constituido
pantallas grotescas para proteger a empresarios ineficientes. Refiere
como originalmente las empresas surgían de la eficiencia y la
competencia hasta que irrumpió el aparato estatal, todo a contramano de
lo que habitualmente se enseña en las historias oficiales y recomienda
el gran libro de Gabriel Kolko que lleva por título The Triunph of
Conservatism. A Reinterpretation of American History.
En ese
mismo ensayo nuestro autor subraya un tema de gran trascendencia como el
determinismo filosófico. En este sentido, explica que “el determinismo
en sentido estricto es contradictorio. Si el proceso mental del hombre
-específicamente su intención de razonar- no fuera libre, si estuviera
determinado por su herencia y medio ambiente, entonces no hay manera de
sostener que una teoría es verdadera y otra falsa ya que ningún hombre
tendría manera de saber que su proceso mental no está condicionado a
forzarlo a creer que una teoría es lógica cuando en realidad no lo es”.
He
consultado de primera mano con personas que tuvieron la oportunidad de
frecuentarlo a Childs y coinciden en su notable erudición, en su
generosidad para compartir conocimientos, su espíritu siempre jovial y
su muy atractivo y contagioso sentido del humor. Esta breve referencia
periodística pretende rendir homenaje a este cultor de la libertad que
tanto bien ha hecho por la condición humana. Si todos hicieran su parte
en esta lucha por los valores y principios de la sociedad abierta, no
estaríamos en los problemas en que estamos. No cabe endosar la
responsabilidad a otros, cada uno es responsable por el establecimiento
del necesario e imprescindible respeto recíproco.
En todo caso,
conviene cincelarse en la memoria tres expresiones que remiten al mismo
concepto y que recuerdan los enormes sacrificios para que tuviera
vigencia, es decir, la libertad, cuyos usos originales fueron primero en
Sumeria 2.500 años antes de Cristo: amagi, y luego eleutheria en la
Grecia clásica y su contraparte libertas en el mundo latino, esfuerzos
parturientos que representan bien la vida del contemporáneo Roy A.
Childs, Jr.
- 23 de julio, 2015
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