El circo paraguayo
El circo consiste en un espectáculo artístico que va moviéndose por diversas ciudades y pueblos para que se exhiban los animales, acróbatas, magos, payasos y otros diferentes artistas. Las habilidades que realizan deben mostrarse al espectador. Es lo que puedo, de manera elemental, explicar con relación a esta función y distracción.
A la capital paraguaya y algunas ciudades siempre llegan los circos en épocas de las vacaciones estudiantiles. Los dóciles elefantes, junto a las jaulas de tigres y leones, eran la principal carnada que se usaba para que todas las noches, y los domingos a la tarde, la gente ocupara los palcos debajo de una carpa.
La antigua Roma parece ser la ciudad que vio nacer a este espectáculo popular. Las carreras de caballos, de carros romanos y las sanguinarias peleas entre animales y humanos convirtieron al circo en un cubil de peleas, paradójicamente, inhumano.
Ahora ya casi desaparecieron los animales de cuatro patas y la propuesta circense se circunscribe a un entretenimiento con exclusiva presencia de la gente, tanto como protagonista del espectáculo y como espectador. Los artistas hacen magia, son trapecistas, hacen malabarismos, los payasos hacen chistes y se presentan otros números de acrobacia, entre otras cosas y con variados efectos tecnológicos.
Sin embargo, nuestro país tiene todo para ser un circo y no es para enorgullecerse de ello, no tenemos carpas pero sobran carperos. Y de un tiempo a esta parte, es casi una profesión, ya que da buenos resultados tener unas hectáreas de tierra, venderlas a los brasileños y luego maquillarse de nuevo como campesinos sin tierra debajo de una carpa. Muchos carperos tienen vehículos de 45.000 dólares. Un ministro de Educación de Lugo hasta cambió un mangal e instaló “formación y cultura” debajo de unas carpas que usa el ejército. El mismo entregaba títulos de doctor a cualquier “ayura galleta”.
Los animales circenses, los de cuatro patas, han sido dejados de lado por la protección que necesitan. A nosotros nos sobran los de dos patas que han ocupado todos los estratos sociales, incluso involucrados en robos de joyas que no han sido dilucidados.
Hay muchos payasos que son grandes animadores de las sesiones parlamentarias, pero con la gran diferencia de que no originan risas sino llantos en la población.
Los malabaristas se instalan en los semáforos en busca de una moneda, hacen malabares con pelotas, naranjas y otras cosas que son enviadas al cielo y que a veces caen al suelo para certificarnos que la calle está dura. Nuestras esposas también deben hacer magia para llegar a fin de mes y en vez de risa suele causar angustia.
Un gran animador de circo se fue el pasado 22 de junio aunque muchos de sus allegados siguen con ganas de seguir la fiesta. La demostración de las Harley o acudir a un bañado pobre en una Hummer es libreto de algún payaso.
Aunque estén en peligro de extinción, los gorilas nunca faltan. Con tanto dinero dulce en su poder ahora hace lo que quiere en el circo mercosuriano. Los maletines con dólares, que no son de recaudaciones precisamente, venían desde Venezuela y, como se sabe, por el dinero baila el mono pero sin dinero se baila como monos de circo.
El dueño del circo y trapecista, que se pasó volando por los aires, se vino a tierra para pisar la arena del circo con el juicioso diploma de títere y bufón.
- 23 de julio, 2015
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