Petróleo como progreso
Venezuela tiene que cambiar sus paradigmas petroleros. Adoptemos prácticas que signifiquen un genuino salto al progreso. Los recursos del subsuelo pueden seguir siendo propiedad de la República, sin que eso implique su explotación por el Estado.
El negocio verticalmente integrado, desde la exploración hasta la venta al consumidor final es mucho más efectivo y rentable para la sociedad, si el mismo es desempeñado por empresas cuyo capital no es de mayoría estatal. La historia demuestra que la tragedia de los Petroestados se gesta en el vientre de las corporaciones cuya suerte la determina la burocracia gubernamental.
PDVSA es un anacronismo que sirve de emblema para ilustrar el punto. Es demasiado tentador para un gobernante, especialmente si carece de escrúpulos y entrenamiento moderno, ponerle la mano a las finanzas de una empresa como esta. La misma termina sus días siendo más privada que cualquier entidad similar en otra parte del mundo. Su competitividad se reduce en directa proporción a la utilización de sus ingresos como gasto público corriente y como alimento del hambre corrosiva de los corruptos parasitarios del Estado. No hay transparencia y los criterios gerenciales son remplazados por la fidelidad partidista y personalista.
La solución reside en cambiar el modelo, dejando que el negocio lo realicen múltiples empresas compitiendo entre sí y abiertas al público para captar fondos de la infinidad de personas interesadas en multiplicar el rendimiento de su dinero. La mayoría de los inversionistas de este tipo de empresas no son familiares de Drácula o del Tío Sam, sino fondos de pensiones y ahorros de millones de individuos con cientos de nacionalidades diferentes.
Hoy PDVSA no podría ser más privada. Hagámosla pública y pongámosla a competir.
- 23 de enero, 2009
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