Argentina: Escalada del dólar, no sorprende pero inquieta
Si algo no podrá decir el Gobierno es que lo sorprendió la disparada del dólar paralelo.
El anuncio del Banco Central formalizando que no venderá dólares con destino al ahorro a precio oficial cerró más el grifo cambiario y creó las condiciones para la suba del paralelo .
Ayer ese dólar cerró a $6,75 con una suba de 12% en siete días y a una distancia de 47% del precio del oficial.
La suba del paralelo, entre otras cosas, hundió más en el desconcierto a actividades que ya venían en claro declive , como la inmobiliaria, ante las dificultades para poder cerrar negocios a un dólar que resulte aceptable para compradores y vendedores.
Un dólar de $ 6,75 y una brecha cambiaria superior a 45% son síntomas evidentes de desequilibrio en un mercado que lo vino acumulando y que se podría sintetizar en una pregunta: ¿a $ 4,58, que es el precio de las casas de cambio, la gente estaría más dispuesta a comprar o a vender dólares? En los últimos años, el precio del dólar creció muy por debajo de la inflación que miden las provincias y eso consolidó la idea de que el dólar había retrasado su precio y se iba poniendo barato. La idea original de dólar alto, expresada por el Gobierno, se diluyó con intensidad en los últimos dos años .
Uno de los últimos en aceptar esa realidad fue el Gobierno, que en noviembre empezó a aplicar restricciones a los importadores. Además, sacó al público del medio, para quedarse así con los dólares que liquidaban los exportadores.
Si de comprar dólares baratos se trata, como es obvio, el Banco Central se pone primero en la lista y más cuando está manejado por un Gobierno que en el año tomará US$ 6.180 millones de las reservas sólo para pagar la deuda por los Boden 2012, el cupón de crecimiento y los compromisos con los organismos financieros internacionales.
En esa carrera, el Central fue comprando dólares y cerrando el grifo en el intento simultáneo de no perder reservas.
Entró en ese contexto un tercer actor que ganó protagonismo de manera acelerada y es la creciente emisión de moneda .
La titular del Banco Central está convencida de que la Argentina está en condiciones de emitir grandes cantidades de dinero, a un ritmo del 34% anual, para así expandir el consumo en el mercado interno. Y cree que eso no tendrá consecuencias sobre la inflación o el mercado cambiario.
Así se llega hoy a una situación en la que el Banco Central no puede hacer crecer las reservas a pesar del cepo cambiario y, simultáneamente, cada vez hay más pesos dando vueltas , algunos de los cuales quieren pasarse a dólares. El resultado está a la vista.
Algunos comportamientos de los ahorristas reflejan lo que están pensando: Los depósitos en caja de ahorro en dólares salen de los bancos con menos intensidad que el mes pasado , pero no dejan de gotear .
La circulación de pesos crece más que los depósitos y, a su vez, el dinero en cuenta corriente y caja de ahorro aumenta más que el colocado a plazo fijo .
Los plazos fijos de los individuos no crecen y sólo lo hacen los de las empresas.
Son indicadores claros de que los tenedores de pesos prefieren tener en su poder dinero líquido . Podría ser porque con una tasa de plazo fijo de 13% anual, que además es el techo que el Central le puso a los bancos para captar depósitos, no se sienten protegidos frente a la inflación , o a raíz de la incertidumbre cambiaria . También, porque es la forma en que la estadística monetaria podría encubrir la tentación de comprar en el paralelo.
Buena parte de los expertos monetarios opinan que el Central debería salir a vender dólares en el paralelo (ayer lo intentó, ver pág. 10), para “castigar” a los que compren dólares a $6,75 y así desalentar la idea de que un dólar en la Argentina podría estar claramente por encima de $6, un valor que puede resultar técnicamente exagerado .
Hasta ahora, el Central se limita a opinar que el paralelo es un mercado muy chico y que, prácticamente, no tiene incidencia sobre la economía, un concepto cuanto menos discutible .
La encrucijada del Central es que hoy no podría salir a vender dólares a $4,58 ni tampoco a acelerar mucho el ritmo de devaluación. En un caso porque le podrían restar bastantes reservas. En el otro, porque sería agregar combustible a la inflación cuando se intensifica la pelea entre la Presidenta y Hugo Moyano.
El cepo cambiario y la trepada del paralelo ya impactan a la hora de tomar muchas decisiones. Y otro riesgo es que pueda cobrar fuerza la idea de que un dólar debe costar seis pesos.
- 31 de octubre, 2006
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