Uruguay: Navegando a bandazos
El País, Madrid
Los de afuera miran perplejos la colosal confusión interna del gobierno, reflejada tanto en las decisiones que se toman como en las explicaciones que sobre ellas se ofrecen. El Presidente tiene facultades para cambiar ministros pero no puede dar seis explicaciones distintas de sus actos de gobierno.
Las decisiones desconcertantes que viene tomando este gobierno han causado un pánico generalizado pero sus efectos concretos han afectado directamente a dos rubros de actividad, el agro y el turismo, que son los de mayor importancia económica para el país. En el caso del agro fue una modificación de la tributación, que fue y vino, se anunció, se postergó, se modificó y, al final, se aplicó. En sí no es gran cosa, pero los vaivenes y los dislates ofrecidos como sucesivas justificaciones produjeron mayor daño porque, al no haber lógica en las explicaciones éstas se convierten en amenaza. En el caso del turismo sucedió algo parecido. Entre la intermitente sustitución de las distintas explicaciones a la remoción del ministro Lescano y la incomprensible (y estúpida) obstinación en mantener con Argentina un estilo de diplomacia que obviamente no funciona, la actividad turística se frenó por las dudas, presa de la cautela más justificada.
La confusión que padece el gobierno del Frente Amplio obedece a características personales de estos gobernantes -de eso no hay dudas- pero tiene una raíz sistémica. Hay una disputa interior, en el seno de los grupos políticos que forman el oficialismo y en la cabeza individual de sus dirigentes, entre un aggiornamento hacia el que los empuja la realidad y la fidelidad (o rutina) hacia viejas doctrinas formadoras. En este mundo hay cosas mal repartidas: el reparto de la belleza y de la inteligencia es injusto (tremendamente) y no tiene arreglo; el de la riqueza se puede corregir. Las diversas maneras de tratar de acomodar las hirientes disparidades económicas constituyen un desafío para toda sociedad. Cuando Mujica le dice en el Conrad a los empresarios: dispónganse a invertir, está diciendo: vengan que van a ganar dinero (ese es el objetivo último de todas las decisiones de inversión).
Pero ganar dinero, en el universo mental formado por las teorías en las que bebieron los frentistas, es algo malo; y ganar mucho dinero es muy malo. En la doctrina de la izquierda el de arriba aumenta su riqueza con lo que le saca al de abajo (explotación, usurpación de la plusvalía). Pero, en la realidad de lo que aquí ha pasado, los empresarios del agro y del turismo hicieron inversiones, se han enriquecido y los trabajadores de esos sectores no se empobrecieron; al contrario, han mejorado mucho. Esto confunde a los jerarcas de este gobierno así como a muchos votantes del Frente Amplio. La confusión donde antes reinaba la certidumbre dogmática produce desarreglos de conducta y de razonamiento. La confusión que tiene el gobierno y el Frente Amplio, cada uno por su lado, es sistémica: no bastará un cambio de personas sino de cabezas.
Mientras tanto este gobierno es una nave que viaja y seguirá viajando a los bandazos, no por obra de alguna terrible tormenta -la economía mundial sopla a favor nuestro- sino porque capitán y tripulantes se han enredado a los manotones entre sogas, jarcias, velas, cabos y viejas arboladuras desprendidas, en un gigantesco y creciente nudo que hace peligrar a todo el pasaje.
- 23 de julio, 2015
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