Panamá: el ocaso de las instituciones
Las instituciones constituyen verdaderas reglas de juego que enmarcan, movilizan y guían la acción de los agentes sociales en determinadas direcciones. Esto lo logran en la medida en que contienen una adecuada estructura de incentivos, que promueve una forma de comportamiento específico, la cual se asegura con la presencia de mecanismos de forzoso cumplimiento de dichas reglas de juego.
Las instituciones, que pueden tomar formas variadas tales como leyes escritas, normas sociales formales, normas de comportamiento informales y creencias compartidas, en la medida en que resulten de un proceso democrático, participativo y deliberativo que permita importantes consenso nacionales juegan un importante papel en el progreso social. Cuando esto se logra aparece un desarrollo caracterizado por una menor prevalencia de conflictos, la presencia de mecanismos efectivos de resolución de los mismos, así como por una notable reducción de los niveles de incertidumbre. Se trata, desgraciadamente, de una situación cada vez más ausente en nuestro país, tal como se puede ilustrar con algunos ejemplos.
Entre los hechos políticos recientes destaca la ausencia de una clara definición de las reglas electorales, producto de la negativa de la Asamblea Nacional de aprobar las reformas a la legislación electoral que fueron ampliamente debatidas por los diversos sectores sociales, las que pretenden algún avance, aunque parcial y tímido, del proceso democratizador. Esto, de no corregirse, apunta claramente hacia condiciones de incertidumbre y confusión que para nada ayudan al desarrollo nacional.
El proceso de aplicación de los mecanismos de forzoso cumplimento de las normas y leyes también aparece seriamente lastimado. Para ilustrar esto se puede llamar la atención sobre la sistemática violación de los derechos a la seguridad social, bajo la forma de la evasión y la retención de cuotas que luego no son entregadas a la CSS. Hace poco un humilde guardia de seguridad de la ciudad de David nos comentaba los diversos abusos a que son sometidos por sus empleadores, en condiciones tales que al poner sus quejas ante las autoridades locales recibían una insólita respuesta: “no podemos hacer nada porque tienen padrinos en Panamá”. Cumplo con divulgar la denuncia de este esforzado trabajador.
En el plano económico, por su parte, se desarrolla una creciente tendencia hacia la constitución de lo que podemos llamar instituciones perversas, las que en lugar de promover el bien común están guiadas a favorecer a sectores específicos de la oligarquía gobernante y sus aliados transnacionales. Un ejemplo claro de esto son los recientes cambios de la legislación minera, así como las que promueven otras formas de acumulación por desposesión. Esto, junto a la percepción generalizada de corrupción, no tardará mucho en convertirse en un significativo peso muerto para el progreso económico del país.
Frente a este panorama desalentador de creciente ocaso de las instituciones nacionales, producto de la codicia de la oligarquía dominante y a sus luchas por hacer del poder político un medio de acumulación, resulta necesario levantar un proyecto de rescate del Estado Nacional y sus instituciones que evite que el mismo se convierta en un Estado fallido.
El autor es economista.
- 23 de julio, 2015
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