La Planta: autoritarismo sin autoridad
No puede sino causar un inmenso estupor la actitud de la ministra Iris Varela en cuanto al caos creado en la cárcel de La Planta. Al tiempo que tiene días vejando a los familiares de los internos e insultando y amenazando a medios, políticos y ONG a quienes responsabiliza gratuitamente de la anarquía, se dirige a los presos de forma edulcorada, sumisa y hasta adulante rogándoles que por favor se porten bien. Ridículo mayor es imposible.
Hace un año advertíamos, apropósito de la masacre de El Rodeo, que este es un gobierno autoritario sin autoridad: no tiene capacidad de establecer el mínimo orden requerido para que una sociedad funcione; está sometido por la delincuencia dentro y fuera de las cárceles; se ha arrodillado frente al crimen organizado y el narcotráfico que lo corroe desde lo más íntimo de las instituciones.
La falta de autoridad pretende compensarse con el ejercicio de un autoritarismo creciente y antidemocrático. No hay una política carcelaria, pero es un punto de honor la humillación de presos políticos así como la vejación de presos comunes y de sus familiares. Valientes defensores de los derechos humanos se han cansado de denunciar la situación de los privados de libertad, pero la respuesta obtenida por parte de los supuestos revolucionarios ha sido la persecución, el insulto y la descalificación. El Gobierno no sabe ejercer la autoridad, de hecho le aterra, pero se regodea en su autoritarismo ramplón. Para ellos gobernar no se trata de crear condiciones de desarrollo del ciudadano sino de la destrucción de sectores incómodos.
En definitiva, no les interesa gobernar sino someter a sus contrarios. La administración de la cosa pública necesita de cierta capacidad, disciplina, organización y preparación de las que carecen. Por eso se dedican al ejercicio despótico del poder, a la aniquilación de la crítica que transforman en disidencia, del pluralismo convertido en rebeldía, del reclamo mutado en subversión.
Pero el autoritarismo no es más que el reflejo de la debilidad estructural del Gobierno y de las miserias de quienes lo acompañan. La arrogancia que demuestran hacia los demás es solo una manera de tratar de encubrir inútilmente la decadencia de su triste vida de adulantes. Así como la ministra Varela lisonjea indistintamente al Presidente y a los pranes, hace un año la diputada Eeckhoud, al referirse a la situación de El Rodeo, pegaba su jaladita de rigor al ministro de Interior y Justicia cuando afirmó: "es una política acertada todo lo que ha sido el plan del Gobierno, y de nuestro ministro El Aissami, en la humanización de las cárceles" (¡!).
El tema carcelario es otro en el que se evidencia el desprecio por los derechos humanos y por el ciudadano, propio de todo autoritarismo, que ha caracterizado a un gobierno que ha sido derrotado por la delincuencia y cree que abusar es gobernar.
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