“Veladamente, la libertad de expresión está en peligro”
Un panorama sombrío sobre la prensa en varios países de América Latina es el que detalla en el Freedom Forum de Oslo Nicolás Pérez, editor de El Universo de Ecuador.
Pérez, que fue sentenciado a pagar 42 millones de dólares y a tres años de cárcel por una demanda que le iniciara el presidente Rafael Correa y que, por la presión internacional quedara absuelto, le adelantó a Clarín su punto de vista sobre la difícil relación entre los medios independientes de la estructura oficial y los Gobiernos.
Para Pérez, que promedia los 40 años y tiene el hablar pausado y claro de los habitantes del Quito, “ la libertad de expresión está en peligro de una manera velada ”. “Dicen que cualquiera puede decir lo que quiera. Pero si lo dices, salen a enfrentarte o a ridiculizarte usando todos los medios oficiales, incluyendo, como fue nuestro caso, la presión sobre la justicia”.
Considera que en los gobiernos populistas de Latinoamérica (así calificó a Venezuela, Ecuador, Argentina, Cuba, Bolivia y Nicaragua) la prensa de referencia “vive bajo una amenaza constante de los gobiernos y la “libertad de expresión está totalmente amenazada”.
En este foro de la libertad, donde las miradas y los temas son amplísimos, surgió la siguiente pregunta: ¿estamos de acuerdo que el comunismo está muerto? El interrogante apareció proyectado en la pantalla del coqueto teatro Chistiana de Oslo, similar al Avenida de Buenos Aires, y sirvió de introducción a la charla de Tomas van Houtryve en la segunda jornada que se desarrolla en la capital de Noruega.
Las imágenes obtenidas por el fotógrafo en Corea del Norte, China, Cuba, Nepal y algunos países de la ex Unión Soviética sirvieron de marco para el “no” como respuesta rotunda.
En la actualidad, y a diferencia de lo que se piensa habitualmente, hay 1.400 millones de personas que viven en régimenes comunistas en los que los derechos humanos dejan mucho que desear.
El desarrollo del Foro desembocó en el análisis del mundo árabe un año después de la revuelta política en muchos de esos países, que determinó la caída de gobiernos que desde hacía largos años detentaban el poder.
Los jóvenes que protagonizaron esa primavera no ocultaron su escepticismo, ni la ausencia de cambios concretos, que les permitiese ser optimistas sobre mejoras en las condiciones de vida de sus poblaciones.
Periodistas y blogueros (estaba Lina Ben Mhenni, bloguera líder de la revuelta en la rebelión en Túnez) de Libia, Marruecos, Sudán y Barehin dejaron en claro que el camino hacia democracias eficientes promete ser muy largo.
Una sorpresa agradable en Oslo es que hay vino argentino y está bien reputado. Aunque muy caro: una copa cuesta 86 coronas noruegas (US$ 17 ó 76 pesos) y el Alamos figura en las cartas de las vinerías del centro de la ciudad.
Mucho menos agradable, por cierto, fue un análisis detallado sobre las dictaduras que gobiernan buena parte del planeta y sobre las cuales, en muchos casos por tener un comercio fluido, Occidente prefiere mirar para otro lado.
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