Para una guerra hacen falta dos bandos
50.000 muertos es lo que produce una guerra sangrienta y homicida y, por tanto, gravemente inmoral. Son solo los muertos en México, en los últimos cinco años, debido a la guerra contra las drogas que ha tornado a América Central en la zona más violenta del globo, una sucursal del infierno según Sergio Ramírez. ¿Quién es el culpable? Iniciarla la inició Nixon en 1971. Más de 40 años de fracasos que han costado a Washington más de US$ 2.5 billones, arrestando a más de 40 millones de personas.
Y solo consiguió muerte y destrucción como que la violencia siempre destruye, por eso es que no existe tal cosa como "violencia justa", un contrasentido ya que justo es lo que se corresponde con la naturaleza y violento lo que va contra ella. Dicen, quienes apoyan la violencia (que ha fracasado en controlar el consumo y el delito), que lo hacen para salvar las vidas que se perderían si estas drogas (tremendamente dañinas) fueran libres. Pues se perderían menos que las que se pierden con esta guerra.
Lo cierto es que esto es un negociado entre los narcos, los traficantes de armas y el Estado que, al prohibir, garantiza el monopolio y grandes ganancias (para sobornar) a quienes sobornan a los funcionarios adecuados, ya que el tráfico sería imposible sin la colaboración de burócratas estatales. Unas 142.000 armas han sido incautadas por el Gobierno de Calderón, 70% fueron rifles de asalto, 80% provienen de EEUU, dijo el mandatario.
Hasta los burócratas que están a favor del odio y la violencia, como el presidente de la Junta Internacional de Estupefacientes de la ONU, reconocen que las "drogas legales como el tabaco y el alcohol… matan cada año entre 10 y 15 veces más que las ilícitas". Entonces ¿hay que declararle también la guerra al tabaco y al alcohol? "Coca no es (la muy dañina) cocaína" rezaban los carteles de miles de manifestantes, en Bolivia, para defender la milenaria costumbre de mascar su hoja.
Gracias a Dios, cada vez más piden menos violencia y más libertad. El apoyo público para legalizar la marihuana entre los estadounidenses creció del 36% en 2006 al 50% en 2011, según Gallup. Entre las muchísimas personalidades e instituciones, resulta llamativo que algunos gobernantes de derecha pidan discutir una política menos violenta, por caso, la discusión fue admitida en la Cumbre de las Américas gracias al presidente de Guatemala, el ex militar Otto Pérez Molina, propuesta elogiada por muchos líderes empresariales y el Arzobispo Oscar Julio Vian.
Incluso Washington, abrumado, empieza a aflojarse: "Vale la pena discutir, pero no hay posibilidad de… un cambio de política hacia la legalización", dijo el vicepresidente. Pero el gobierno de EEUU intenta silenciar el debate, la censura y la auto censura dentro del gobierno es endémica. Según Ethan Nadelmann que "la peor prohibición… es de pensar —y de eso, lamentablemente, es culpable el gobierno de EEUU".
Por caso, la descriminalización en Portugal en 2001 no aumentó el uso de drogas. Pero los argumentos empíricos e históricos son secundarios, basta con saber que la guerra es inmoral y recordar a Juan Pablo II que condenó las teorías "consecuencialistas" y "proporcionalistas" según las cuales, es moralmente aceptable un mal (como la violencia "represiva"), si "evita consecuencias peores o males proporcionalmente mayores": el mal (la violencia) es siempre inaceptable y jamás provocará un bien.
El autor es miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity en el Independent Institute, de Oakland, California.
- 10 de junio, 2015
- 3 de julio, 2015
- 6 de mayo, 2013
- 14 de septiembre, 2015
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