El presidente sin palacio
El País, Montevideo
Kosovo es un territorio balcánico de poco más de diez mil kilómetros cuadrados y cerca de dos millones de habitantes, la mayoría de lengua albanesa, pero con una importante minoría serbia. Durante la Yugoslavia del Mariscal Tito fue una provincia autónoma. Allí nació Ibrahim Rugova, en diciembre de 1944. Estudió letras, fue becado a París -en 1976– para los cursos que dictaba el célebre semiólogo Roland Barthes, hizo un doctorado sobre lengua y literatura albanesa y se convirtió en un destacado profesor e investigador de la Universidad de Prístina, la capital de Kosovo. Ignoramos si por convicción o como una simple operación burocrática se afilió a la oficial Liga de los Comunistas Yugoslavos.
Por entonces nadie hubiese imaginado a Rugova como líder político. Era el típico académico de modales educados, aspecto frágil y despistado, un vestir adecuado y sencillo, algo desaliñado, sólo distinguido por una constante chalina de seda alrededor del cuello. Aparentemente solo le interesaban sus estudios sobre la tradición cultural y lingüística albanesa y una extraña colección de piedras recogidas en todos los rincones del territorio, que solía regalar a sus amigos. Como la mayoría de los kosovares mantenía sus raíces religiosas musulmanas, pero su primer libro había sido un misal cristiano del siglo XV; sin dejar de creer en Dios no era un practicante.
Las tensiones con Serbia, que consideraba la provincia de Kosovo como parte de su territorio, se agudizaron a fines de los ochenta. En 1989, Rugova figuró entre los fundadores, de la Liga Democrática de Kosovo (LDK) que exigió la autonomía política, dentro de una república federal. En el febrero siguiente Serbia, liderada por Slobodan Milosevic, respondió arrasando con todo vestigio de autonomía incluso prohibiendo la enseñanza y uso del albanés, la lengua de la mayoría. Los albanokosovares fueron apartados de los puestos de dirección y sufrieron toda clase de malos tratos
De pronto Rugova, que detestaba las reuniones públicas y se expresaba sin carisma, irrumpió como un inesperado líder. Más aun, en un territorio donde el culto a la violencia era la norma el LDK levantó un programa pacifista de resistencia civil y boicot a las instituciones serbias.
Frente al totalitarismo étnico, Rugova defendía una cultura fundamentalmente lingüística y cultural en el marco de la tolerancia.
Tzvetan Todorov, comentando el caso, subraya que los proyectos étnicos son ajenos al espíritu democrático puesto que exige "encerrar al individuo en una identidad que le atribuyen sus padres y las circunstancias de su nacimiento, en vez de darle la posibilidad de manifestar la autonomía de su juicio. El Estado étnico se presenta como un Estado natural; el Estado democrático debe ser pensado, por el contrario, como un Estado contractual, cuyos habitantes son sujetos que utilizan su voluntad y no simples representantes de una comunidad, sometidos a su identidad física o cultural."
La actividad de Ibrahim Rugova y su partido, durante los diez próximos años, merecen la mayor admiración. En septiembre de 1991, mediante un referéndum clandestino proclamaron la "República de Kosovo", en mayo de 1992 se eligió un presidente -Rugova-y un parlamento; el mandato fue renovado en nuevas elecciones en 1998. Se montó entonces un estado clandestino y paralelo con la ayuda financiera de los compatriotas emigrados que dispusieron la donación del 3% de sus ingresos: hubo instituciones, escuelas y hospitales, todos clandestinos. Ibrahim Rugova se trasformó en el presidente de un país en las sombras, en un presidente sin palacio –como él mismo se definió– y sin ninguna de las mínimas seguridades propias del cargo.
Rugova y los albanokosovares pretendían fundar un país neutro, abierto, de fronteras libres, sin visa, en el cual todos los kosovares, albanos y serbios convivieran pacíficamente. Todo esto en medio de la terrible explosión de la antigua Yugoslavia. "Sin las otras repúblicas que formaban parte de la antigua federación yugoslava, estamos solos", afirmó.
Una y otra vez Rugova cruzó clandestinamente las fronteras de Kosovo para dirigirse a la comunidad internacional. En Bruselas, Washington, Roma o Londres pidió la intervención, mientras al interior insistía en la resistencia pacífica. Llegó tan lejos como pudo. Incluso el 1 de septiembre de 1996, con la mediación de la comunidad católica italiana de San Egidio, se entrevistó con Milosevic en Belgrado.
Pero fracasó en toda la línea, salvo en el persistente apoyo de los albanokosovares. La intervención internacional no llegó, la resistencia pacífica no suele conmover a las altas esferas del mundo. En 1996 le llegó la hora a la resistencia armada. Sobre la base de ex militares comunistas se formó el Ejército de Liberación de Kosovo (UCK) que comenzó a competir por los recursos económicos y el liderazgo contra Rugova.
Las potencias occidentales intervinieron cuando ya el incendio era imparable por la salvaje represión serbia y la acción de la guerrilla. Entre el 24 de marzo y el 10 de julio de 1999, la OTAN bombardeó a Serbia causando miles de muertos; Milosevic respondió multiplicando las represalias contra los civiles albanokosovares, Según Naciones Unidas, más de 848.000 personas se convirtieron en refugiados, sumados a diez mil muertos civiles y tres mil desaparecidos. Esa fue la consecuencia de haber desoído los llamados de Rugova.
Inmediatamente, y hasta hoy, Kosovo pasó a ser administrado por una "Misión Provisional de las Naciones Unidas en Kosovo y de la OTAN." (UNMIK) En el 2000 hubo elecciones y Rugova obtuvo el 58,1% de los votos, fue elegido presidente por el parlamento kosovar y continuó su lucha. Todavía hubo se sufrir algún atentado como el del 15 de marzo de 2005, cuando una bomba explotó junto al vehículo en el que viajaba. Lo que no pudieron sus enemigos lo pudo un sombrío amigo: los varios paquetes de cigarrillos diarios que consumía. Un cáncer de pulmón le llevó a la muerte el 21 de enero de 2006, a los 61 años
Kosovo continúa bajo administración internacional, sigue pobre, la corrupción hace estragos; hay quienes lo consideran un narco-territorio.
- 23 de julio, 2015
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