¿Tener gases perjudica a otros?
El Colombiano, Medellín
La teoría de los gases ideales supone que en condiciones constantes, el volumen y la presión son inversamente proporcionales (PV=k) y, por lo tanto, un aumento del volumen está relacionado con una disminución de la presión.
Pero no voy a mortificar a Robert Boyle, que debe estar en el cielo de los alquimistas o de los químicos, si es que no es el mismo o el primero es el purgatorio del segundo, ni voy a hablar de los gases que se imaginaron cuando leyeron el título, sino de los efectos geopolíticos que implicaría el hallazgo de importantes volúmenes de gas de esquisto en EE.UU.
Como ni los gases ni el mundo se comportan de manera ideal, el posible aumento del volumen de gas natural del que dispondría Estados Unidos, gracias al avance de las tecnologías de fracturación hidráulica y de perforación horizontal, podría ser un factor que, al contrario de la ley de Boyle, aumente la presión que EE.UU. pueda ejercer, alterando el escenario geopolítico y geoeconómico mundial en el largo plazo.
No obstante, no hay todavía elementos suficientes para cuantificar la transformación y solo se puedan sugerir algunos de los afectados, negativa y positivamente.
Aunque EE.UU. es el mayor productor de gas natural en el mundo, su enorme demanda lo obliga a importar cerca de 100 millones de metros cúbicos al año.
Pero estos nuevos hallazgos le darían la posibilidad de pasar en el mediano o largo plazo a ser un exportador, lo que podría ser un alivio para su economía, que todos los días ve crecer su déficit comercial, en parte por las importaciones de hidrocarburos, para su maltrecha industria de manufactura y para la disminución de poder global que presenta EE.UU. desde hace unas décadas, a causa de la dependencia energética de otros países.
Pero si para EE.UU. son potenciales buenas noticias, a pesar de las limitaciones de su actual infraestructura para exportar gas licuado y de la lejanía a los principales mercados gaseros como Europa y Asia, la lista de afectados es casi tan grande como los interrogantes que se crean: ¿Cómo se van a alterar en el largo plazo las economías de sus vecinos, México y Canadá, importantes suministradores de petróleo y gas, respectivamente? ¿Qué va a pasar con los ingresos por petróleo del que vive el mal acostumbrado Estado venezolano?
Aunque no será una solución ideal, al menos sería una alternativa para Europa Occidental reducir en el mediano y largo plazo su peligrosa dependencia del gas de Rusia, y en el corto plazo la posibilidad de que Vladimir Putin o sus sucesores, si es que van a existir, no puedan aumentar el precio del gas, gracias al crecimiento de la oferta. ¿Cómo se van a afectar los planes de Rusia de recuperar parte del área de influencia que perdió luego de la finalización de la Guerra Fría? ¿Japón sonríe en silencio?
Pero la peor parte se la llevaría el sector de las energías alternativas que verá reducida la inversión y la investigación, y aplazada la fecha de reemplazar los hidrocarburos.
(Puede verse también sobre estos temas El proteccionismo energético no es buena política por Ivan Eland y Obama despelleja al gato por S. Fred Singer)
- 23 de enero, 2009
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