Uruguay: La (tan manida) igualdad
El País, Montevideo
Nuestras autoridades declaran, un día sí y otro también, tener como objetivo el logro de la "igualdad". Frecuentemente, evalúan las políticas en función de su contribución al logro de ese objetivo.
¿Qué se entiende cuando se habla de "igualdad" y cómo se la mide? No trataremos el primer aspecto ya que se trata de un concepto con múltiples significados. Nos interesa, en cambio, detenernos en la medición de la desigualdad en los ingresos. Esta se realiza utilizando el Índice de Gini. Este indicador toma valores que están entre 0 y 1. Si el valor es 0 eso significa que en el país en cuestión se produce una igualdad perfecta: todas las personas tienen el mismo ingreso. En el otro extremo si el valor fuera 1, significaría que una sola persona tiene todo el ingreso y el resto no tiene nada.
Todos los países presentan un valor del Índice relativamente alejado de estos dos casos extremos. Por ejemplo, Suecia presenta la distribución más igualitaria y su coeficiente es 0.25. Por su parte Sud África presenta uno de los mayores valores con 0.58. Uruguay siempre se ha caracterizado por tener una de las distribuciones más igualitarias de América Latina y su coeficiente es 0.42.
Nótese que lo que se está midiendo aquí es la desigualdad en los ingresos y no en otras dimensiones de las condiciones de vida de los habitantes de una sociedad, como podrían ser el acceso a una vivienda digna, a un servicio de salud de calidad o a una educación que les permita obtener un empleo con el que mantener a su familia.
¿Cómo busca el gobierno mejorar este indicador? Pues, aplicando la máxima de Robin Hood, versión Frente Amplio: "que paguen más los que tienen más". Es en esta línea que se implementó el impuesto a los ingresos que aquí se denomina Impuesto a la Renta de las Personas Físicas. La política implantada es muy sencilla: el que gana más (no importa las razones) paga más impuestos (no importa lo que reciba a cambio). Esto se completa con lo siguiente: el que gana menos recibe del gobierno dinero por concepto de planes sociales diversos (a cambio de lo cual no se le exige nada). De esta manera, al final del proceso, es claro que tenemos una sociedad más "igualitaria". Suponga el lector que se quiere lograr una igualdad total, o sea un valor del Índice de Gini de 0 o cercano a él. ¿Qué debería hacer el gobierno? La respuesta es muy sencilla: lograr que todos tengan el mismo ingreso. ¿Cómo lo haría? Cobrándole impuestos a los que ganan por encima del nivel que asegura la "igualdad" y transfiriéndolo a quienes ganan menos de ese nivel.
¿Qué harían los individuos cuyo ingreso es muy superior a ese nivel y que por lo tanto deben aportar al gobierno el excedente? La respuesta es clara. Dado que seguramente esos individuos tienen la capacidad y realizan el esfuerzo para lograr ese resultado, buscarían algún país donde con esa capacidad y ese esfuerzo logren un nivel de vida mejor (ya sea porque le cobran menos impuestos o porque lo que reciben a cambio de los impuestos sea más y mejor que lo que reciben en el Uruguay) y emigrarían.
Hemos planteado un caso extremo para mostrar las limitaciones que trae aparejada una política de igualación de ingresos. Esta es la más fácil de implementar, pero no es la única ni la mejor. Existen otras políticas pero las mismas requieren, para que resulten efectivas, de gobiernos que pongan la mira más allá de la próxima elección.
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