EE.UU.: Las balas políticas alcanzan a las firmas de inversiones
The Wall Street Journal Americas
Un lobista del sector bancario se encontró con un lobista de inversión de capital privado hace unos días en una calle de Washington. "Gracias", dijo el primer lobista.
"¿Por qué?", le preguntó el de inversión de capital privado.
"Por interponerse ante todas las balas que nos disparan", contestó su colega de la banca.
La conversación, relatada por uno de sus participantes, captura la posición de Wall Street hacia la tormenta alrededor de la inversión con capital privado que por estos días en Estados Unidos se centra en Mitt Romney, uno de los principales precandidatos presidenciales del Partido Republicano.
Justo cuando los banqueros se preparaban para otro año siendo los principales enemigos públicos en el teatro político que rodea la campaña presidencial estadounidense, el pasado de Romney como director del grupo de adquisiciones apalancadas Bain Capital salió al rescate.
De golpe, las protestas de Ocupe Wall Street parecen haber quedado en el pasado. Sus tiendas de campaña y pancartas parecen de principiantes en comparación con la poderosa máquina para influenciar la opinión de Washington: un aparato de precisión que fusiona datos, cifras e influencias en eslóganes políticos.
Un grupo político a favor de Obama llamado Priorities USA Action calificó recientemente a Romney como "la personificación del exceso de Wall Street", aunque el precandidato nunca ha trabajado para un banco de Wall Street.
Newt Gingrich y Rick Perry, otros precandidatos republicanos, acusaron a Romney de "saquear", desmantelar empresas y despedir trabajadores.
Un análisis concienzudo, como el publicado por The Wall Street Journal, de hecho muestra que en la era Romney, Bain registró tanto grandes ganancias —que beneficiaron no sólo a sus socios sino también a los fondos de pensión estatales y fideicomisos que invierten en la firma— como reveses espectaculares.
De todos modos, la cacofonía política es una melodía para los oídos de algunos ejecutivos bancarios. En palabras de un titán de Wall Street: "Quizás esto no dure mucho tiempo, pero me gusta que otro sea acusado de codicia".
Tiene razón en el primer punto. Las esperanzas de Wall Street de esconderse detrás de la cuidada melena del "Rey de Bain", como un video pro Gingrich emitido la semana pasada llamó a Romney, están mal fundadas.
En cualquier caso, la atención que recibe la inversión de capital privado profundizará el debate sobre la inequidad. Esto tiene que ver más con el 1% que el 20% de las ganancias que retienen los ejecutivos que se dedican a comprar empresas, en especial si Romney se queda con la nominación de su partido y la campaña de Barack Obama tiene la oportunidad de atacarlo.
Entonces, en lugar de usar fondos que compran empresas como escudo humano, los ejecutivos de finanzas deberían poner su considerable máquina de lobby al servicio de sus vecinos de inversión de capital privado, A continuación, algunas sugerencias.
1. Haga que una persona con pinta de académico y voz suave, como Vikram Pandit, el presidente ejecutivo de Citigroup Inc., diga lo obvio: el trabajo de la inversión de capital privado no es crear empleos. De hecho, ninguna empresa debería tenerlo como objetivo. La principal meta de las corporaciones es funcionar de forma eficiente y ganar dinero para sus inversionistas.
2. Consiga un vocero enérgico (voto por James Dimon de J.P. Morgan Chase & Co.) para explicar con claridad que sí, las empresas pueden y suelen terminar en bancarrota. En especial aquellas con muchas deudas.
Por otro lado, llenar a las empresas de deuda, como hace la inversión de capital privado, puede impulsar los rendimientos, y es el motivo principal por el que los fondos que compran empresas han tenido un mejor desempeño que otras clases de activos, como las acciones. El riesgo, el apalancamiento y los rendimientos son parte del proceso.
3. Pídale a un ex consultor en administración como James Gorman, jefe de Morgan Stanley, que haga unos números sobre incentivos financieros. Los ejecutivos de inversión de capital privado ganan dinero cuando sus inversionistas ganan dinero. Ellos también tienen enormes inversiones en sus firmas.
Eso no quiere decir que la libreta de calificaciones financiera y ética de la industria de la inversión de capital privado sea perfecta. Pero el clamor político no termina por captar la idea principal. Una crítica más enérgica se centraría en la sobredependencia de la industria en la deuda de riesgo, o apalancamiento; sin eso, el desempeño de muchos fondos sería modesto (y el de muchos titanes de la inversión de capital privado, mucho más débil).
Eso, a su vez, hace que los argumentos sobre los rendimientos superiores de la inversión de capital privado sean engañosos. La comparación real debería hacerse con retornos ajustados según riesgo, ya que los grupos que compran empresas hacen apuestas mucho mayores con su dinero que con, por ejemplo, fondos de inversión.
El magnate Warren Buffett, por ejemplo, no es un fan del apalancamiento. Hace unos días declaró en la revista Time que no le gusta la afición que tienen los inversionistas de capital privado por "tomar prestado hasta el último centavo que pueden para apalancar (empresas) que, en algunos casos, luego no están realmente equipadas para el futuro".
Si las balas políticas que están dirigidas a Romney se convirtieran en un debate serio sobre la desigualdad, los rendimientos financieros y los impuestos, entonces todos estaremos agradecidos con el capital privado.
- 31 de octubre, 2006
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