Paraguay: Apetecible ocupación de ser parlamentario
Es durante el agobiante verano que uno se da cuenta de por qué muchos dirigentes políticos se arrancan los ojos entre ellos y son capaces de cualquier cosa por un cargo de parlamentario. Mientras la mayoría de los ciudadanos comunes continúa trabajando normalmente, esperando con ansias sus 15 o, en el mejor de los casos, 30 días de vacaciones, ellos hace rato (desde el 21 de diciembre) que están de feria y lo estarán hasta el 2 de marzo del año que viene. ¿Quién no querría tener un trabajo tan “sacrificado” y encima declararse “representante del pueblo”.
No es que desconozcamos el valor del Parlamento dentro del sistema democrático y el hecho de que son electos por el pueblo (más allá de la lista “sábana” que esconde a algunos impresentables). Pero a nadie puede pasarle desapercibido que la mayoría de los legisladores, en realidad, no hacen casi nada útil. Peor aun: algunos se valen de sus fueros para ser prepotentes, viajar y tener privilegios que normalmente no merecerían.
La lista de los legisladores que verdaderamente trabajan, presentando proyectos, debatiendo y aportando ideas, es demasiado breve en comparación con el número de bancas que están ocupadas.
Si cualquier ciudadano tuviese tiempo y se tomara la molestia de ir a dos o tres sesiones ordinarias del Congreso, enseguida se daría cuenta de quiénes son los parlamentarios que se toman su labor con la seriedad que merece. Advertirá que una gran parte de ellos ni siquiera abre la boca, a no ser que sea para masticar chipa o tomar un sorbo de jugo. Están también los que miran hacia donde están las cámaras y dirigen un discurso que sería escuchable si tuviesen alguna autoridad moral para calificar y descalificar a Dios y María Santísima. También están los que se la dan de grandes legisladores, pero no fueron capaces de hacer algún aporte en las comisiones asesoras, donde realmente se discuten y mejoran los proyectos.
Por algo, las cámaras del Congreso no informan semanalmente de las actividades de las comisiones: si se reunieron, si tuvieron quórum, quienes faltaron, qué temas trataron, si hubo dictámenes. Solamente a fin de año (con suerte) se presenta un informe maquillado de la supuesta ardua labor que cumplieron. La verdad es que hay varios legisladores que van muy poco, o directamente no van a las reuniones de comisión.
Esta situación no la desconocen las autoridades parlamentarias, ni tampoco los líderes de los partidos. De hecho, a algunos de ellos les importa un rábano. Está de por medio una suerte de protección corporativa, aparte de los intereses políticos, que hace que nada se haga para paliar este déficit.
Lo cierto es que la calidad de la mayoría de los representantes del pueblo es más mediocre con cada nueva legislatura que es elegida. Los “líderes” de los principales partidos tienen como parámetro para hacer sus listas el aporte económico que hagan o, si carecen de ese “atributo”, su nivel de obsecuencia al “jefe”.
Por eso, es inútil que quieran convencernos de sus buenas intenciones los dirigentes políticos que no son capaces de impulsar para estos cargos a personas realmente preparadas y que den un aporte positivo para el país.
- 23 de julio, 2015
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