¿Quién necesita un dólar?
El Imparcial, Madrid
Los severos controles impuestos por el gobierno argentino para frenar la compra de moneda estadounidense son reveladores, por un lado, del humor de una población que, si bien acaba de consagrar en las urnas un segundo mandato de la presidenta, intuye que algo efectivamente “no cierra” en nuestra floreciente economía. Por otro lado, el hecho pone al descubierto la terquedad con que algunos funcionarios se empeñan en negar lo que está a la vista de todos, es decir, que tenemos un problema cambiario y, paradójicamente, de desconfianza.
Que la gente se refugie en el dólar no es ninguna novedad en un país curado de espanto en la materia y que comienza a olfatear una devaluación. ¿Qué otra cosa puede esperarse con una inflación que ronda el 25 % anual, distorsión de precios relativos, un peso sobreevaluado y un tipo de cambio que el Banco Central ha mantenido artificialmente congelado con apenas un 12 % de aumento en los últimos dos años? Frente a este panorama, la eficacia de las medidas adoptadas, tendientes todas ellas a endurecer los controles, parece más qué dudosa.
He aquí algunas de esas medidas. Todo ciudadano que quiera adquirir dólares, además de acreditar su identidad, deberá presentar copia de un servicio a su nombre para la verificación de domicilio, copia de su recibido de sueldo y constancia de clave única de identificación tributaria o laboral (CUIT/CUIL). Asimismo se ha dispuesto que todo comprador deberá declarar el destino específico de los fondos de manera que las entidades vendedoras (banco o casa de cambio) puedan pedir al instante autorización a la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) que, mediante respuesta on line, informará a la entidad respectiva si la situación fiscal del comprador es consistente o no con el monto de su operación. Momentáneamente se ha resuelto bloquear además los canales de home banking, cajeros automáticos o banca telefónica para la compra de divisas.
Todo hace prever que, como no se corrijan o al menos atenúen estas medidas, la brecha entre un tipo de cambio informal o “paralelo” y otro oficial aumentará considerablemente, lo que llevará al ciudadano medio a estar más pendiente de la cotización del primero. Como ya empieza a escucharse de todo a estas horas, en versiones que obviamente el gobierno considera como intencionales y “destituyentes”, no faltan las referencias al esquema cambiario vigente en Venezuela, comparación que, vaya uno a saber por qué, ha sido y continúa siendo bastante frecuente en la Argentina kirchnerista.
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