Ecuador: Vamos a la esclavitud
Toda idea impuesta por la fuerza es un atropello a la libertad.
Cualquier situación que obstaculice o limite la posibilidad de ser libres es la esclavitud. Con el pretexto de que la república necesita nuevas reglas, no se puede pensar que lo conseguido durante años a base de sangre y esfuerzo, no ha servido para nada.
Vivimos una dictadura disfrazada con ropaje democrático. Cada nueva institución de control, lo único que muestra es el favoritismo descarado para beneficiar a los integrantes del gobierno.
Cualquier organismo nuevo está diseñado para favorecer a quienes son parte de uno de los gobiernos más prepotentes e intolerantes de la historia. El mismo presidente debería dedicarse a trabajar en lugar de perder un tiempo que nos cuesta a todos para resolver sus juicios personales.
Es inconcebible que un mandatario no tenga un trato privilegiado en un juicio contra un ciudadano en la justicia ordinaria. Una forma de liquidar a sus opositores es destruirlos mediante judicializaciones hechas con el abuso de un poder, que el pueblo le ha conferido a un individuo para que nos represente a todos y no para que lesione a los que no están de acuerdo con sus caprichos.
Cada mañana nos encontramos con una zapada más, que se da en algún nuevo concurso para ser llenado por funcionarios afines a este gobierno. Los que controlan “la transparencia” de estos actos, son una mayoría servil cuya presencia sirve solo para defender sus propios intereses.
Hemos llegado al colmo de la caratukería como norma permanente en cada concurso del estado. Todo da asco y es una tramoya preconcebida por una red de inteligencia extranjera que tiene la experiencia para infiltrarse en todo.
La inteligencia cubana es la responsable de este pulpo insaciable cuyos tentáculos tratan de abarcar todo lo que existe para controlar el país. Para lograr esto, cuentan con el miedo que han sembrado a una población que se subordina con tal de no ser tocada por la venganza del poder.
También se valen de la propaganda permanente de los medios incautados que solo transmiten lo que el gobierno quiere que se sepa.
Lo más desesperante de toda esta verguenza, es la inercia social en la que nos ha sumido una indiferencia que llena de indignación a la sangre libertaria de los patriotas que dieron su vida para legarnos lo que hasta hoy nos queda de libertad.
Nuestros antecesores deberán estar revolcándose en su tumba por nuestra cobarde entrega a cada nueva imposición que nos someten y cuya razón de ser es para que los que ostentan el poder se perennicen en el poder.
A mí me avergüenza el silencio cobarde de quienes se callan, con tal de proteger lo que piensan que no les será tocado mientras no protesten.
Vivimos en una falsa paz de una democracia mentirosa, que solo da tranquilidad mientras los ciudadanos no se opongan a las locuras del unguido.
La esclavitud es el preámbulo letal de los pueblos sometidos. La permisividad es la cobardía cómplice de aquellos débiles testiculares que cual meretrices complacientes, presurosos otorgan sus favores para satisfacer las necesidades libidinosas del abusivo que más los maltrata.
Yo creo en la libertad sin condición.
La única forma de ser libre es mediante la expresión ilimitada de nuestro pensamiento. La paz social es la estabilidad resultante de un consenso armónico entre los que habitamos en la patria.
El mejor gobernante es el que nos representa a todos y no el que daña a muchos a nombre de todos. Un tirano sanguinario, es como un vampiro que cuida un banco de sangre. No habrá forma de que el sanguinario deje de dañar, así como tampoco de que el vampiro deje de chupar. La esencia del sanguinario es dañar y la del vampiro chupar. Las personas malas dañarán porque dañar es su naturaleza de ser.
No es cuestión de defender la honra o los principios. Es cuestión de causar daño y abusar bajo el pretexto que sea, porque la naturaleza del dañador, solo le permite ser lo que es.
Soy uno de los que no se le arrodilla al tirano.
Prefiero yacer sin movimiento en una tumba, que poder moverme solo donde me lo permitan.
No encuentro mejor razón para morir, que morir para vivir.
Nadie me va a prohibir lo que quiera pensar y peor decirme cómo debo vivir.
Dejemos la cobardía para escudo de los cobardes…!luchemos por una patria libre!.
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