Cristina Kirchner: la totalidad del poder
El Imparcial, Madrid
¿Qué decir sobre el avasallador triunfo de Cristina Kirchner, por un 53,96 %, que no se haya dicho hasta ahora? La cifra se agiganta todavía más si se piensa que el segundo puesto quedó en manos del socialista Hermes Binner, con un 16,97 %, muy meritorio en su caso como distante holgadamente del porcentaje obtenido por la presidenta reelecta. Sin embargo, más allá de estos guarismos que los sondeos ya habían pronosticado con bastante exactitud, lo que queda al descubierto es un gran interrogante con respecto a las garantías que serán acordadas al disenso cuando todo parece encaminarse a una acentuación todavía mayor del poder indiviso de Cristina.
Se ha dicho en estos días que el argentino medio votó en contra de la incertidumbre. Tan vivas guardamos en la memoria las imágenes de la crisis de 2001 que cualquier mínima alusión a ese diciembre aciago nos provoca escozor al igual que la referencia a nombres o figuras que, con razón o sin ella, asociamos a ese desenlace. Así, frente al recuerdo de un contexto esencialmente equívoco, optamos por quien se ha convertido en la definidora suprema de nuestros significados: la persona que nos asegura la certidumbre en esta Argentina de hoy, peronista hasta la médula en su cultura política, en tanto y en cuanto este voto abrumadoramente mayoritario es revelador del desprecio por las instituciones y las formas que ha caracterizado siempre, bajo todos sus ropajes, a ese movimiento.
Nuevamente, ¿qué espacio quedará para el disenso? El actual viceministro de Economía y diputado nacional electo afirmó que “el populismo no tendrá límites, porque tiene las herramientas para apropiarse de la renta”. Otro alto funcionario del gobierno amenazó en Twitter: “Ahora vamos por todos”. ¿Quiénes son esos “todos”? ¿Los periodistas, los intelectuales, los políticos o los ciudadanos corrientes que pretende preservar su independencia? Mientras tanto, la fuga de capitales no tiene freno, el Banco Central dilapida sus reservas para contener la compra de dólares y nuestra “democracia sin equilibrios”, como la llamó acertadamente Joaquín Morales Solá, parece destinada a perdurar por un tiempo “aún incalculable”.
Enrique Valiente Noailles, a quien otras veces he recurrido en estas columnas para expresar lo que él sabe decir siempre de modo más juicioso y preciso, escribió: “… no es que tengamos una única opción porque la realidad se ha empobrecido súbitamente, ni por alguna fatalidad planetaria, sino porque hemos decidido como país que no queremos modificar nada de lo que ocurre”. Nada quisiera más a estas horas que discrepar con este diagnóstico.
- 23 de enero, 2009
- 23 de julio, 2015
- 3 de junio, 2025
Artículo de blog relacionados
- 10 de julio, 2009
El Diario de Hoy El salvadoreño es conocido por ser trabajador, amable, buena...
24 de septiembre, 2015The Wall Street Journal Americas Mitt Romney dice que va a forjar una...
15 de octubre, 2012El Nuevo Herald México hace bien en festejar que la película “La forma...
29 de enero, 2018