Populismo vs desarrollo
El etnógrafo vasco Julio Caro Baroja escribió en 1981 un excelente ensayo titulado Reflexiones sobre el populismo. Se pasea por los diccionarios, la literatura, la filosofía y la historia buscando el significado de pópulus “pueblo”, folk, “narod”. Descubre dos significados fundamentales del mismo: 1. “La voz del pueblo es la voz de Dios” y 2. “plebeyos, gente común y ordinaria, gente que necesita de tutela o de vigilancia”.
El interés por lo popular (“folklore”, “volkskunde”) se fundamente en dos hechos: 1. “la idealización artística de lo popular” y 2. “la idealización política de las masas”. Estos arquetipos influenciaron no sólo en el arte sino en la generación de movimientos políticos populistas como los que se opusieron a las ideas de la revolución francesa, el movimiento eslavófilo ruso que idealizó todo sentimiento popular y las tradiciones comunitarias frente a la modernización del estado y que fue combatido luego por los comunistas. El populismo está en la génesis de los fascismos europeos del siglo XX el italiano, el alemán y el español.
Caro Baroja señala 7 elementos que configuran una actitud populista:
“1. El populista, en su programa de gobierno, quiere hallar la base en una identidad primitiva o en un pasado remoto. 2. Este pasado se caracteriza por unas cuantas notas homogéneas, acordes y positivas, claro que no excluyen rasgos anti civilizados. 3. Para ello tiene que ocultar, seleccionar o deformar si es preciso la realidad histórica. 4. idealiza al pueblo sin fijar bien sus caracteres aunque da como fundamentales las ideas de raza, lengua o clase social (campesino, etc.) unida a características anímicas. 5. Menosprecia a los elementos foráneos caracterizándolos de modo peyorativo y atribuye todo mal a influencias exteriores, incluso a la civilización. 6. Pretende por otro lado actuar revolucionariamente, destruyendo las instituciones que rigen en el momento porque las considera impuestas por un poder tiránico y advenedizo. 7. Pretende crear un estado nuevo frente a otro anterior, que es malo en su conjunto”.
El populismo latinoamericano ha sido impulsado históricamente por caudillos (la mayoría militares) que han proclamado el valor supremo de la patria y asumen que son herederos ungidos por los Libertadores. Estos líderes fundamentan su acción política en la frustración que sienten las mayorías del país ante el deterioro económico y social producido por los que han gobernado con anterioridad a ellos. Reivindican cambios revolucionarios, manejan un discurso nacionalista de defensa de la soberanía, se vinculan fuertemente con los sentimientos populares y sus esperanzas y establecen una relación directa caudillo-pueblo que sustituye las instituciones del Estado por organismos que ejercen la función de afiliación del pueblo al “salvador de la patria”.
En el populismo se crea un sistema de relaciones políticas con el poder que no diferencia entre los organismos del Estado y los del partido del caudillo (él dirige tanto uno como otro con total autocracia), originando una relación de dependencia de los ciudadanos y los servicios que presta el gobierno. Las ideologías de las que se viste el populismo (corporativismo, socialismo) no son sino ropajes que ocultan el verdadero rostro de una concepción pre moderna de la política. Los recursos del Estado se utilizan de manera paternalista y clientelar en función de mantener la fidelidad al líder de las masas más desposeídas.
La política venezolana también ha sido permeada por el populismo. Durante casi 100 años la economía del país ha dependido de la renta petrolera. Desde 1923 en que el petróleo sustituyó al café como primer producto de exportación Venezuela vivió más de 50 años de crecimiento económico per cápita y una inflación baja. Esta tendencia se quebró en 1978 y a partir de esa fecha los indicadores económicos son decrecientes o de crecimiento inferior al resto de los países de América Latina. Los partidos democráticos cayeron desde los años 70 en la tentación del populismo con el objetivo final de mantener el poder: clientelismo, asistencialismo, proteccionismo. Se olvidaron de sembrar el petróleo. Esta tendencia se profundizó con el régimen chavista.
Como dice García Banch se ha instaurado un gobierno “petropopulista”. La esencia del socialismo del siglo XXI son las 30 misiones que ha creado el presidente Chávez. Una misión es la expresión más pura del populismo: el “comandante presidente”, movido por su inmenso amor al pueblo, crea un organismo para cubrir una necesidad del ciudadano no atendida por un ministerio del Estado del cual él mismo es responsable. De esta forma lo que es un derecho se convierte en dádiva, lo que es una obligación del Estado en un acto amoroso del líder, las instituciones formales del gobierno se complementan con organismos paralelos informales, la organización y los recursos no se rigen por las normas y leyes de la administración pública ni por los presupuestos ordinarios.
Para tomar la ruta del desarrollo humano sustentable es necesario cambiar de modelo, promover una economía diversificada nacional, generar empleos productivos, formalizar las misiones económicas, educativas y de salud, fortalecer y hacer eficientes las instituciones del Estado, crear un sistema único de seguridad social, en definitiva asumir el modelo de desarrollo socioeconómico de la República Bolivariana de Venezuela dibujado en el artículo 299 y que este gobierno no ha querido aplicar.
El autor es Doctor en formación, empleo y desarrollo.
- 23 de enero, 2009
- 25 de marzo, 2025
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