Quién pagará la profundización del modelo de Cristina K
Recuerdo aquella vieja historia de los dos vendedores de zapatos enviados a explorar el mercado potencial en una zona de Africa. El primero regresó diciendo: “Es inútil, andan todos descalzos”. El segundo, volvió entusiasmado: “Es buenísimo, andan todos descalzos”.
Muchos políticos de la oposición y organizaciones de la sociedad civil, incluyendo la dirigencia empresaria, coincidieron con el resignado diagnóstico del primer vendedor. Para ellos, el resultado de las elecciones primarias puso de manifiesto que la sociedad está “a favor del modelo” y no hay nada más que hacer.
Pero si se trata de un criterio cuantitativo, también podría decirse que la mitad de la sociedad está “en contra del modelo”. Que esta última mitad no tenga, por ahora, liderazgos que la aglutinen en torno a una propuesta mejor, no significa que no sea parte de la realidad y que no haya que trabajar en consecuencia.
Mientras tanto, los dirigentes políticos opositores llaman a “cortar boleta” a favor de Cristina, es decir están armando sus propias listas colectoras en apoyo a la Presidenta, y los líderes de la sociedad civil, en especial los empresarios, renunciaron a ejercer su poder y su responsabilidad dirigencial independiente, en defensa de los intereses de largo plazo del país.
En el caso de los políticos, su actitud resulta inexplicable. En el de los dirigentes empresarios, entendible y justificable, en defensa de sus patrimonios y de las fuentes de trabajo que representan, aunque estén sacrificando el largo plazo.
Pero más allá de esta realidad, la otra surge del escenario económico internacional y regional.
En el escenario internacional, todas las estimaciones de crecimiento se están revisando a la baja. Estados Unidos mantiene el riesgo de una nueva recesión; Europa, más que evitar el default griego, tiene que resolver un problema político, institucional y de coordinación y liderazgo. Mientras que el mundo emergente levanta el pie del acelerador para importar menos inflación por la devaluación del dólar, sacrificando algo de crecimiento.
En términos regionales, Brasil decidió anunciar un “ajuste fiscal”, mientras reduce las tasas de interés, con la esperanza que aumente la demanda de dólares y mejore el tipo de cambio nominal, sin aumento de la inflación (por el ajuste fiscal) y mejore el tipo de cambio real, con menos consumo. Y esto me devuelve a la economía local.
Lo comentado del mundo mantiene la buena noticia de dólar débil, mientras parece que el precio de la soja y derivados seguirá alto, no sólo por un dólar devaluado, sino por cuestiones propias de la oferta y la demanda específica. Pero lo mencionado de Brasil implica más problemas para el sector industrial argentino, por menos demanda de exportaciones y más competencia de importaciones.
Este año no hubo “puja sectorial”; buena soja y buen Brasil permitieron buen agro, buena industria y buen sector público que vive con lo que les saca, en términos netos, a todos.
Pero sucede que si la industria tiene problemas, la “puja sectorial” renacerá. Porque la puja no es agro versus industria, sino rentabilidad privada versus clientelismo público.
Y allí es donde la “corrección de las distorsiones” y los pedidos de “moderación salarial” de la Presidenta, en su discurso por los festejos del Día de la Industria, entran en juego.
Porque corregir los precios de la energía, por ejemplo, mejora la situación fiscal, pero empeora la competitividad industrial, o el consumo. Y la moderación salarial implica negociar mirando la inflación futura y no la pasada, resignando algunos puntos de salario real.
En el corto plazo, la economía global y regional tienen pronóstico de desaceleración, y la local, también.
Un menor crecimiento pondrá de nuevo sobre la mesa una puja sectorial importante entre privados que cobran del sector público y privados que pagan impuestos incluyendo la inflación.
Y de la resolución de esa puja dependerá, a su vez, cuánta desaceleración tendremos por delante.
Quizá eso explique que la salida de capitales se haya acelerado en las últimas semanas.
Parece que Cristina ya ganó. Pero pocos saben, desde el punto de vista económico, quién deberá “perder” para que la profundización del modelo sea posible.
- 23 de enero, 2009
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