Argentina: Los motores del crecimiento se enfrían y el Gobierno no da señales
El economista Eduardo Levy Yeyati pronosticaba ayer en Clarín que en el mundo desarrollado hay menos riesgos de una crisis financiera que de un estancamiento prolongado. El concepto, que desde lo financiero puede generar dosis de calma, desde lo económico resulta inquietante.
Lo que le pase a los Estados Unidos, que son el 25% de la economía del mundo, no pasará desapercibido para ningún país aún cuando Obama se haya comprometido a tener tasas de interés bajísimas hasta 2013.
La nube recesiva se hace fuerte a nivel mundial y la desaceleración de la actividad económica se plantea como uno de los males menores para el corto plazo.
En ese contexto, anoche, en el acto de cierre de su campaña para las primarias, tanto la Presidenta como el ministro de Economía continuaban con su tesis de campaña de que la Argentina está prácticamente blindada frente a lo que ocurra en el exterior.
La economía nacional de los últimos años tuvo tres motores : China, comprando soja; Brasil, con el intercambio automotriz y la expansión del consumo interno vía aumento del gasto público a más del 30% anual y tasas de interés reales negativas. La soja, como todas las materias primas, está en medio de un tembladeral.
En los últimos tiempos, cuando el dólar cayó los granos subieron de precio en parte porque la demanda mundial de alimentos seguía y, en parte, porque los inversores que huían de la moneda estadounidense buscaban refugio en los precios de las materias primas.
Una posible valorización de la soja por la caída del dolar, según los expertos, podría darse en el corto plazo, pero nadie se ilusiona .
Mirando las caídas de los últimos 9 días, los granos fueron los que menos bajaron: 3,6 por ciento contra 12% de la energía y casi 8% de los metales.
Pero esa moderación no alcanza para la alegría cuando se recuerda que cuando en 2008 el mundo desarrollado entró en recesión, la soja cayó de 600 a 300 dólares la tonelada.
Además, China, que está muy preocupada por un repunte de precios que llevó la inflación anual al 6,5%, ya puso en práctica una suba de tasas de interés para moderar la actividad económica y aquietar las aguas inflacionarias.
Con menos actividad y menos ventas a EE.UU. y Europa, también es previsible que China baje sus compras al exterior. Los optimistas creen que no dejarán de comprar alimentos como lo venían haciendo, pero se chocan con algunos pronósticos.
Ayer, un informe del banco JP Morgan podó las estimaciones de crecimiento mundial para este y el próximo año.
Ni China ni Brasil se salvaron de esa rebaja a la hora de estimaciones.
China crecería 9 por ciento, en vez de 9,3% y Brasil 3,4%, en vez de 4%.
Si crecen menos, previsiblemente comprarían menos e intentarán vender más.
Casi 60% de las exportaciones de la Argentina son granos, aceites, combustibles y minerales.
Y el 9% de todo lo que vende tiene como destino China, mientras que casi 7% va a los EE.UU.
En el caso del comercio con Brasil, el fuerte déficit de los últimos años podría tender a achicarse (en el primer semestre fue de US$ 6.500 millones) pero también caería todo el comercio.
Volviendo al 2008, cuando la producción automotriz se cayó, se deprimió para todos. Pensar que se está a salvo de las consecuencias de una desaceleración económica mundial tiene poco sentido.
El tercer motor, el consumo, entre otros elementos tuvo como una de las bases la financiación al 15% anual en una economía con 20% a 25% del inflación. Y con los ahorristas consiguiendo sólo 10% de interés por sus depósitos.
Parte del secreto de que la gente deposite a una tasa real negativa (aún los grandes depositantes que reciben 12,3%) está en la creencia de que no habrá una devaluación.
Amado Boudou negó toda posibilidad de que el dólar se vaya a “disparar”, redoblando la apuesta frente a un mercado que sigue demandando divisas.
Los bancos detectaron que en el dólar hubo un efecto “aguinaldo”.
Pequeños compradores que buscaron refugio con el sueldo complementario en vez de consumir.
A la tradicional incertidumbre financiera de los períodos preelectorales se suma ahora la posible recesión mundial.
Faltan definiciones económicas y cuando aparecen son de tipo político. El Gobierno dice que insistirá con el “modelo”.
¿Cuál modelo? El superávit fiscal de 2007 ya no está. Y si el Tesoro abandona el auxilio de los fondos de la ANSeS y el aporte del Banco Central, el déficit se hace evidente.
Incluso, el superávit entre exportaciones e importaciones amenaza con reducirse en caso de que las compras al exterior sigan creciendo. Este año esa cifra llegaría a unos US$ 8.000 millones, pero la salida de dólares es más fuerte.
La semana pasada el secretario de Comercio, Guillermo Moreno, le dijo a un empresario que dejaría su cargo si Cristina gana las elecciones. Y, en voz baja le susurró: “Si tenés que importar algo, hacelo ahora, porque en diciembre será imposible ”. ¿No será demasiado alarmista?
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