El demonio universal de la crueldad
El Colombiano, Medellín
El autor de la masacre de Noruega puede llamarse Anders Behring Breivik o portar cualquiera de los sobrenombres ominosos de los peores criminales que nos han indignado en Colombia, México, Sudán o Estados Unidos. Todos han encarnado el mismo demonio de la violencia y la crueldad, cuyo potencial de odio a la humanidad estalla en cualquier punto del planeta, en las sociedades más prósperas y tranquilas y en las más primitivas. Ataca donde hay condiciones propicias, donde no encuentra límites sino relajamiento de las normas y de la seguridad.
Así como nos conmocionan los acontecimientos del aquí y ahora, también son espeluznantes los que brotan en la lejanía. Hay naciones que se duermen de tedio sobre las conquistas de calidad de vida y prosperidad. En el momento menos pensado ataca el monstruo universal de la crueldad. No son posibles la libertad, la igualdad y la solidaridad en tiempos y escenarios inseguros. La seguridad es la plataforma sobre la cual se construyen los demás valores de convivencia.
La confianza se sustenta en el control razonable de los impulsos e instintos de los individuos. De lo contrario, donde menos se piensa salta con ferocidad el dragón dormido. Bien decía Hobbes que la vida humana es miserable e infeliz si no funciona una autoridad instituida. La sociedad se involucra entonces en una guerra de todos contra todos al amparo de pretextos ideológicos, políticos, religiosos, raciales y éticos. En la dualidad del individuo entre león y cordero, ángel y demonio, hay que controlar al demonio, pero también al ángel, para no caer en el buenismo que impulsa a relajar las normas y a una acracia fatal.
Es una dolorosa ironía que semejantes atentados se hayan perpetrado en el país donde se le rinde el homenaje máximo a la paz con el otorgamiento anual del Nobel. Hasta las sociedades que han alcanzado la paz, la prosperidad, la felicidad, tienen que mantenerse en alerta, para que el futuro les sea posible y no despierten en el peor de los mundos.
Cuando la gente se siente satisfecha de vivir en un mundo feliz y piensa que son innecesarios los límites y los controles, el monstruo da el zarpazo, golpea, hace despertar: Se vive es en este mundo y no en otro superior. En una declaración que se le atribuye, el presunto criminal noruego Anders Behring Breivik, a quien se atribuyen la explosión en Oslo y la masacre en la isla de Utoya, dijo que "el terrorismo es el método para despertar a las masas". Es una tremenda conclusión, pero jamás justificará la violencia y la atrocidad, ni la intolerancia y el radicalismo extremo, sea cual fuere el bando, de la izquierda o de la derecha.
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