Economía argentina: La soja determinará el clima de 2012
Si los precios de nuestros productos de exportación se parecieran a los de 2005, la balanza comercial, en lugar de ser superavitaria, hoy presentaría un déficit de grandes proporciones.” Esta afirmación no corresponde a datos de la Argentina, sino a los de Brasil. De hecho, con la relación de precios de exportación-importación de 2005, nuestro gran socio del Mercosur, en lugar de mostrar un superávit comercial, en los doce meses transcurridos hasta abril pasado, de US$ 20 mil millones, tendría un déficit superior a los 22 mil millones.
Pero el caso argentino o el de otros países de la región no resultan muy diferentes: simplemente cambian las magnitudes.
Esto demuestra que el “milagro económico” regional consiste en la mayor o menor habilidad para transformar el boom de los precios de las commodities en crecimiento interno.
Pero la “máquina” que transformó los extraordinarios precios internacionales en aumento del PBI local fue distinta en cada caso.
El mix entre gasto e inversión y entre privado y público fue diferente en cada uno de los países.
La Argentina, en particular, usó un esquema muy intensivo en gasto público y en intervención estatal en los mercados para transformar los mayores ingresos de la soja, vía más presión tributaria al sector privado, en aumento de las jubilaciones mínimas, salarios y empleo público. Transferencias discrecionales a provincias, municipios, empresas. Programas de asistencia a sectores de bajos recursos. Subsidios a los precios de diversos bienes y servicios, etc. Es decir, alentando el consumo de ciertos sectores.
La intervención discrecional y arbitraria en los mercados, por su parte, redujo la participación de la inversión productiva privada en la mezcla total y los antecedentes del default y la falta de solución definitiva de las relaciones financieras internacionales, más las señales de arbitrariedad e inestabilidad de las reglas ya mencionadas, transformaron lo que en otros países de la región fue ingreso de capitales, fuerte acumulación de reservas internacionales en los bancos centrales y crecimiento del tamaño interno del mercado de crédito, en salida de capitales, estancamiento de las reservas –en valores altos, hay que reconocerlo– y en escaso crédito privado de largo plazo.
En otras palabras, la región combinó el precio de las commodities con reglas y “ambiente” pro inversión privada, y participación del sector público relativamente acotada.
La fórmula argentina, en cambio, fue de alto precio de las commodities combinado con arbitrariedad y discrecionalidad en las reglas, un “ambiente” anti inversión privada y alta participación del sector público. Este es el “modelo”.
Pero el sostenimiento de un modelo de crecimiento de este tipo, en momentos en que los precios de las commodities cayeron –como a finales de 2008– o el clima resultó adverso –como en 2009–, obligó a buscar más recursos para el sector público.
De allí la expropiación de las AFJP o la reducción de deuda pública en manos privadas y transformación de un ahorro en un impuesto; y de la creación de un “minibanco de desarrollo” con los nuevos recursos líquidos de la Anses.
El uso de las reservas y las “utilidades” del Banco Central para el pago de gastos y, por supuesto, el uso creciente del impuesto inflacionario, completaron el panorama.
Así queda claro que el grado y la forma que tome la “profundización” del modelo, si triunfa el oficialismo, dependerá de la evolución del precio y las cantidades de las commodities agrícolas y del grado de deterioro de la oferta local de los bienes cuyos mercados están sujetos a intervención arbitraria, desde la energía hasta el pan.
Un escenario con subas de precios de las commodities agrícolas y sin problemas de cosecha le permitiría al Gobierno seguir con más de lo mismo, salvo en el sector energético, en donde algo tendrá que hacer para frenar la caída relativa de la exploración y la producción. Un estancamiento o caída de dichos precios, por el contrario, obligaría, para seguir “profundizando”, a nuevas expropiaciones y arbitrariedades.
Un representante de la mayoría opositora, de ganar, tendrá el desafío de “cambiar la máquina con el boliche abierto”. Desafío suave si los precios internacionales acompañan, pero mucho más complejo en un escenario adverso.
Una vieja maldición china reza: “Te deseo que vivas en épocas interesantes”. Se viene una época interesante, sin dudas.
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