Paraguay: Los cómo y porqué del proyecto de reelección
El planteo de la reelección del presidente Fernando Lugo está instalado en la discusión política. Se puede decir que es un primer triunfo de quienes lo impulsan. Pero, de ahí a concretar el proyecto, hay un largo trecho. ¿Por qué los partidos políticos de izquierda plantean esto como única forma de continuar un proyecto político y cómo piensan lograrlo sin morir en el intento? Son preguntas que mucha gente, entre las que me incluyo, se está haciendo. No entraremos a profundizar sobre la contradicción en que incurren algunos dirigentes políticos, incluyendo a Fernando Lugo, que en su momento estuvieron tenazmente en contra del proyecto de reelección de Duarte Frutos y ahora creen que, oh sorpresa, no es tan malo. La excusa más obvia y sincera, dadas las circunstancias, la dio el asesor jurídico de la Presidencia, Emilio Camacho, quien señaló que estar dentro de la administración del poder le hizo cambiar de idea.
Seguramente, con una gran dosis de optimismo, quienes impulsan la enmienda constitucional creen que obtendrán la cantidad de firmas y el respaldo popular en las urnas para respaldar el proyecto. Al menos, es posible que se unan un buen tiempo detrás de un proyecto.
En el Parlamento, los colorados son quienes más probablemente respaldarán el tema, por obvias razones: primero, porque saben que será un motivo de discordia interna en la ya anárquica Alianza oficialista, y segundo, porque, de alguna forma, les conviene a sus planes futuros. Al nicanorismo, porque será una manera de revivir las ambiciones de Duarte Frutos, quien actualmente es una suerte de zombie político. Y al cartismo, porque seguramente el empresario tabacalero y futbolístico está muy seguro que ganará los próximos comicios y ya debe estar pensando en su propia reelección, en el 2018.
Con los votos colorados no alcanza. Entonces, el otro posible aliado es el oviedismo, al que habrá que convencer con efectivas razones o directamente con efectivo, a los que su líder suele ser muy sensible. A los liberales, se los contentará con cargos, o si no, que se vayan y listo.
Este optimista razonamiento sobre el curso que pueden tomar las negociaciones para aprobar la enmienda constitucional presupone que nadie se enojará dentro del gobierno, que los liberales seguirán respaldando el proceso o, que, si se van, los colorados y oviedistas van a sostener la gobernabilidad, de puro patriotas y altruistas que son.
Otra posibilidad es que el proyecto se trabe por vía judicial, con el argumento de que no corresponde la modificación por vía de la enmienda sino de la reforma. También es posible que el referéndum ciudadano salga en contra. Igualmente, es posible que los colorados y oviedistas digan que sí, alarguen el tema, para desgastar al gobierno y a los liberales, y terminen diciendo que no, a último momento.
Uno supone que los cráneos que pergeñaron este proyecto tienen previstos los distintos escenarios y que, además, por si algo falla, tendrán un plan “B” para llegar con ciertas posibilidades al 2013. O, tal vez, uno peca de ingenuo al pensar eso. Ya lo veremos.
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