La OEA reconoce las restricciones y amenazas a la prensa argentina
26 de abril, 2011
26 de abril, 2011
La OEA reconoce las restricciones y amenazas a la prensa argentina
“Nuestra libertad depende de la libertad de prensa, la que no puede ser limitada sin que se pierda”. (Thomas Jefferson, Carta a James Currie, del 28 de enero de 1786).
Es cierto, pese a la existencia de la Carta Democrática Interamericana aprobada en septiembre de 2001, la Organización de Estados Americanos parece incapaz de defender a la democracia contra las alteraciones del orden constitucional que la afecten gravemente. Por el momento al menos, sólo es capaz de reaccionar frente a los golpes de estado, esto es frente al quiebre total de las instituciones democráticas. No obstante, cuando como los regímenes bolivarianos de América Latina, o lamentablemente también en la República Argentina, las instituciones se manipulan y deforman de modo de generar una democracia kabuki, la OEA no ha podido reaccionar útilmente. Quizás por falta de instrumentos. Quizás también por falta de voluntad.
No obstante la OEA tiene algunos organismos especializados que, merecedores de respeto, son eficientes al tiempo de cumplir con sus respectivos mandatos. Entre ellos, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, organismo que, año tras año, entre otras cosas publica un informe sobre el estado de los derechos humanos en la región. Ese informe se complementa con otro informe especial a cargo de una Relatora en materia de libertad de expresión, que hoy es Catalina Botero, una joven y distinguida abogada colombiana.
La libertad de prensa hoy está severamente amenazada en América Latina. Como decíamos más arriba, particularmente en el universo “bolivariano” y en la República Argentina. Esto es grave porque es cierto que cuando se logra cercenar la libertad de opinión y expresión todas las libertades, sin excepción, quedan en peligro. Por eso alguna vez Alexander Hamilton dijera que “la libertad de prensa consiste en el derecho a publicar la verdad con impunidad, cuando ello ocurre con buenos motivos y por fines justficables. No permitirla resulta fatal”.
El matrimonio Kirchner ha embestido duramente contra los medios de prensa independientes en la Argentina y, al propio tiempo, ha estructurado un multimedia estatal destinado a aplaudir constantemente su acción de gobierno y disimular así todos los gruesos errores que se han ido acumulando a lo largo del tiempo. Tratando de influenciar constantemente a la opinión pública, disimula la realidad antes mencionada cuando afirmamos que en la Argentina hoy existe una democracia kabuki.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos (OEA) acaba de producir su informe anual sobre la situación de los derechos humanos en América, incluyendo el tradicional apéndice en materia de libertad de prensa. Como cabía esperar ante la gravedad de lo que sucede en la Argentina, el capítulo en materia de libertad de prensa es sumamente riguroso y detallado.
Con la firma de su valiente Relatora Especial, la abogada colombiana Catalina Botero, el informe en cuestión sintetiza los principales ataques a los medios argentinos y a sus periodistas ocurridos en el transcurso de 2010. Incluye la mención específica de distintos casos individuales, los que aparecen pormenorizados, tales como la aparición de carteles anónimos con mensajes insultantes y estigmatizadores contra periodistas que trabajan en el grupo Clarín o los atentados físicos contra distintos periodistas y/o sus bienes.
Entre otros destaca el desafortunado incidente provocado por la frase pronunciada por el inexperto ministro de Economía, Amado Boudou, el 8 de octubre de 2010, cuando insólitamente sostuvo en Washington, ante distintos periodistas, que dos colaboradores de los diarios La Nación y Clarín "eran como los que ayudaron a las nazis a limpiar las cámaras de gas". Increíblemente Boudou se excusó luego de ese exabrupto frente a las organizaciones israelitas argentinas, pero aclaró que no pedía disculpa alguna a los periodistas que habían sido objeto de su indefendible insulto. Extraña reacción de orgullo.
El informe de la OEA, al describir el "clima de confrontación extrema" que se vive cotidianamente en la Argentina contra los medios, señala que las constantes y difamatorias descalificaciones a los periodistas impiden la deliberación razonable y pluralista de los asuntos políticos. Puntualiza, asimismo, que debiera ser "una labor del Estado, la de contribuir a generar un clima de mayor tolerancia y respeto por las ideas de terceros, inclusive cuando esas ideas resulten ofensivas o causen disgustos". Y agrega que "el Estado debe siempre abstenerse de utilizar alguna de sus competencias para recompensar a los medios que le son favorables y castigar a aquellos que disienten del gobierno o critican sus acciones". La alusión pareciera referirse a los abusos constantes, por parte del gobierno nacional, del poder de policía administrativo de que dispone para perseguir implacablemente a los medios independientes y distribuir caprichosamente la publicidad oficial, premiando a los medios leales o sumisos y castigando a la prensa imparcial e independiente.
Como apunta el diario La Nación, en su editorial del 19 de abril de 2011, el informe de la OEA señala asimismo que la organización sigue de cerca lo que sucede en los intimidantes juicios en curso contra los directores de La Nación y Clarín en relación con la compra del paquete accionario de Papel Prensa SA. También expresa seguir de cerca las acciones que apuntan a perjudicar a Fibertel, empresa que provee servicios de comunicación e información a través de la banda ancha, de propiedad del grupo Clarín. Al respecto, Catalina Botero destaca que debido a la importancia para el ejercicio real de la libertad de expresión que tienen esos asuntos, espera que ellos sean resueltos judicialmente, o de otra manera, de acuerdo con los estándares internacionales.
Para que nadie se equivoque, Botero agrega que, en la cuestión del papel de diario, resulta de aplicación la Convención Americana, que establece que "el derecho a la libertad de expresión no puede ser restringido mediante métodos o procedimientos indirectos, tales como el abuso de los controles gubernamentales a los privados respecto del papel de diario, las frecuencias radiales o los equipos utilizados en la diseminación de la información o por algún otro medio tendiente a impedir la comunicación y circulación de las ideas y opiniones".
La OEA reconoce y ha puesto en evidencia la constante persecución a la prensa independiente por parte del Gobierno argentino. Por su gravedad, no ha pasado inadvertida para el organismo regional especializado, que toma debida nota de ella y la denuncia sin titubeos.
Las presiones y ataques contra la prensa libre e independiente han continuado en el 2011 aunque quizás con algún mayor disimulo por parte de la Presidente que parece haber discontinuado sus constantes referencias intimidatorios a los medios y periodistas independientes.
La lucha por la libertad de expresión en la Argentina continúa. Pero es realmente lamentable como una administración que declama ser democrática continúa atacando a los medios independientes en una demostración más de cómo ha transformado a la democracia argentina en apenas una serie de episodios propios del kabuki (*).
Emilio J. Cárdenas fue Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.
(*) La palabra kabuki viene del japonés y describe una fórmula popular del drama teatral particularmente notable por sus trajes elaborados, diálogo rítmico y gestos estilizados. En este género, los actores masculinos asumen tanto los roles de los hombres, como los de las mujeres.
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