Cuba: Una isla de tragedia y frustración

El Heraldo, Tegucigalpa
La Isla de Cuba ha entrado en un proceso para evitar que la crisis económica la hunda. ue la crisis económica la hunda. Por primera vez un equipo periodístico de Centroamérica se traslada a ese La Isla de Cuba ha entrado en un proceso para evitar país caribeño para comprobar in situ qué tan efectivos o no han resultados esos cambios, el pensamiento del pueblo hacia su gobierno y las expectativas a futuro.
La Habana. – Recorriendo calles, conversando con el pueblo, indagando entre la sociedad cubana se obtuvieron testimonios reales de la verdad sobre la vida de la sociedad de la isla que hoy gobierna Raúl Castro.
Existe una filosofía popular en las calles de Cuba que rebasa cualquier estudio profundo o rebuscado sobre la situación de la isla.
“En Cuba hay 5 clases sociales: Fidel y su hermano, la gente que trabaja en turismo, los que trabajan en hospedajes, los policías y la gente como yo”, dice un profesor de música que paseaba cerca de la avenida El Prado, una de las más concurridas de la ciudad.
El músico se ubica en la parte más baja de esta escala y reniega de su suerte: “Aquí es una mier…, con 10 dólares al mes nadie puede vivir”. De aspecto bohemio, bajo de estatura, aretes de madera negros y pelo rapado, este isleño no pierde la oportunidad de ofrecer dos monedas conmemorativas del “Che” Guevara a un precio de tres dólares para “poder ganarme algo”.
Así es la vida de millares de cubanos, cada día es un reto para poder obtener recursos con los que paliar su difícil situación económica.
Bajo el mando de Raúl Castro, en el poder desde hace cuatro años cuando sustituyó a su hermano Fidel Castro, Cuba ha experimentado algunos cambios en el orden económico, como la apertura de permisos para que los ciudadanos puedan obtener trabajos por cuenta propia.
Enormes expectativas generaron estas disposiciones, pero ya comienzan a ser cuestionadas por la poca efectividad que han tenido.
EL HERALDO en la isla
Para descubrir y conocer desde adentro a Cuba fue necesario superar la férrea seguridad de inteligencia cubana.
EL HERALDO se convirtió en el primer medio de comunicación de Honduras y Centroamérica en visitar la más grande de las Antillas del Mar Caribe para conocer cómo viven sus ciudadanos, qué tanto les ha cambiado la vida las últimas medidas del gobierno para enfrentar la crisis y cuál es el futuro que vislumbran.
Llegar no fue fácil. Los oficiales de Migración del aeropuerto José Martí, en La Habana, retuvieron al equipo de reporteros encubiertos de EL HERALDO por una hora y media para interrogarlos y revisar las maletas y el equipo fotográfico.
Para el ingreso fue necesario argumentar una visita turística a la isla de los Castro. De inmediato la lluvia de preguntas no se hizo esperar. ¿Cuánto tiempo estarán? ¿A qué lugares se dirigen? ¿Dónde se hospedarán? ¿Qué tipo de fotografías harán?, son solo algunas de las reiterativas interrogantes que hacían.
Con un “gracias, disculpen las molestias” de parte de uno de los inspectores terminó el festín de preguntas y por fin se pudo ingresar definitivamente.
El famoso Malecón de La Habana, esa casi legendaria estructura construida a finales del siglo XX, es sitio para el desahogo de las penas de los habaneros. “ Tengo 37 años, ni siquiera sé qué es salir a otra provincia porque no puedo darme ese lujo”, manifiesta un trabajador de la construcción cuyo salario al mes es de unos 18 dólares.
El sueño de emigrar sigue latente entre miles que se declaran desdichados de estar bajo un gobierno comunista que todavía tiene enormes retos en el tema de la pobreza.
No se trata de ideología, de oponer por estar en desacuerdo con el socialismo sino buscar otras fronteras para hallar lo que no existe en Cuba: libertad. “Aquí nos nos venden brújulas porque no quieren que nos vayamos, aquí todo mundo se quiere ir”, expresa luego de haber terminado de beber la botella de Habana Club, un aguardiente muy popular en la isla.
Todo cubano que desea salir de la isla debe de hacer un engorroso trámite en el gobierno. ¿Dónde vive Fidel? se le pregunta a un gestor de viajeros, una especie de guía turístico que ha proliferado en la isla con la apertura económica y responde con un seco “nadie sabe”.
“Entra (Fidel) en un sitio que se llama “sector cero”, un escondite y de ahí nadie sabe para dónde va”, asegura.
Unos cuentan que la selecta colonia Miramar es uno de los refugios del comandante, de hecho hay una calle fuertemente resguardada por efectivos militares que no permiten la entrada a particulares.
La Habana está dividida en dos grandes sectores, La Vieja Habana y La Nueva Habana o Moderna. En La Vieja Habana reina una mixtura de estilos arquitectónicos, desde edificaciones coloniales hasta neoclásicas. La Habana Nueva es la parte de la urbe que conserva grandes inmuebles que antes de la Revolución, en la década de los 50, sirvieron como lujosos hoteles, así como las casas.
La educación y los servicios sanitarios siguen siendo uno de los mayores símbolos de la Cuba de los Castro, aunque en este último rubro comienza a experimentarse una merma en la dotación de medicamentos.
A pesar de las desventuras, el cubano mantiene la jovialidad. Con cierto recelo hablan con extraños sobre su gobierno, pero entrada la plática, se manifiesta su inconformidad.
El pueblo grita en silencio la pobreza que el gobierno niega
Un trozo de pollo desprovisto de carne es lo único que “Miguel” tiene en su refrigeradora.
Con pena dice: “les daría más, pero no tengo”. Su casa, situada en un vetusto edificio a pocas cuadras de El Capitolio, en realidad es una pequeña pieza de tres metros de ancho por cuatro de largo en la que apiñados están los muebles, una mesa para comer, el lavatrastos, el sanitario y un televisor de 20 pulgadas.
La gradas son de mármol curtido, pues esos inmuebles pertenecieron a personas pudientes que perdieron sus propiedades durante la Revolución.
El dormitorio es una obra del ingenio obligado por la necesidad.
Construyó una especie de tarima para dividir la habitación a dos metros de altura y tener un espacio de unos 70 centímetros para colocar su cama
¿Puede la historia de Miguel resumir el nivel de pobreza que existe entre los 12 millones de habitantes que tiene Cuba?
La pobreza absoluta se define, entre otras aspectos, cuando la persona consume menos de 2,400 kilocalorías de alimentos al día.
El gobierno cubano asegura que el consumo de kilocalorías de los cubanos es de unas 3,000.
Si es cierta esta afirmación oficialista ¿por qué sobran los cubanos que disfrazan una plática amena con un turista para limosnearlo?
Los datos precisos de la pobreza nunca se han podido dar con veracidad a lo largo del medio siglo de la revolución castrista.
O también es válido plantearse la razón de que Cuba tenga una tasa de suicidio del 24 por ciento por cada 100 mil habitantes, según la Organización Mundial de la Salud o que el 10 por ciento de su población haya huido al exilio y el éxodo continúe. La pagina web oficial del gobierno de Cuba no reporta el porcentaje de pobres, así como tampoco los expone la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos que constantemente monitorea ese tipo de datos a nivel mundial.
A falta de estadística sobre ese rubro, la realidad hay que palparla en los barrios y calles de la isla.
Lo que es evidente es un progresivo deterioro de la calidad de vida de la gente.
En Cuba es raro ver mendigos de forma abierta como la que se acostumbra en el resto de América Latina, pero sí una población inconforme con el nivel de vida que tiene porque sus ingresos son raquíticos.
El salario promedio en Cuba es de 20 Pesos Convertibles Cubanos (CUC), equivalentes a unos 18 dólares, es decir, al rededor de 342 lempiras.
Un médico o una profesora gana unos 10 dólares, casi 190 lempiras.
El ingreso anual de un cubano es de unos 240 dólares, o sea, el equivalente a unos 4,560 lempiras.
El régimen castrista señala que el ingreso per cápita es de 9,000 dólares anuales, pero no fija esa cifra, según las normas internacionales. Se supone que esta cifra lleva incluida toda la asistencia estatal para los cubanos, es decir inversión en salud y educación, entre otras.
Clase privilegiada
El gobierno cubano eroga millones en mejores salarios de policías y militares, quienes perciben unos 40 o 50 dólares mensuales.
Los médicos que salen a misiones de brigadas en el extranjero son una clase privilegiada, pues sus ingresos superan los 50 dólares, al igual que los artistas que sobresalen y los atletas de alto rendimiento, quienes dependiendo de su nivel pueden recibir hasta dignos y mejores tratos que los del ciudadano promedio.
El subsidiado sistema de provisión de alimentos por medio de la libreta de abastecimiento apenas le ajusta a los cubanos para comprar comida para unos 12 días en promedio.
“La libreta” permite a los cubanos acceder a un limitado conjunto de alimentos, principalmente granos como arroz, frijoles, café, aceite y sal a precio subvencionado.
El valor de los productos registrados en “la libreta” ronda los 8 dólares, unos 152 lempiras, y la misma solo puede ser usada una vez al mes. Después comienza una odisea para poder adquirir comida.
Menos alimentos
Pero el inventario de “la libreta” alimenticia es cada vez más raquítico, pues aunque existe una lista de productos ofrecidos la disponibilidad de los mismos merma con el pasar del tiempo. “Yo no uso la libreta desde que Batista era cabo, se la regalé a una hermana porque esa mier… no sirve para nada”, expresa con enojo “Juan Carlos”, un conductor de taxi, quien tiene un mejor nivel de vida que la mayoría de sus compatriotas por manejar una unidad que el Estado le alquila.
Cuando la persona consume su cuota de abastecimiento o simplemente no hay, le queda la oportunidad de obtener alimentos en mercados populares en los que los precios son más elevados que los que se consiguen en las bodegas de Estado, en donde se reclaman por medio de la libreta. Una libra de papas puede costar un dólar y si bien no parece un costo exorbitante, para los cubanos obtener un dólar es toda una aventura… o mejor dicho una desventura.
La libra de carne molida, esa que solo es un recuerdo en las bodegas de Estado, se cotiza en unos 4 dólares, el doble de lo que cuesta en Honduras.
Existen otros establecimientos comerciales que son usados tanto por turistas como por cubanos con un nivel de ingresos mejor.
“Carlos”, un conductor de bicitaxi cuenta que con sus 80 dólares de ganancia al mes (él percibe un poco más por tener una licencia de trabajador por cuenta propia) y tiene que recurrir a medidas extremas para darle lo necesario a su hijo de un año.
“Los culeros (pañales desechables), no me ajustan, por lo que mi mujer los lava cuando el niño los ha usado, les quita lo de adentro, los lava y le pone algodón para volverlos a usar”, relata mientras pedalea en la calle frente a la Plaza de la Revolución.
Vida dura
Con un ingreso promedio de 20 dólares al mes la mayoría del pueblo cubano vive sumido en la aflicción porque tampoco tienen expectativas de que la situación cambie.
El gobierno manipula y maquilla algunas cifras sobre las condiciones de su población, incluso asegura que el nivel de vida es superior al del promedio de América Latina. No es necesario dominar las ciencias económicas para descubrir la falsedad de estas aseveraciones. Cuba es líder en educación, salud, turismo y tabaco, pero de ahí pare de contar por que lo que sigue es hambre y sufrimiento.
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