Peru o las aventuras de la niña buena
Madrid.- Perú no forma parte de ninguna clasificación BRICs, CIVETS o EAGLES, inventadas por Goldman Sachs, HSBC o BBVA para llamar la atención de los inversores sobre los mercados emergentes. Sin embargo el país andino es sin duda una de las mayores sorpresas positivas que nos llegan desde América latina.
Todos sabíamos que el “barrio latino” contaba con una “niña bonita”, Chile, y además con un gigante de escala mundial en el cual se ha convertido, a lo largo de la pasada, década Brasil. A estos países se están ahora sumando otros más de la región como Colombia y Perú, que están también destacando por sus trayectorias económicas de manera notable. América latina ve así como el barrio se está poblando con cada vez más “niñas bonitas”. En todo caso las travesuras de las “niñas malas” de las pasadas décadas ya son historia y en este sentido también llama la atención la transformación económica peruana.
En 2010, esta economía fue una de las que más ha crecido, no sólo en América latina, sino en el mundo. Mientras los países OCDE seguían empeñados en evitar mayores recesiones, Perú, al igual que algunos emergentes asiáticos, con los cuales comparten el océano Pacífico, ostentó una tasa de crecimiento récord de 8,8% del PIB. Para 2011, JP Morgan tiene previsto que el país siga este rumbo de crecimiento elevado (7%) pero además con la inflación bajo control (por debajo del 3%), todo un hito para un país que años atrás padecía hiperinflación.
En el ámbito fiscal igualmente impera una política rigurosa, el país debatiendo actualmente si dotarse o no de un fondo soberano que podría acumular activos por un total del 3% del PIB. En el frente político, las elecciones presidenciales que se avecinan en abril 2011 han dejado de ser elementos de preocupaciones para los mercados e inversores, otro hito más cuando pensamos que décadas atrás estos eventos causaban nerviosismo, presiones sobre las primas de riesgo, el tipo de interés y el tipo de cambio.
No sólo la niña mala ha dejado atrás sus travesuras sino que ahora ha dejado paso a una niña bonita cortejada por los inversores del mundo entero. Las cifras no engañan: a lo largo de los últimos 5 años, los flujos de inversiones extranjeras directas en Perú alcanzaron un promedio del 4,2% del PIB del país, un promedio que duplica el de los años 2011-2005.
Sin duda la década de los 2000 fue brillante desde el punto de vista económico, la mejor que tuvo el país en los últimos 60 años, con un crecimiento promedio del 4,1% entre 2001 y 2010, dos veces superior al de la década anterior y obviamente muy superior a la década perdida de 1981-1990 (época del primer gobierno de Alan García) con una contracción de 3,4% del PIB.
Obviamente el país, como todos, presenta deficiencias, una de ellas es la (creciente) dependencia con respecto a las materias primas y a China. Las exportaciones mineras acaparan 65% del total exportado por el país andino, el cobre y el oro siendo los dos primeros rubros exportados. Las necesidades en materia educativa, de reformas laborales, de infraestructuras siguen siendo asignaturas pendientes.
Asia mira también cada vez más hacia Perú. Las inversiones japonesas en el país bordean los 6 mil millones de dólares, una quinta parte de ellas siendo inversiones directas. Perú y Japón están además cerrando un acuerdo comercial que se sumaría al tratado de libre comercio que entra en vigor en 2011 firmado con Corea y a los ya existentes con Singapur y Tailandia. El gobierno peruano anunció también querer entrar en negociaciones con India y Australia, además de Rusia y Marruecos, de cara al futuro. Claramente, Perú busca posicionarse como plataforma entre América latina y Asia (algo que pretende también Chile). Sin embargo el país con más empuje inversor en Perú es sin duda el gigante chino, país con el cual oficializó un tratado de libre comercio en el 2010.
Las inversiones chinas también se han disparado en paralelo con los vínculos comerciales: China se ha convertido en el segundo socio de comercio exterior con el 16% de la balanza comercia peruana. A finales del 2010, el Banco de Crédito del Perú (BCP) firmó un acuerdo con el China Eximbank para iniciar operaciones conjuntas y canalizar las inversiones chinas en el país. En los últimos años, también ha firmado acuerdos similares con otras empresas financieras asiáticas como el Korea Eximbank y el Japan Bank for International Cooperation (JBIC), prueba del creciente tropismo asiático del país andino.
En 2010, otro banco chino, el Bank of China, el quinto banco más grande del mundo, también ingresó a Perú de la mano de Interbank, un banco local, y ha abierto así su primera oficina en América Latina. Por su parte, y después de su salto a España en el 2010, el Industrial and Comercial Bank of China (ICBC), la mayor entidad bancaria comercial del país asiático y la mayor del mundo por capitalización en bolsa, también quiere establecerse en el Perú, dónde presentó una solicitud ante Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS) peruana a principios del 2011.
El ICBC ha iniciado una estrategia de expansión global que lo ha llevado a instalarse en mercados financieros europeos y norteamericanos. Recientemente, de hecho, se hizo con una filial de Scotiabank de Canadá, otra potencia minera dónde el fondo soberano chino CIC ha decidido abrir su primera oficina internacional en Toronto este año.
Se estima que el flujo de la inversión china hacia Perú sumaría 10 mil millones de dólares en los próximos cinco años. No sólo los sectores de la minería o de las infraestructuras portuarias son de interés para los chinos. En 2011, dos empresas chinas del sector telecomunicaciones y una productora de bienes de capital (maquinaria y equipos) orientada a la construcción y minería, prevén instalarse también en el país.
Hasta la fecha destacan como inversiones chinas en el país en particular la compra de acciones de la empresa Peru Copper por parte de Chinalco, que pagó 703 millones de dólares y la adquisición de la empresa Northern Peru Copper por parte de la compañía China Minmetals/Jiangxi Copper por un total de 434 millones de dólares. Según el gobierno peruano, el potencial de inversión de China en Perú supera los 11 mil millones de dólares, cifra que representa el 25% del total de la cartera de proyectos, para los próximos años.
El atractivo peruano no se limita obviamente a Asia. También los vecinos latino-americanos se interesan ahora en el país. Así, en 2010, las empresas chilenas invirtieron 1,8 mil millones de dólares en el Perú, más del 40% de sus colocaciones en el mundo. De cara al futuro, la minorista chilena Cencosud prevé seguir invirtiendo en Perú algo más de 200 millones de dólares.
Brasil también se asoma como otro gran inversor en el país andino, empezando por sus empresas mineras, petroleras o del sector de la construcción. También se están dando inversiones árabes importantes en el país. La principal, de 700 millones de dólares, está colocada en el muelle sur del puerto del Callao y corresponde a Dubai Ports World.
Por su parte, la empresa estatal Sonatrach, de Argelia, tiene aproximadamente 300 millones de dólares invertidos en el proyecto gasífero de Camisea, en la zona sur andina. A mediados de febrero del 2011, Lima hospedó la III Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de América del Sur y Países Árabes (ASPA), prueba del interés de Medio oriente por el país y la región.
En total, según la UNCTAD, Perú fue en 2010 uno de los países de la región que han registrado el mayor aumento de inversiones directas (casi +45%), superando incluso a Chile y justo por detrás México. En total la región ha recibido 141 mil millones de dólares de inversiones extranjeras directas.
La obtención en el 2010 del Premio Nobel de literatura, otorgado a Mario Vargas Llosa, o el auge internacional de la gastronomía peruana, simbolizan, de cierta manera, la transformación del país andino. Cualquiera que sea el resultado de las elecciones presidenciales de abril 2011 parece ser que el futuro le sonríe a Perú, una buena noticia más que nos llega de la región. Bien gestionada, esta nueva década será clave para anclar el país en un proceso de desarrollo equilibrado que busque también repartir las riquezas de la nación y, más allá de la bonanza de materias primas, se busque diversificar una economía que no ha dejado de dar alegrías en los últimos años.
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