Paraguay: Usted mantiene a los partidos políticos
De no ser por la pelea entre Calé y González Daher de diciembre pasado posiblemente no se hubiera destapado la olla en la Justicia Electoral y no sabríamos que desde 1993, desde mucho antes, todos los ciudadanos y ciudadanas de este país financiamos a los funcionarios de partidos políticos, que son contratados de ese organismo, además de pagar a empleados particulares, secretarios y parientes de varios conocidos políticos.
Señoras, señores, puede que ustedes no estén afiliados a ningún partido o que ni siquiera se hayan inscripto para votar y que además consideran que la mayoría de los políticos son unos sinvergüenzas, buenos para nada y caraduras. No importa. Con los impuestos que pagan y que Hacienda recauda, están haciendo posible que partidos como la ANR, el PLRA, Unace y otros tengan muchos empleados sin ellos pagarles nada, porque de eso se encarga el Tribunal Superior de Justicia Electoral, a través de graciosos convenios. Si alguna vez pasa por la Junta de Gobierno de la ANR o el Directorio del PLRA o de ese monumental complejo edilicio de Unace en San Lorenzo, puede sentirse orgulloso u orgullosa de estar contribuyendo a su mantenimiento.
Gracias a su dinero, señora, señor, la mayoría de los parlamentarios quedan como duques con parientes, amigos y vecinos, a los que “desinteresadamente” reparten cargos, como si fueran coquitos. Algunos abusan de su generosidad y no solamente distribuyen los 20 cargos que figuran como sus “cupos” en la resolución aprobada por el TSJE en el 2010, sino muchos más. Debe ser que son más sensibles a los pedidos de sus correligionarios o tal vez sean más cuates de Mochito Morales y Ramírez Zambonini, vaya a saber.
Debido a su natural bondad, ciudadano, ciudadana, usted por ejemplo también evita que algunos diputados y senadores deban recurrir a su “mísero” sueldo en el Parlamento para pagar a los empleados de su estancia o de sus negocios particulares. Inclusive, su generosidad llega al punto que su dinero en impuestos paga sueldos de gente que no existe y en realidad va a parar al bolsillo de algún legislador que, seguramente, necesita de esa plata para seguir representándolo con la majestad y dignidad que el cargo le exige.
Es posible que usted supiera desde hace mucho cómo se usa el dinero del presupuesto general de la Nación y no le importe. Tal vez tiene algún amigo, vecino o pariente que se beneficia de este sistema. Total, el Estado es generoso y nadie reclama. O tal vez no relaciona este despilfarro con el hecho de que después no haya dinero para remedios o para útiles escolares en el presupuesto.
Pero también es posible que esté entre la gente que se ha enterado ahora, cuando la cuestión se comenzó a revelar en los medios de comunicación. Y tal vez no esté ni conforme ni apruebe que hayan venido ocultándole esta situación durante tanto tiempo. Quizás piense, como muchos pensamos, que es hora de exigirles a muchos dirigentes políticos de nuestro país que tengan un poco de vergüenza, que no sigan usando el dinero de todos como si fuera suyo, que sean aunque sea un poco honestos y que terminen de una buena vez con este carnaval. Si no es mucho pedir.
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