Los disparates de Evo
Es pasmoso que pelagatos como Evo se atrevan a hablar de esta manera sobre algo que está fuera de su competencia. Aparentemente, como no puede hacerlo con argumentos que es incapaz de hilvanar, se le ha ocurrido responder así a la última declaración de los Obispos bolivianos, que en forma específica criticó la falta de democracia y el fracaso de sus políticas que no han servido para atender a las urgentes necesidades del pueblo y paliar su pobreza.
En efecto, lo que está sucediendo en Bolivia no es raro. Siguiendo el ejemplo de su mentor y financista y un Congreso que le aprueba leyes a su medida, Evo se ha dedicado meticulosamente a sacarse del camino a sus opositores, especialmente aquellos que ocupan cargos de elección popular. Estos tienen al frente sólo dos posibilidades si no se doblegan ante el gobierno: la cárcel o el exilio. Muchos opositores han optado por lo último, considerando que Bolivia no es un estado de derecho ya que el Poder Judicial está al servicio del régimen. En otro sentido y como era de esperarse, la economía del país se encuentra en franco deterioro como consecuencia de las nacionalizaciones y la creciente intervención estatal en las actividades productivas y financieras.
Como buen revolucionario y fiel exponente del socialismo del siglo XXI, Evo explica el fracaso de su gestión a los incansables intentos del imperio por derrocarlo. Esta teoría conspirativa cuyo único fundamento es su afiebrada fobia hacia Estados Unidos, no pasa de ser una ridiculez que mueve a la risa. Pero como vive pensando en ella y se la toma en serio, acusó públicamente al Secretario de Defensa estadounidense, que asistía a una reunión en Santa Cruz de jefes militares del continente, de que su país estaba decidido a sacarlo del poder y que no cesaba de hacer planes al respecto. Al margen de la grosería que esto significa, resulta inexplicable que un funcionario del calibre de Robert Gates asista a un evento en un país cuyo gobierno hace gala de un anti-americanismo rabioso y se exponga a que Evo lo emplace delante de todos los participantes y la prensa internacional. No hay que olvidar que el Embajador estadounidense fue expulsado hace ya un tiempo, acusándosele de similares y absurdas falsedades.
Cuando un mandatario como Evo debe recurrir a estas demencias, que seguramente ni el mismo y sus incondicionales se las creen, es evidente que las utiliza para distraer a la opinión pública boliviana de los problemas que la afligen y que han sido destacados por la propia Iglesia Católica, tradicionalmente prudente en sus pronunciamientos. El socialismo, cualquiera sea su apellido u origen, es una ideología fracasada pues no satisface las necesidades y aspiraciones de un pueblo, que muchas veces debe sacrificar ante ella hasta el preciado don de la libertad.
El autor es profesor de la Universidad de Miami y ex Embajador de Chile en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la OEA.
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