América Latina: Regreso al pensamiento único
¿Qué está aconteciendo en América Latina? ¿Qué perversa ley histórica nos condena a retroceder décadas -cuando estamos luchando por afirmar la democracia- para volver a vivir dictaduras encubiertas en populismos encarnados en demagogos palabreros que encandilan a muchísimas personas atraídas aún al pensamiento mágico y susceptibles, por lo tanto, de creer en la promesa de un paraíso futuro que jamás llegará? Los interrogantes imponen desentrañar este oscuro proceso que, de expandirse, nos conducirá a nuevas dictaduras.
¿Por qué cuando rescatamos la democracia, con mucha muerte y dolor, no sabemos defenderla cuidando y custodiando las instituciones republicanas, y por nuestra astenia cívica permitimos el abuso de poder, la reedición de sistemas que trabajan para ahogar las libertades y proscribir la justicia? ¿No fue aleccionadora la experiencia del siglo XX, cuando por los años cuarenta y hasta más allá de la Segunda Guerra Mundial se vivió subyugado por concepciones totalitarias? Finalizado el conflicto bélico en 1945, mientras Europa occidental y Japón desarticulaban estructuras fascistas e imperiales y avanzaban con el rescate de la libertad hacia el desarrollo y la conquista del Estado de Derecho, en estas tierras se erigían regímenes antidemocráticos y líderes investidos de poderes absolutos bajo una máscara republicana por haber accedido al poder con el voto popular.
La memoria nos acerca los nombres de quienes gobernaron nuestros países en ese largo periodo donde el pensamiento único fue el cartabón común, y donde quien abrigara otras convicciones no era considerado adversario sino enemigo y se le negaba hasta el derecho a la justicia. Stroessner en Paraguay; Ibáñez en Chile; Banzer en Bolivia; Odría en Perú, Rojas Pinilla en Colombia; Pérez Jiménez en Venezuela; Trujillo en República Dominicana; Somoza en Nicaragua; Batista en Cuba; Perón en Argentina, y en España el régimen falangista de Franco.
El pensamiento único se entronizó así en nuestras tierras de Sudamérica y del Caribe, en el plano ideológico no es más que un sistema de ideas que guían el accionar de gobiernos dictatoriales o populistas, impuesto como dogma político para todo el país. La metodología para exigirlo radica en el origen, en dictadura militar aparece ya en las proclamas iniciales y se consolida en leyes e instrumentos jurídicos de facto supraconstitucional.
En el populismo seudodemocrático, el avance es más lento, progresivamente con todos los recursos del Estado comienza a desarmar la democracia, luego, transforma al ciudadano en súbdito; hace trizas la división de poderes; no admite la prensa libre, niega el derecho a la protesta; somete al Parlamento a sus designios; integra tribunales con jueces títeres; persigue a sus opositores; niega el derecho de propiedad privada, confisca y expropia, divide al pueblo y Fuerzas Armadas. Desde el poder consuma siempre el objetivo de abolir una de las conquistas más fecundas del sistema democrático: el derecho de expresar las ideas.
Y aquí cierro el artículo.
Cualquier semejanza con nuestra realidad nacional no es pura coincidencia, sino que queda a criterio del lector.
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