El gobernador de Puerto Rico imita a Ronald Reagan
Ojo, Chris Christie. El gobernador de Nueva Jersey tiene un rival que recorta impuestos y promueve una agenda pro-crecimiento que puede ser aún más intrépido. Su nombre es Luis Fortuño y es el noveno gobernador de Puerto Rico un lugar que, aunque cueste creerlo, está en mayores aprietos financieros que Nueva Jersey.
Cuando Fortuño asumió en enero de 2009, Puerto Rico tenía un déficit del 46%, equivalente a US$ 3.300 millones. La situación era tan desastrosa, me contó el propio Fortuño el martes en una entrevista telefónica desde San Juan, tuvo que volar a Nueva York, cuando todavía era gobernador electo, para explicar su plan fiscal a los inversionistas e impedir una drástica reducción en la calificación de la deuda pública puertorriqueña. "Estábamos a un paso del status de deuda basura", recordó.
Luego de 22 meses en el cargo y una serie de agresivos recortes de gastos, el déficit está ahora en alrededor del 11%. A pesar de ese logro, el estado libre asociado aún gasta más de lo que recauda. En el manual político de Washington esto implica que los puertorriqueños no están pagando lo suficiente en impuestos.
Fortuño tiene una visión muy distinta. Cree que los altos impuestos destruyeron la economía puertorriqueña. Ya promulgó una ley que contiene una serie de exenciones fiscales y la suspensión de comisiones que gravan las compras inmobiliarias que se ejecuten antes de junio del próximo año. La semana pasada presentó a la legislatura un plan radical para simplificar el código tributario y reducir drásticamente las tasas para las empresas y los individuos.
El gobernador cuenta que redujo 20% del presupuesto pero que "no fue suficiente". Puerto Rico necesita "proveer un entorno para que nuestra gente florezca y para dejar que su ingenio la lleve a donde quiera ir". Agrega: "Puerto Rico no ha sido competitivo. Los inversionistas han estado yendo a Singapur e Irlanda. Nuestro sistema nos ha fallado". Y no fue por falta de capital. Las emisiones de deuda del estado libre asociado siempre se vendieron rápidamente. "Hay mucho dinero aquí pero no ha valido la pena tomar los riesgos" en emprendimientos privados, considera.
Para cambiar esa relación riesgo-utilidad, el plan de Fortuño recorta radicalmente los impuestos a las empresas y sube los niveles de ingresos a partir de los cuales se aplican los tributos más altos. La nueva estructura sustituye seis franjas impositivas con tres y eleva la tasa más alta del 41% que se aplicaba a los ingresos de más de US$500.000 al 30% y solamente para los ingresos que superen los US$2,5 millones.
Hay también un alivio impositivo para las personas, que tendrán menos deducciones pero que disfrutarán también de importantes recortes en las tasas. Quienes tengan ingresos medios y bajos tendrán los mayores recortes pero las tasas marginales más altas también serán reducidas sustancialmente en un plazo de seis años. "Podemos eliminar el impuesto mínimo alternativo", agrega Fortuño, algo que se puede hacer porque el código tributario no es dictado por las autoridades federales, agrega.
El plan no ha estado ajeno a la controversia. Para ampliar la base impositiva impone un nuevo impuesto del 4% en 2011, que irá desapareciendo paulatinamente durante seis años- a los productos manufacturados comprados localmente por las casas matrices de las empresas multinacionales. Los críticos señalan que esas compañías fueron inducidas a invertir en Puerto Rico por promesas de impuestos excepcionalmente bajos. (En 2009 la tasa efectiva para las filiales locales de las multinacionales fue del 1,46%). Golpearlas súbitamente con un fuerte incremento impositivo, aunque sea temporal, sugiere un clima de inversión arbitrario.
El nuevo impuesto, sin embargo, es un tributo al consumo aplicado en lugar del que existe para los ingresos. Por eso, me dijeron dos expertos en el tema, las empresas con domilio en Estados Unidos podrán generar con ellos un crédito fiscal con respecto a sus ingresos y no se incrementará la carga en ese país de impuestos sobre las compañías. Grupos representativos de la industria argumentan que la carga que representará el impuesto no está clara en este momento.
Podría haber otro problema. Aunque los recortes hasta 2013 están asegurados, las reducciones posteriores dependerán de que el gobierno cumpla ciertas metas de recaudación y gasto y que la economía se expanda como está previsto. Fortuño me dijo que esto pondrá a los ciudadanos del lado de un gobierno responsable. Pero también podría hacer que los inversionistas se marginen.
De todas formas, vale la pena celebrar el espíritu del plan, pese a sus defectos. Si las encuestas son certeras, en la mañana posterior a las elecciones, muchos políticos republicanos se despertarán con una nueva responsabilidad. Han prometido a los votantes un nuevo camino a la prosperidad en Estados Unidos enmarcado por una filosofía menos Estado y más libertad. Si están buscando un modelo, podrían mirar a Fortuño.
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