Más impuestos: Mal camino
El Economista, Madrid
Vuelven a reunirse los ministros de Economía y Finanzas de la Unión Europea y vuelven a plantear la imposición de nuevas tasas a la banca -cada vez está más claro que se llevará adelante-, con la excusa de sufragar futuras crisis del sector financiero. Ahora también se analiza el gravar las transacciones financieras internacionales. Y se repite que quien pagará este nuevo impuesto será el propio sector bancario y no los contribuyentes.
La falta de ideas para reducir los déficit públicos por parte de los diferentes gobiernos se hace cada vez más alarmante. Primero, porque el aumento de los impuestos, sean del tipo que sean, lo único que consigue es reducir la capacidad de maniobra de las empresas, minorar sus resultados, desincentivar la creación de nuevos negocios o poner en duda la viabilidad de los existentes.
A las personas físicas, los contribuyentes, les sucede algo parecido, con los efectos poco deseados que tiene sobre el consumo la reducción de su renta disponible. Pero, además, pensar que un impuesto a un sector, el bancario en este caso, no se trasladará, de una u otra forma, al cliente (ya saben, o te doy menos rentabilidad por tu dinero o te subo las comisiones que te cobro) es tener poco conocimiento de la realidad.
La excusa de la prevención no es válida, pues estos nuevos ingresos vía impuestos se destinarán a un llamado "fondo de resolución" que se empleará? ¡cuando se produzca una crisis!, pues se utilizará para cubrir el coste de bancarrotas y/o liquidaciones de entidades financieras. Es decir, en lugar de trabajar en la previsión y evitación de problemas, se centran en la paliación de la enfermedad una vez que aparezca.
Y no olvidemos que en España contamos con los Fondos de Garantía de Depósitos -uno por cada clase de entidad financiera- con ese mismo objetivo, con lo que se daría una duplicidad palpable. A pesar de ello, los responsables de economía están a favor de la implantación en nuestro país de esas tasas adicionales.
Existen otros mecanismos para prevenir las citadas crisis, en la línea que la nueva propuesta de Basilea parece proponer: el análisis del riesgo en que pueden incurrir estas importantes entidades.
Si, adicionalmente, se quiere imponer una tasa a los movimientos internacionales de capital, lo único que se va a conseguir es reducir la liquidez de los mercados. Pensemos en los inversores que están dispuestos a movilizar sus ahorros allá donde se les ofrezcan mayores y mejores oportunidades, que dejarán de serlo por el mero hecho de contar con un impuesto ¡por prestar su dinero! Sin duda alguna no vamos por el buen camino.
Como las cosas de palacio van despacio, y la propuesta de la Comisión Europea no se espera hasta los primeros meses del próximo año, nos queda la esperanza -leve, muy leve- de que nuevas y diferentes ideas lleguen a las mentes del Consejo de Economía y Finanzas (Ecofin).
A pesar de todo lo anterior, vamos a acabar con una lectura positiva: para el impuesto a la banca, Bruselas considera conveniente su armonización a escala europea, con la intención de no distorsionar los mercados y que no exista competencia desleal entre la imposición en uno y otro Estado miembro. Bien, porque es necesaria esta acción común en todo lo referente a la Unión Europea, aunque se queda un poco escasa todavía ante la necesaria armonización fiscal en toda Europa.
Por lo que respecta a la tasa a las transacciones financieras internacionales, ese consenso es todavía más difícil.
Ignacio López Domínguez es director del Centro de Investigación Financiera (Universidad de Nebrija).
- 23 de enero, 2009
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