VeneCuba destartalada
Acabo de regresar de un corto viaje por Río de Janeiro, Buenos Aires y Montevideo. Aproveché al máximo el tiempo para caminar o como se dice ahora patear las calles de estas cautivantes ciudades suramericanas. Considero que es la mejor forma de atrapar no sólo la geografía propiamente dicha sino la humana. En las calles, librerías y negocios populares, paradas de autobuses, uno le toma directamente el pulso al ambiente social reinante. Me impresionó mucho en Buenos Aires cómo la gente con quienes tropezaba en diversos escenarios me preguntaba al rompe cómo nos iba con el coronel, todavía no había terminado de dar mi respuesta, cuando los interlocutores me espetaban que la señora Kirchner pretende hacer lo mismo, pero aquí no la vamos a dejar.
Después de 12 largos e improductivos años, los pueblos del vecindario no se comen el cuento del régimen que lucha a favor de los pobres, saben perfectamente que los ha multiplicado, ha aumentado brutalmente la riqueza de los capitostes, siendo su legítima preocupación perpetuarse en el poder y convertir al país en otra Cuba, mar de la infelicidad. Ya la peregrina discusión sobre lo que encierra el socialismo del siglo XXI está cancelada, el cerebro del proyecto, el mismísimo sátrapa caribeño barbudo lo ha revelado claramente: socialismo es comunismo. Y recordemos que el padre y el hijo putativo son la misma cosa. Los pueblos suramericanos no quieren nada con el comunismo, desean paz, trabajo, progreso, sana y segura diversión y alternabilidad democrática en el poder. Veo con satisfacción, lo cual no significa que descuidamos nuestra tarea permanente en la defensa de la Democracia como el mejor sistema de vida, que los pueblos latinoamericanos no se tragan las monsergas populistas que traen pobreza, falta de educación, superación y creatividad: sólo purita vida de seres autómatas.
Cada día que transcurre se les achica el futuro a los regímenes autoritarios, tan incompetentes y conculcadores de libertades ciudadanas.
Caminar por aceras amplias, sin huecos y despreocupado del asedio de la inseguridad es casi un hallazgo para los venezolanos de hoy, es como una especie de Nirvana que disfrutamos enormemente, porque aquí no hay aceras seguras donde caminar, se corre el riesgo de caer en la profundidad de una alcantarilla sin tapa o en cualquier hueco sin aviso de peligro. Caminar por sitios bonitos y seguros me produjo un sentimiento amargo al percatarme aún más de lo destartalada que está Caracas, por culpa de un régimen indolente que malgastó la fortuna petrolera. Aquí el transporte público está en el suelo y puede decirse que no existe, en los países visitados los buses no echan humo, otro hallazgo que nos hace conscientes de la contaminación monumental que nos enferma. Yo creo que cuando cambie la circunstancia política que nos lanzó a lo peor del siglo XIX, nos pondremos de acuerdo para realizar un gran esfuerzo orientado a la recuperación de nuestra amada Caracas y otros sitios del país que también sufren el crimen del abandono.
Esa debe ser una de nuestras tareas cuando transitemos el camino de la democracia, la libertad y el respeto ciudadano.
Acabo de enterarme de la muerte del secuestrado en el Hospital Militar contra su voluntad, el digno y valiente de verdad Franklin Brito. La disidencia democrática está de luto y Brito se eleva como héroe singular para siempre en la lucha contra los desafueros autoritarios de un régimen, que impide con sus arbitrariedades el reino de la Justicia. El concepto elemental de justicia es darle a cada uno lo suyo. A Brito se le quitó lo suyo. Se cansó de exigir que se le respetara el derecho de propiedad sobre sus tierras. La muerte de Brito, a quien no se le permitió el acceso a los servicios médicos escogidos por él, muestra el rostro de un régimen que desprecia la vida y el diálogo democrático. Para ellos un número más de los 160.000 muertos en sólo 12 años, víctima de la saña de la violencia. Muy poca gente puede exhibir la valentía de Franklin Brito, hechos y no palabras en cadenas, inmoló su vida por la defensa férrea de sus principios y valores.
Que descanse en la Paz de Dios. Amén.
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