Espiritismo patriótico
La política latinoamericana tiene un retraso considerable con respecto a su propia literatura. Mientras en el terreno de esta última a nadie se le ocurriría volver a los relatos superlativos del realismo mágico, en la primera en cambio se hace lo posible por mantener vivo ese género con su toque fantasioso y ciertamente absurdo. Enumerar los ejemplos de esa vocación por lo irreal llenaría páginas enteras, por lo que basta ver la manipulación que se hace de los hechos pasados y de los personajes que se destacaron en diversas épocas.
Por ahí hay un presidente que sostiene que los habitantes originarios de su país y en general del continente vencieron al imperio romano. Ya que el tiempo en esta parte del mundo corre en otro sentido, no hay que preocuparse por detalles como los casi mil años que mediaron entre el fin del esplendor romano y el establecimiento de contacto físico entre Europa y América. Posiblemente, desde la nueva cosmovisión no sea necesario coincidir con el enemigo en el tiempo y en el espacio para ir a la guerra y vencerlo.
Otro presidente armó una comparsa multinacional para llevar unos puñados de tierra que, exclusivamente por su decisión, se transformaron en los restos de la famosa Manuelita. Él y todos los que apoyaron el tortuoso desplazamiento del séquito por tres países, con caballos, trajes de la época y oraciones revolucionarias, no entendieron que al llamarla la insepulta de Paita Neruda no estaba haciendo una metáfora. Lo que importaba era darle al Libertador la misma protección que tuvo en vida para evitar que sus asesinos vuelvan a matarle.
Precisamente para comprobar que hubo asesinos y que estos son los mismos que ahora andan por el vecindario, era necesario desenterrarlo y hablar directamente con él. Para quienes tuvieron el privilegio de presenciarla debe haber sido muy conmovedora la escena de esa madrugada cuando el líder de la revolución continental le preguntaba si era él mismo o era otro. Más impresionante aún habrá sido escuchar la respuesta del magno personaje cuando se identificaba con santo y seña frente a su seguidor e intérprete. Con semejante acto de espiritismo patriótico y los exámenes que harán notables expertos en la materia, quedará en claro que hubo crimen y la justicia sabrá hacia dónde apuntar su certero brazo.
Por acá no nos quedamos atrás en los empeños por reinterpretar la historia y por darle a cada personaje la plena dimensión que debe tener. Ya vimos cómo fue entregada la Constitución de la revolución ciudadana al caudillo que nunca tuvo reparos en mandar al basurero la suya propia. Para ello se acudió también a la siempre efectiva conversación con el espíritu, que para ese momento ya había dejado de ser liberal y se había transformado en socialista del siglo veintiuno.
No habrá que sorprenderse si hoy, 2 de agosto, en el bicentenario de la masacre de los próceres, se desarrolla el correspondiente acto espiritista para demostrar que Toribio Montes está aún vivo y amenazante ante el avance incontenible de la revolución ciudadana.
- 23 de julio, 2015
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