El norte

El Periódico, Guatemala
De niña escuché de la tía Chayo pero me era un nombre irreal, hablaban de ella, pero no la veía porque vivía en los Estados Unidos, la conocí a los 7 años, cuando vino a visitarnos. Cuando la vi era como la foto que mi madre guardaba, una hermosa mujer morena de ojos negros y pelo ondulado. Su historia de inmigrante inició en 1967, siendo joven enviudó, con deudas encima recorrió fábricas en la capital, pero no la emplearon por no saber leer. La partida de mi abuela, luego la de su esposo y la falta de empleo la llevaron al norte.
En 1967 partió a Nueva York, allá trabajó en una maquila de suéteres 7 años, volvió a Guatemala y luego partió a Los Ángeles, durante las noches limpió oficinas, trabajó en una fábrica de cinchos, en una maquila de muñecas y transportando piezas de aviones. En otra de sus idas a Nueva York empacó blusas, luego cuidó recién nacidos, porque el pago era mejor. La vida la bendecía, pero en la agonía de 1975 mi padre la llamó para decirle que mi abuelo falleció, esto la destrozó porque al no tener documentos no pudo despedirlo.
Volvió a su tierra, pero pronto se marchó a Miami en donde trabajó en residencias de colombianos y americanos, criando niños. Finalmente, cuidó ancianos americanos y alemanes, aprendió a poner inyecciones, a bañarlos y asistirlos.
Sus venidas e idas, durante 22 años, eran por sus hijas y su tierra, eso la llevó a recorrer carreteras, playas, desiertos, ríos, pantanos y hasta el mar. Fue detenida y deportada varias veces, en una ocasión Migración la detuvo 2 veces en un mes, los agentes la reconocieron al momento de fotografiarla y la reprendieron por quitarles el tiempo. Allá crió los hijos que no eran sus hijos, cuido ancianos que no eran sus padres, dejó su fuerza en las maquilas sin recibir seguro y retiro, para ella fue la forma de salir adelante, dice que hizo lo que los americanos no aceptaban y asegura que valió la pena, ahorró, invirtió y volvió a su país.
La vida de mi tía es una página del enorme diario que han escrito los inmigrantes, quienes han partido en busca de construir el futuro que Guatemala les niega. Y así como casi todas las familias sabemos qué significa la guerra, también sabemos qué significa la migración, porque un ser amado está en el norte, trabaja sin papeles y en medio de la crisis económica vive atemorizado, perseguido, detenido y amarrado como animal, ante el amparo de leyes como la SB 1070 y del abuso de poder de hombres como el sheriff Joe Arpaio.
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