Santos, un actor clave que espera su turno
Después de la teatral ruptura de relaciones con Colombia decidida por el presidente venezolano, Hugo Chávez, que incluyó como actor de reparto al ex técnico de la selección argentina Diego Armando Maradona, muchos líderes latinoamericanos corrieron presurosos a intentar mediar entre los dos vecinos enfrentados.
Así, se pudo ver el desfile del secretario general de la Unasur, el ex presidente argentino Néstor Kirchner; del canciller Héctor Timerman; del presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, y hasta del presidente del Uruguay, José Mujica, que se mostró dispuesto a "hablar con Dios si fuese necesario" para buscar la normalización de las relaciones entre Caracas y Bogotá. Pero los intentos parecieron quedar a mitad de camino.
Por un lado, porque los enfrentamientos entre Chávez y el presidente colombiano, Alvaro Uribe, vienen de larga data, mucho antes de aquel anuncio de Chávez con Maradona a su lado, que colocaron al ahora ex técnico de la selección argentina en un lugar de protagonismo, créase o no, en un conflicto que tiene en vilo a la política regional. De hecho, tras recibir una llamada de Lula, Chávez le pasó el teléfono a Maradona, que bromeó con el presidente brasileño y reiteró su "amor" por Fidel Castro, el líder cubano al que Chávez habría visitado recientemente si no fuera por el "alto riesgo de ataque militar colombiano"; riesgo, según él, que lo llevó a quedarse en Caracas y a poner en alerta sus tropas.
Por otro lado, porque lejos de las cámaras y los micrófonos hubo un actor clave que parece tener la llave para la normalización de las relaciones: el presidente electo colombiano, Juan Manuel Santos, que asumirá su cargo el 7 de agosto próximo y que visitó la Argentina el lunes pasado.
En él, y no en la cumbre de la Unasur, que se celebró ayer en Quito, cifró las expectativas de distensión de las relaciones bilaterales el canciller venezolano Nicolás Maduro, cuando dijo que ojalá el "gobierno futuro" de Colombia quiera tener una relación a largo plazo con Venezuela.
Maduro pareció realizar una "contragira" de la de Santos, en virtud de la cual se entrevistó con Kirchner y con su esposa, la presidenta Cristina Kirchner el martes, apenas horas después de que lo hiciera el presidente electo colombiano. Con su periplo latinoamericano, el canciller intentó sensibilizar a los mandatarios sobre su propuesta de un difuso plan de paz regional para desactivar el conflicto con Colombia.
También Lula, que fue criticado ayer por el gobierno del volcánico Uribe por haber afirmado que la crisis entre Colombia y Venezuela es un "mero conflicto verbal", dijo que está dispuesto a "hablar mucho" con Santos para superar la crisis.
Además, Santos, y no Chávez, parece haber sido el destinatario indirecto de las denuncias que realizó en los últimos días Uribe sobre la connivencia del gobierno venezolano con la guerrilla, algo que él ya había señalado permanentemente durante sus dos mandatos.
¿Qué otro objetivo, sino éste, puede tener que Uribe decidiera dar más pruebas de esta polémica relación, poco después de que Santos y Chávez se preparasen para reunirse en la ceremonia de asunción del 7 de agosto en Bogotá?
La reacción de Santos fue mesurada, pero no por eso dejó de ser clara. Si bien dijo que su mayor aporte a la distensión era no realizar declaraciones sobre el asunto, comunicó algunas medidas de su gobierno que no dejan lugar a dudas.
Por ejemplo, anticipó que el actual ministro de Defensa colombiano, Gabriel Silva, que exhibió inicialmente las presuntas pruebas de la existencia de 1500 guerrilleros colombianos y 87 campamentos en territorio venezolano, no seguirá en su cargo, sino que será embajador en Estados Unidos.
Y añadió, como otra señal de independencia respecto de Uribe, que nombrará ministro de Defensa, cargo fundamental para el oficialismo (no por nada, el propio Santos fue ministro "estrella" del actual mandatario en esa cartera) a Germán Vargas Lleras, de Cambio Radical, integrado por uribistas que se alejaron del mandatario por su intento infructuoso de llegar a una segunda reelección.
Vargas Lleras, que ha sido considerado un traidor por el actual vicepresidente colombiano, Francisco Santos, primo del presidente electo, logró un sorpresivo 10% en las pasadas elecciones colombianas.
"Creo que Santos le está diciendo a Uribe: “Yo a usted lo respeto, lo quiero, le voy a cuidar su legado, pero no le voy a comprar las peleas”", dijo ayer la analista colombiana Claudia López a Radio Caracol. De hecho, el presidente electo se reunió con los principales magistrados del país, en momentos en que la justicia investiga a varios asesores directos de Uribe, e incorporó a su futuro "gobierno de unidad nacional" al Partido Liberal, que fue muy crítico de los dos mandatos del actual presidente.
"En parte, entiendo que Uribe esté molesto, porque debe de estar diciéndose: “Santos ganó con mi prestigio político con mi legado. ¿Ahora es un estadista independiente?”", añadió López.
Tras el freno judicial de su tercera postulación, Uribe ha insistido en la reelección de la política de seguridad democrática, que les ha cambiado la vida a los colombianos al erradicar a las FARC de caminos y ciudades.
Pero las peleas del hiperpopular presidente colombiano han tenido un costo para el país. Por ejemplo, la eterna tensión con Venezuela determinó que las exportaciones colombianas a ese país se redujeran en 2000 millones de dólares el año pasado. Al redoblar en los últimos días de su mandato los ataques a Chávez, Uribe parece querer forzar a Santos a elegir entre él o el líder bolivariano, siempre listo para sacar réditos de los vaivenes del diferendo bilateral. En los próximos días, se verá si Santos puede zafar del cepo.
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