Venezuela: El individuo se desvanece
Es difícil escoger cual ha sido la consecuencia más grave del mandato del presidente Hugo Chávez hasta ahora. Se puede pensar a simple vista que ha sido el colapso del sistema productivo del país, la polarización entre las clases sociales o la aparición de un hampa incontrolable. Sin embargo no es descabellado argumentar que dentro de lo más grave está la inexistencia del sistema judicial, la sustitución del progreso continúo por una incertidumbre absoluta o hasta la falta de liderazgo de la oposición política. A pesar de esas consecuencias visibles y notorias, pienso que la consecuencia más grave ha sido la destrucción del espíritu del individuo.
El mismo disco suena todo el día y da vueltas y vueltas. Socialismo, comuna, líder único, revolución, expropiación, Bolívar y más socialismo. Por supuesto, alguien tiene que tener la culpa: burgueses, capitalismo, apátridas, yanquis, imperio, vecinos, la cuarta, manos blancas y más capitalismo. El que dude que esto es una revolución está bien equivocado. Dentro del proceso la palabra Estado crece cada vez más y la del individuo desaparece lentamente. Son más los venezolanos que esperan que el Estado les resuelva la situación y menos los venezolanos que creen en su capacidad de enfrentar el problema. Se promueve el estatismo y se olvida con la misma velocidad la capacidad de pensar.
Es triste ver y escuchar a miles de seguidores oficialistas repetir hasta el cansancio las palabras del mandatario. Lejos quedó la crítica constructiva, la propuesta y la profundización de una verdadera gestión. Pero es aún más triste ver y escuchar a las personas rendirse. Ser testigos de algunos que bajan los brazos por un agotamiento que viene desde hace unos años atrás y salen del país por la carencia de opciones. ¿Reprochable? En lo absoluto.
Si se recrimina al empresario, al emprendedor, a las nuevas ideas, al ser pensante, al individuo, ¿cómo se pretende tener un futuro prospero? Cuando la palabra libertad deja de ser el motor del espíritu, la palabra pensar pierde su validez. Capaz ese ha sido el objetivo fundamental de este Gobierno. Cambiar el significado de las palabras, al estilo George Orwell en el clásico "1984". Si hay algo que está en juego es la capacidad del individuo de producir ideas. Ese es el núcleo de esta lucha. Para sobrevivirla, los medios están más que claros. Solo al defender ese principio es que evitaremos que en el nuevo léxico que nos implantan la palabra pensar deje de parecerse a zar.
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