Guatemala: ¿Cómo evitar una crisis fiscal?
El manejo de las finanzas públicas nos está encaminando a una crisis fiscal. Las cifras oficiales parecen pequeñas porque siempre las comparan contra el tamaño de toda la economía. De ahí que un 3.5 por ciento de déficit pareciera que “ni quita ni pone”. Sin embargo, ese enfoque está equivocado. Nuestro país está entrando en una deficiencia crónica que debe ser controlada a través del tamaño del gasto público.
De acuerdo con datos del Ministerio de Finanzas Públicas, el déficit fiscal como porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB) será de “solo” 3.5 por ciento este año. ¿Poco no? Si a usted le suben su sueldo en 3.5 por ciento, le parecería poco. De la misma manera que si se lo bajan 3.5 por ciento no le causan un daño tan grave. Sin embargo, ese 3.5 por ciento es demasiado. Representa Q10 mil millones por año. Con ingresos tributarios de Q34 mil millones, el déficit fiscal representa un 30 por ciento de los ingresos tributarios.
Claramente, el déficit se nos fue de las manos. ¿Se imagina un hogar o una empresa que gaste un 30 por ciento más de lo que le ingresa? ¿Cuánto tiempo más puede vivir alguien que vive de fiado en esas magnitudes? La comparación contra el PIB es un engaño. Lo relevante es lo que el Gobierno gasta en relación con sus ingresos. Hoy en día el déficit es financiado con deuda; lo cual crea un efecto de “bola de nieve”, porque cada vez necesitamos endeudarnos más para pagar los intereses que se acumulan.
A como van las cosas, para aspirar a tener un presupuesto equilibrado, necesitaríamos aumentar la recaudación en un 30 por ciento de la noche a la mañana. Claro que la recaudación puede crecer si se le permite a la economía seguir creciendo. De hecho, gracias a la recuperación económica, vamos recaudando un 10 por ciento más que el año pasado. Pero aumentar la recaudación al ritmo que van creciendo los gastos es irreal. Duplicar las tasas de impuesto (como es la intención) solo terminaría de hundirnos en recesión. Hay que tomar medidas que nos lleven a la solución del problema.
Por ello, el control del déficit fiscal debe venir del congelamiento del gasto público. Si nosotros paramos el gasto en lo que ya tenemos del 2010, es posible que, con la tendencia de crecimiento de los ingresos fiscales, para el 2015 tengamos un presupuesto equilibrado. Tan solo cinco años de congelamiento de gastos nos permitiría poner en orden las finanzas públicas para beneficio de toda una generación.
La solución a una inminente crisis, por tanto, es más simple de lo que parece. Sin embargo, requiere de una disciplina y visión aparentemente incompatible con la ambición política. Limitar el gasto público es limitar el tamaño del botín en el que se ha convertido el presupuesto del Estado. Pese a lo anterior, es la forma más sana de prevenir que Guatemala sea la próxima Grecia.
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