México: En duda a veces el bienvenido paisano (I)
Por Francisco J. Serrano
A pa viajecito que tuve a mi natal Hermosillo, Sonora. Siempre he ido y venido sin ningún problema pero en esta última ocasión me fue de lo peor. Manejo de noche por comodidad y horario sin embargo ahora quizá lo pensaré dos veces ante la pesadilla vivida.
Al cruzar por el puente fronterizo de Nogales a casi la media noche me tocó el semáforo en rojo. Me estacioné solo para ser recibido y escudriñado por este mal elemento que con lujo de prepotencia me dijo que traía más de lo que la franquicia permitía. Claro que me vio cansado y con dos personas de la tercera edad.
Me pidió que fuera a la oficina en privado para decirme que excedía el límite, que me multaría.
Le cuestioné que parte de lo que traía era herramienta de trabajo, cosas usadas y que eso no entraba. Evidentemente lo que quería era que le diera dinero pero al no hacerlo hizo sus cálculos y sacó una multa que pagué con tal de no caer en un acto de corrupción. Nunca pudo decirme como calculó la multa. El tipo de cambio de peso a dólar que aparecía pegado en la pared era diferente. Además, todavía el muy cínico me dijo que las cosas podían haber sido diferentes si hubiese cooperado, léase “mordida”.
Este nefasto personaje tiene por nombre Felipe Ayala, y tras su uniforme de aduanal esconde su corrupción, ignorancia y prepotencia. Elementos como estos son los que dañan a las instituciones en México. Soy una persona prevenida y pregunto cuando no sé algo, por ello iba con toda la confianza de que estaba haciendo lo correcto y no tendría porque haber tenido ningún problema al entrar a mi país.
Para esta persona poco profesional y deshonesta, todo mi repudio. Creen que tras la placa y el uniforme pueden hacer lo que quieran con la población civil, además, la prepotencia, abuso de autoridad y actos de corrupción son delitos. Ya externé mi queja con las autoridades correspondientes esperando den de baja a este parásito. Queremos un mejor país y esto empaña el panorama.
Obviamente se quedó enojado porque no recibió ni un centavo de mi parte, además de pedirle comprobante por la multa. El muy cínico quería que le firmara de conformidad la nota, lo cual decliné y le comenté que era una arbitrariedad de su parte, pero para este tipo de personas sin escrúpulos eso les importa un bledo. Además, nunca puso su nombre en el comprobante y solo hasta que se lo requerí, me lo dio.
Ya muy molesto y después de pagar la multa y perder más de una hora, continué mi camino a Hermosillo, a fin de llegar a la misa de graduación de mi hija Camila al día siguiente a las 8:00 de la mañana. Llegué a mi natal ciudad y con pocas horas de sueño, me levanté y me dispuse a ir a la catedral metropolitana donde el destino me esperaba con un acto de barbarie de las cavernas, donde fuí víctima de brutalidad policiaca. Debido al espacio mejor se los comentaré en mi próxima entrega.
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