Lo ilógico de Hamas
Si como se afirma, Hamas tiene como objetivo de su lucha armada desalojar a Israel de los territorios de Palestina, la actitud hasta el presente muestra una visión estrecha de la realidad. Si el grupo sublevado cuya denominación traducida del árabe es "Movimiento de Resistencia Islámica (Harakat al-mugawama al-islamiya) tiene ese objetivo excluyente –destruir a Israel– y se lanza a la lucha armada desde un fortalecimiento regional (Gaza) por las elecciones democráticamente ganadas en el 2005, debe tener presente elementos de la lógica militar muy precisos.
En la comparación de fuerzas (de ataque o de defensa) la relación Hamas-Fuerzas Armadas Israelíes nos atrevemos a precisar números: 1-10,000 (Hamas-Israel, respectivamente) sólo por dar la magnitud de la diferencia. En cantidad de personal militar, en cantidad y calidad de armamento, en recursos de financiamiento de campañas militares. Es tan abismal la brecha entre un Hamas en acción con sus cohetes, sean éstos artesanales o de marca extranjera normalizados, y uno de los ejércitos más poderosos de la Tierra como el de Israel, que casi no caben comparaciones. Es tanto pretender hallar la diferencia cuanti-cualitativa entre un árbol solo de un oasis en el desierto y un denso bosque de la Amazonia.
No es sino una verdad histórica que se debe ver a Hamas como un movimiento resistente nacido al influjo de la intifada palestina. Toda agrupación resistente ligada a ocupación militar de terceros tiene su grado de legitimidad, aunque no siempre su accionar violento se corresponde con el acto de defensa contra esa ocupación, sea por su extemporaneidad, por su radicalismo o por elección de objetivos. Digámoslo en términos científicos: se trata de dos especies distintas, por lo que toda comparación esteriliza cualquier razonamiento lógico cuando el asunto en tratamiento es Israel-Hamas. Aun en este tiempo del erosionado prestigio del gobierno de Netanhayu por lo del abordaje trágico a un barco pro-palestino en el Mediterráneo, recientemente.
Siendo así será menester acordar que si Hamas pretende su objetivo, y en ello se empeña ofreciendo abiertamente víctimas fáciles para la metralla israelí en todo tiempo y lugar de la angosta franja de Gaza, deberá –teoricemos– programar un "plan'' (imposible) que consista en lo siguiente: Tener más activistas que soldados israelíes en la confrontación; lograr un arsenal mayor y de igual o mejor tecnología utilizada por las fuerzas armadas de Israel; disponer de cuantiosos fondos frescos para sostener una guerra como la que se imaginan y –principalmente– una conformación de alianzas con países tanto o más poderosa que la que viene teniendo Israel desde hace tiempo con EEUU, por citar sólo el principalísimo aliado. Por ello adelantemos el imposible, entre paréntesis.
Como no se requiere una especulación intelectual más profunda que ésta de superficie por la naturaleza del asunto sometido al análisis primario y especialmente lógico, llegamos sin tropiezos a una conclusión que podría suscribirla un joven estudiante de derecho o de política internacional o un cursante en los tramos iniciales de estrategia en institutos militares de cualquier país. Tal conclusión será: la lucha armada de Hamas no tiene sentido y va en contra de su propia supervivencia. Sólo basta para quien esto escribe hacer notar la descomunal y notoria acción militar israelí como represalias o autodefensa, lo que invariable y sostenidamente echa nuevos fuegos sobre el caldero de una espiral, más que círculo, viciosa. Tan viciosa como el círculo político de "dos estados'' y de "paz'', reiteradamente mencionados en medio de fracasos y rebeliones contra las resoluciones del Consejo de Seguridad de una ONU cuasi impotente.
Aquí prevalece lo ilógico, esta vez de Israel, si en verdad procura la paz permanente para su pueblo. Mejor, muchísimo mejor para Hamas sería abandonar los lanzamientos de misiles de cualquier factura que fuesen en contra de poblaciones de israelíes y encarar un progresivo afianzamiento de su accionar político para consolidar una Palestina unida, en crecimiento, reconocida por la comunidad internacional –incluido Israel– (¡vale!, al decir de los españoles) y con una proyección de apoyo del mundo árabe y fortaleciendo institucionalmente una estructura plenamente soberana y totalmente independiente de Israel. Y con acceso a la ONU como estado parte pleno. Esa Palestina democrática, plural, donde cada agrupamiento político y/o religioso ocupe su lugar podrá brindar para sus habitantes un status de desarrollo, crecimiento y particularmente de identidad propia, sostenible frente a sus vecinos y el mundo. Claro que para que esto resulte posible será necesario alejar del tablero de la dialéctica y de los proyectos a quienes poco tienen para ofrecer (que no sea sólo apoyo armado) y privilegiar el sentimiento y la vida de tantos palestinos desesperados, desilusionados, entregados a la resignación que les lleva a cumplir a veces mandatos tenebrosos con ilusorias compensaciones de paz y plenitud espiritual por vía de sangre propia y ajena derramadas.
¿Habrá quien lo haga saber? ¿Dejarán los buitres de la política exterior de tantos países de mirar su propio bolsillo abriendo su mirada hacia esos pueblos que sufren, cada uno en su grado y a su manera en el Medio Oriente? Hamas podrá brindarle un enorme servicio al sufrido pueblo palestino con una realista acción de alta política y de claros objetivos de soberanía popular. Eso será ganar la paz antes que perder toda guerra con tanto martirologio sin destino ni razón. Analista argentino de política internacional.
- 3 de julio, 2025
- 29 de junio, 2025
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