Espiritualidad, liderazgo y visión
Dictar un taller sobre Ética, Espiritualidad y Modelo de Sociedad, para gentes muy inteligentes y muy bien formadas, que además trabajan intensamente en Liderazgo, amén de muy interesante, ¡parecía fácil! Nada más sencillo -me dije- que transmitir la conexión entre, por un lado, la condición Infinita y Absoluta del Espíritu, la posibilidad de que éste pueda influirse ¡y hasta construirse!, conscientemente a sí mismo, la toma de decisiones ex nihilo, esto es, a partir de la Nada, el carácter Creador, no creativo sino Creador, del ser humano, que de todo ello emerge; y, por el otro lado, el Liderazgo, la posibilidad de ofrecerle al país un Nuevo Modelo de Sociedad.
Parecía facilito pero no lo fue. Precisamente porque son gente inteligente y bien formada, la avalancha de objeciones sólidas y agudas contra mi propuesta resultó abrumadora. Y después de dos intensos días de debate, fue evidente que no había logrado yo transmitir mi idea central: que el Liderazgo, más allá de su ineludible faceta gerencial y pragmática, es un problema esencialmente espiritual, es decir, religioso. ¡¡Como el de Chávez!! Un problema que, en última instancia, nos remite a la noción de Dios. Porque si ya es difícil que la gente acepte -y mientras mejor formada, menos- que lo Espiritual es exactamente idéntico a lo Religioso, ¿qué quedará para la tesis según la cual para formular un Modelo de Sociedad alternativo al Comunismo del siglo XXI, ¡hay que fundarlo en la noción de Dios!? A ratos, no me quedó más que aprobar en silencio la muy tenue y respetuosa sonrisa escéptica de uno de los participantes que -de manera consistente- se declaró partidario de la filosofía pragmatista. Mil gracias por su sinceridad.
Porque no es fácil, por supuesto, que en un mundo -¡lamentablemente!- dominado todavía por la Racionalidad, la gente acepte la noción de la Nada. No la de Dios, que ya es mucho pedir, sino la de la Nada. Porque entre ésta y la Razón hay una profunda y poderosa relación antitética. Porque aquélla no es la Irracionalidad, sino algo mucho peor de entender: la Arracionalidad absoluta. No es fácil que alguien -por talentoso que sea, repito- acepte que toda verdadera Decisión presupone la Nada; que para que una Decisión lo sea de verdad, es necesario que con exactamente el mismo set de razones podamos hacer una cosa y exactamente la opuesta. O sea, que no podremos jamás hallar ¡¡en este Mundo!!, nada que nos permita tomar una Decisión… cuando ésta de verdad lo sea.
Porque si fuese cierto (y sin la más mínima duda lo es) que con exactamente las mismas razones, el mismo contexto ¡¡y la misma capacidad de liderazgo!!, puedo tomar una decisión y exactamente la contraria -invadir Irak o no, matar o no, perdonar una ofensa o no- resultará evidente que ese Instante Decisivo te traslada del mundo de la realidad al de la pura posibilidad, esto es, al de la Creación, el que te conecta con Dios, el más allá o el otro mundo. Porque lo que tú decidas creará una realidad nueva que no tendrá nada que ver con la que antecedió a tu Decisión. Porque pudiste haber hecho lo contrario y crear algo totalmente distinto ¡¡ergo, el pasado no cuenta, estás ante la Nada, ante el vacío absoluto!! E intuirás, entonces, que todo ello te conecta con la dimensión Infinita del Espíritu que es -otra vez- la Religiosidad, Dios. Gracias a la A.C. Liderazgo y Visión por esta oportunidad de testear mis ideas y ojalá podamos interactuar con ellos desde FundaKristós, creada por un grupo religioso católico y a la cual han tenido la amabilidad de incorporarme.
- 31 de octubre, 2006
- 23 de enero, 2009
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- 13 de diciembre, 2011
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