Paranoia en la izquierda estadounidense
Después de dedicar un año entero, el primero de la administración Obama, a la reinvención del sistema de cuidados de salud, el Congreso, con mayorías demócratas sólidas en ambas cámaras, ha promulgado finalmente una ley de casi tres mil páginas que casi nadie ha leído y que nadie entiende a cabalidad.
Pero lo que esas mayorías congresionales no previeron fue la reacción popular que está teniendo lugar ahora. El rechazo mayoritario de una ley que se concibió en concilios vedados a la oposición, se debatió a espaldas de la oposición popular y se promulgó con una escasa mayoría de votos cuya obtención se caracterizó por acuerdos escandalosos con representantes y senadores en uno de los procesos más detestables que se registra en la ilustre historia democrática de Estados Unidos.
Para estar bien claros desde el principio: el sistema de cuidados de salud en Estados Unidos necesita mejoras sustanciales que amplíen el acceso al mismo a los ciudadanos de más bajos recursos. En ese objetivo general, ambos lados están de acuerdo. Pero donde difieren es en el !cómo'' lograr el objetivo.
Los líderes de la mayoría demócrata, el senador Harry Reid (D-NV) y la representante Nancy Pelosi (D-CA), se vieron agraciados con el control total del proyecto cuando la Casa Blanca les dio luz verde y se dedicó a otros menesteres caracterizados por el creciente endeudamiento del país, el resquebrajamiento de la hegemonía estadounidense en el escenario mundial y la transformación de nuestra sociedad en una versión americana de los decadentes socialismos europeos.
La falla del cálculo demócrata ya esta claramente a la vista. Comenzó a verse el pasado noviembre cuando Virginia y Nueva Jersey eligieron gobernadores republicanos y en enero cuando la República Popular de Massachusetts eligió un republicano para el escaño que había ocupado Ted Kennedy por 47 años.
Este movimiento a la derecha, ya claramente establecido, se ve ahora intensificado por la genuina reacción popular a las políticas socializantes de la Administración y en particular por la promulgación de una ley que se forzó a aprobación en contra del sentimiento popular y utilizando métodos legislativos que abochornarían a un político tercermundista.
Sería prematuro el hacer pronósticos desde ahora. Muchas cosas pueden cambiar de aquí a noviembre próximo. Y los republicanos podrían ser peores visionarios que los demócratas. Pero las indicaciones preliminares no auguran un buen año para los demócratas en el Congreso o para el presidente y la Casa Blanca.
Esta proyección no es secreto para ninguno de los dos lados y trae como resultado una paranoia en la izquierda que los lleva a extremos caracterizados por su actitud con respecto al Movimiento Tea Party (MTP). Yo no tengo dudas que, dada la paranoia existente, si el MTP no existiera, la izquierda lo hubiera tenido que inventar.
Qué irónico resulta el escuchar las acusaciones de la izquierda sobre la "promoción de odio'' después de pasarse ocho años pregonando su odio al presidente Bush, expresando sus deseos con respecto al sistema cardiovascular de Dick Cheney, inventando insultos sexistas para ofender a Condolezza Rice.
Más irónico aún resulta el escuchar los gritos alarmistas de los columnistas acomplejados que nunca encontraron falta con el odio originado por la izquierda pero ahora están alarmados porque grupos en la derecha se manifiestan públicamente y le dan a la izquierda dosis inesperadas de su propia medicina.
Cuán deshonestos esos columnistas que, sin mas recursos para defender al Presidente y su administración, recurren a "la carta de la raza'', el recurso más vil que pueda concebirse en nuestra sociedad. Se les acaban las municiones intelectuales y tienen que inventar para defender lo indefendible. La estrategia es "hacer ruido'' y esperar que esa prensa nacional deshonesta y en vías de auto-extinción, se haga eco de su alarmismo inventado.
Mientras tanto, y como decían en un programa radial de la Cuba de ayer, "la vida sigue su agitado curso''. La ciudadanía reacciona contra el irrespeto de la Administración, y lo hace en su forma característica: opinión y voto.
Nacionalmente, el nivel de desaprobación de la ley de cuidados de salud está 20 puntos por encima del nivel de aprobación. En la Florida las cifras son 54-34 y, aún más significativo, los ciudadanos mayores de 65 años desaprueban la ley 65-25 mientras los independientes lo hacen 62-34 en cifras reportadas hace unos días por Mason-Dixon Poll.
Veremos qué pasa el resto del año. Y debemos prepararnos para continuar escuchando a los columnistas imbuidos de la paranoia de izquierda. Los pobres, no saben qué hacer. Pero si continúan expresando temor, podemos brindarles el remedio cubano: el que tenga miedo, que se compre un perro.
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